Maroc - EXCELSIOR.COM.MX - A La Une - 26/Oct 07:28

El gobierno de la frivolidad

Cuando se trata de un gobierno nada es una simple equivocación, como cometer un error que no adquiere mayor importancia. Ningún servidor público debería estar exento de cumplir, de manera cabal y puntual, con todo aquello que implica servir a una sociedad que, a fin de cuentas, sostiene esa estructura burocrática que ha sido poco menos que una cartera abierta en la que se pueden resumir muchos de los problemas que han puesto en jaque a nuestro país: opacidad, mediocridad, corrupción, “charrismo” sindical, amiguismo y tantas cuestiones más. Sobran los chistes y las bromas agridulces que tienen como protagonistas a quienes forman parte de esa suerte de mundo paralelo que es la burocracia mexicana. Quizá ya estamos tan acostumbrados y acostumbradas a sus usos y costumbres que nada nos sorprende cuando nos enteramos de lo que sucede detrás de un escritorio, de una ventanilla, de un reloj que marca el principio y el fin de sus arduas jornadas laborales.  Y, sin embargo, en la cúspide de ese monstruo burocrático, relucen las sonrisas de quienes ocupan las oficinas, los escaños, los lugares de privilegio que conforman el panteón –en su sentido etimológico–, el Olimpo de los servidores públicos. En efecto, la cortesilla política de nuestro país que parece asumirse como un sector que, por el simple hecho de ocupar esos lugares, se ha elevado varios metros sobre el nivel de la ética y la decencia. Antes se solía decir que “se le veían las costuras” al ropaje cuando, en sentido figurado, señalaba algo que ponía en evidencia los errores, las debilidades, las incongruencias y todo aquello que demeritaba la calidad de lo que se observa a simple vista. Así, no cabe la suspicacia cuando se llega a concluir que al oficialismo se le notan las costuras: aún más, cuando éstas son las que han sido parte de la confección del traje del emperador. Y en ello radica uno de los más importantes problemas: hemos observado durante décadas las incongruencias, la corrupción, la opacidad y la calidad de servidores públicos que, el día de hoy, parecen ser tener la repercusión de una anécdota cuya aparente ligereza está condenada a olvidarse con la rapidez y eficacia con la que operan los engranajes del Estado para cubrir ese polvo debajo de la alfombra del absurdo.  Se sabe que, bajo la óptica del maniqueísmo más abyecto, han afincado un discurso en el que a la pretendida “superioridad moral” se le notan las costuras y lo deshilachado de sus tejidos. Así, la suma de contradicciones no deja de evidenciar la naturaleza de los servidores públicos que hoy visten los colores del poder en turno. Y ejemplos, durante estas semanas, tenemos de sobra. Comencemos con la frivolidad que impera en el Poder Legislativo. Si bien es histórico que, por desgracia, la analogía más empleada para referirse a ambas cámaras es la de un circo, en estos días observamos el gusto de quienes ven partidos de futbol en el pleno, o quienes juegan pádel cuando se discuten leyes o, decididos a encontrar nuevas maneras de combatir la corrupción que se respira entre sus filas al musicalizar sus destinos con la Sonora Santanera. ¿Por qué? Porque tomen chocolate del Bienestar y que paguen los que deben todos los demás, excepto ellos, cúspides de la sensatez. Por cierto, ¿sabrán lo que ocurre en el mundo laboral –real– cuando no se presenta a laborar el trabajador? Sí, lo saben, pero el cinismo es su distintivo. Una segunda moneda. Luego de subrayar lo terrible que es lo que llaman el “feminismo de derecha”, la Presidenta debe contener con una sonrisa y una ocurrencia la afirmación del director del Fondo de Cultura Económica. Y no, no se trata de enfocar la atención en lo que se debería juzgar como la calidad literaria, porque, de ser así, más de uno de los personajes publicados recientemente en dicha editorial serían no sólo cuestionados, sino vistos como el claro ejemplo de lo que es la opacidad, ¡faltaba más, camaradas! En efecto, las conocidas cuotas de género al parecer sólo son útiles cuando son el camino para obtener aquello que se han propuesto con fines políticos: bastaría con recordar por qué Clara Brugada es la actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Y, por cierto, ¡vaya que hay escritoras de calidad en nuestro país y también del llamado boom! Y, sólo para que no queden los puntos suspensivos en la palestra, ¿es necesario preguntarse qué hace Fernández Noroña en Palestina gracias a un viaje que es la clara muestra de la opacidad que rodea al Legislativo? Al menos comenzamos a vislumbrar que en sus videos emplea una retórica tan flamígera para que en la geografía del oprobio ya no aparezca Tepoztlán. Querida lectora, querido lector, realice su propia lista durante esta semana. Quizá, entre la risa y la indignación, terminemos por observar que la frivolidad es una de las más efectivas máscaras de la impunidad.       Columnista: Carlos CarranzaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0