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Aunque la terrible ola de calor esté en su fase final, las temperaturas de la Península en verano siguen siendo temibles. Una de las realidades estivales es la de subirse a un coche que ha estado aparcado durante horas al sol y cuyo interior es un auténtico horno. Si un coche pasa muchas horas bajo la radiación solar, el habitáculo sube rápidamente de temperatura y puede alcanzar hasta los 70º. Además, la tapicería, el volante, la palanca de cambios y los cinturones se convierten en elementos de tortura. La solución más evidente para evitar esta situación es tener en cuenta la trayectoria del sol y estacionar en la sombra. A menudo esto no es posible, o se estima erróneamente y lo que pensábamos que iba a ser un lugar fresco para aparcar está en pleno golpe del astro. Un parasol es una herramienta sencilla que permite que los rayos no golpeen contra las superficies del interior y hacen que las temperaturas sean ligeramente menores. Seguirán siendo altas, pero al menos no te dejarás la piel en el volante. La prioridad a la hora de enfriar un coche es cambiar el aire caliente del interior por el aire menos caliente del exterior. Esto se consigue simplemente abriendo las ventanillas, pero se agiliza si se abanica con las puertas, dado que genera convección. Para que funcione de la manera óptima, la puerta que se mueve con fuerza debería tener la ventanilla cerrada y su opuesta debería estar abierta. Por supuesto, si se cuenta con un acompañante, este puede hacer lo mismo con las puertas traseras y duplicar la cantidad de aire que circula por el coche. Preferiblemente, la que accionará será la opuesta, en equis, a la que elija el conductor. Además, existen otras soluciones caseras que también puede ayudar a bajar la temperatura, como colocar trapos o toallas en las rejillas de ventilación interior del coche y mantenerlos permanentemente húmedos para que asistan al aire acondicionado. Desde Aqluiber, señalan que dejar bolsas de hielo impermeables en el suelo del habitáculo, contribuirá a refrescarlo un poco, especialmente en trayectos cortos, pero la temperatura del interior hará que se derritan rápidamente. Finalmente, abrir las ventanillas durante la marcha ha encontrado una original alternativa sólo un poco menos ruidosa y algo menos gravosa en términos de ruido y pérdida de aerodinámica. Se trata de un sencillo truco consistente en encajar en las ventanillas levemente abiertas una botella de plástico cortada por la mitad con la boca dentro del coche. De este modo, una vez en marcha, la fuerza del viento consigue que el aire se comprima al pasar por el cuello de botella y se descomprima, perdiendo de paso unos grados, al entrar en el interior del coche.
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