Maroc - EXCELSIOR.COM.MX - A La Une - 30/Nov 08:47

Levar anclas

En el calendario se vislumbra el cierre de un año complejo, con contrastes que acentúan la situación política de nuestro país –convertido en un escenario de la obra más desternillante y absurda que se pueda imaginar–, la violencia que camina junto a nosotras y nosotros como esa sombra que repentinamente obscurece cada paso y ese mar de perplejidades de la sociedad, los venenos silenciosos de la corrupción y la impunidad. En ese transitar por calles que rodean la vorágine del hastío o la desesperanza del naufragio, no faltan las pequeñas tablas que nos mantienen a flote a pesar de la tormenta. Quizá sea oportuno abrir esa pequeña rendija en la que se nos cuele la luz de lo más valioso que nos ha brindado la humanidad a lo largo de los siglos: las expresiones artísticas que, al mismo tiempo, son una invitación a escudriñar los pasillos de la memoria y el lumen que nos revela la creatividad del ser humano. Tal vez, al referirnos a esos pequeños maderos propios de las historias de naufragios que se hallan entre las páginas de literatura y las contundentes imágenes del cine, sea oportuno citar la descripción que dejó por escrito el tremendo poeta barroco Luis de Góngora en sus Soledades: “Del siempre en la montaña opuesto pino/al enemigo Noto,/ piadoso miembro roto,/breve tabla, delfín no fue pequeño/ al inconsiderado peregrino,/ que a una Libia de ondas su camino/ fió, y su vida a un leño…”. En efecto, hay ocasiones en las que sólo se necesita una pausa para dialogar con aquello que apela a nuestra sensibilidad e imaginación para convertir esa “breve tabla” en la carabela que nos conduzca a nuevos mundos. Es cuestión de afinar un poco la mirada y quebrantar un poco esa cotidianidad que puede resultar abrumadora, para permitirnos un abrazo al corazón, para darle un respiro al espíritu para poner un océano de por medio y observar a la distancia la vida y obra de quienes ostentan el imperio de la corrupción y la podredumbre. Quizá el mayor reto sea crear esas pausas que, en realidad, deberían ser nuestros faros cotidianos para no perdernos en esa marea que nos lleva a los campos de la desolación. Así, cuando el calendario anuncia que se acercan esos días en los que noviembre y sus imágenes de la muerte florida ceden su dominio a las diversas expresiones navideñas, se abren las puertas de un lugar en el que la mirada se desborda, la palabra resuena hasta llegar a los lugares más inesperados y convertirse en el eco de nuevas posibilidades; en donde los diálogos se convierten en el eje de una vida que se llena de páginas: la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. Siempre será oportuno recurrir a los lugares comunes y los datos que evidencia la importancia de esta feria en el ámbito editorial, sus alcances comerciales y económicos, el movimiento que se genera a partir de su oferta cultural. Sin embargo, también es el momento de recuperar esos posibles encuentros con libros, autoras y autores, que quizá no se tenían en el radar de las librerías que, la mayoría de las veces, son nuestro propio laberinto, aquel que se enreda a cada paso y del que no se quiere salir con prontitud. Esa es una de las mejores sorpresas que puede experimentar quien se brinda la oportunidad de la lectura, sí, esa lectura que incomoda a quienes sólo observan sus páginas como el pretexto ideal para llevar a cabo un fútil adoctrinamiento: el placer y el gozo de la libertad que nos puede brindar la literatura será algo que no podrán encerrar en una consigna trasnochada ni sobajarla con su nefanda retórica. Comienza una nueva edición que siempre nos brinda temas por reflexionar, una declaración que será discutida y analizada como todo aquello que causa ruido, lecturas y palabras de quienes comprenden que se puede compartir esa otra manera de la belleza que tanta falta nos hace. Ya llegarán esas noticias, las grabaciones y sus alcances mediáticos. Sin embargo, que también sea la ocasión de volvernos a encontrar con la oportunidad de la sorpresa y lo inesperado, del gozo que implica tener frente a nosotras y nosotros un libro, un autor, una autora que nos ha invitado a detener nuestro “andar callado entre la gente” –recordando al poeta Francisco de Quevedo–. Tienes razón, generoso lector, generosa lectora, al concluir que no hace falta asistir a la llamada FIL de Guadalajara para que dichas posibilidades lleguen a las pausas de nuestra cotidianidad. Sin embargo, que se considere como un pretexto más para invitarnos a caminar por los anaqueles de nuestras propias bibliotecas, de disfrutar de esos libros que nos esperan bajo la claridad de la noche, de esa relectura que va moldeando los recovecos de la memoria. Que esta pausa sea la oportunidad para leerle un poema al minotauro que quizá se encuentra en los laberintos de las bibliotecas y las librerías, las que se cifran en esa “breve tabla”. ¡A levar anclas! Columnista: Carlos CarranzaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0