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Las fuentes del mal II… Frustraciones

Si cerráis la puerta a todos los errores,también la verdad se quedará fuera. Rabindranath Tagore   La frustración se define como aquel sentimiento que surge cuando no podemos satisfacer nuestros deseos. La frustración es, quizá, la base de la gran mayoría de las fuentes de los males humanos, el mecanismo mediante el cual accedemos a ella es básicamente el del aprendizaje, no es de sorprender, entonces, que la frustración sea la antesala de otras muchas conductas, comportamientos y acciones fallidas. El mecanismo, a manera lacónica, es el siguiente: nuestro cerebro está diseñado para predecir. La función principal del córtex prefrontal es predecir lo que sucederá en el futuro, y para ello identifica y codifica la nueva información que recibe del mundo exterior y la compara con lo que esperaba que ocurriese, es decir, con la expectativa y la información que ya se tenía. Si todo sale bien y coincide con lo esperado, no existe mayor variación que la satisfacción del hecho; si, por el contrario, lo esperado es mejor que lo advertido con anterioridad, la ciencia lo llama error de predicción positivo, es decir, nuestras expectativas han sido superadas. Si no sucede así y nuestras predicciones y expectativas fallan, se llama error de predicción negativo… y este último es el que genera la frustración y sus herencias: Ira, enojo, culpa, violencia, irracionalidad, tristeza, ansiedad, depresión… e incluso chantajes desmedidos del más puro cine dramático. Y sí, hay situaciones muy frustrantes, ésas que nos invaden de dolor, ésas que suelen venir de lo inmerecido, de la renuncia a lo más querido, las que nos roban la alegría… las que nos secuestran la razón en su inconmensurable gravedad, ésas para las que no se tienen palabras, ésas que parece que detienen la vida y de las que no sabemos cómo o hacia dónde seguir. Ésas, mi querido lector, las que calan el alma, sí son frustraciones, las demás, la gran mayoría de las demás, son simples errores de predicción. Se lo digo porque las lecciones más sublimes sobre la frustración las enseñan los valientes de las líneas anteriores, no los necios que se empecinan en no salir de su ostracismo. La frustración, como cualquier otra fuente del mal, hay que saberla colocar y ponderar en su justa medida. No quiero decir con esto que haya que minimizar el valor de la emoción o del sentimiento, pero sí, siempre poner las situaciones en su justa medida. En la vida tenemos que aceptar que siempre existirán situaciones que podremos controlar y otras que no e, incluso, que aquellas que podemos controlar no siempre correrán la suerte de lo esperado, aunque haya mediado cualquier protocolo de esfuerzo, dedicación o planeación. Hay que saber aceptar las derrotas, apaciguar los ánimos y reconfigurar el sistema para volver a intentarlo, buscar otras alternativas para mejorar de nueva cuenta los resultados, abstraerse de las opiniones, concentrarse en uno mismo y su deseo, pedir ayuda y, lo más importante: renunciar a la queja, al autoflagelo, celebrar lo que haya salido bien, atesorar lo que se tiene y verificar si es que algo falta o en realidad sobra… porque, casi siempre, sobra. La frustración es de esas situaciones que, por su origen, será común a lo largo de nuestra vida, de ahí la necesidad de saberla gestionar y prevenir. El carácter y el temperamento de cada uno puede exacerbar o mediar a favor o en contra, revíselo y aprenda a educarlo, aprenda a identificar y expresar sus emociones y verifique los déficits de autocontrol que padezca y apláquelos, porque no se puede elegir correctamente el porvenir en una mente cegada por la intensidad de una emoción, incluso aunque ella sea positiva. Tómese su tiempo… porque el tiempo suele ser buen consejero para el ánimo, y más en una época como ésta, en que la inmediatez incita a tener estándares elevados. Y los estándares elevados no son para mentes perturbadas, pequeñas o inflexibles, tampoco para corazones rancios y constreñidos, y mucho menos para seres estrechos de humanidad. Mejor priorice, controle lo controlable y siga adelante… nada se queda donde ya no tiene un lugar. Como siempre, usted elige. ¡Felices fuentes, felices vidas!   Columnista: Paola Domínguez BoullosaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0