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El último disco de Charly García toca las fibras de la época de una manera sutil, interpela, te deja pensando cosas. Hubo críticas musicales a la producción, al cuidado en la grabación de algunos temas. No es ese el punto de este argumento. Charly sigue teniendo, y en este disco queda muy claro, esa “pobre antena que le transmite lo que decir”. Lo explica mucho mejor el propio Charly acá.Esa sintonía con la época, esa palabra precisa sobre lo que está sucediendo es algo que tuvo siempre y lo hace alguien fuera de serie. Musicalmente seguro, pero más allá de eso también. De la misma forma que Gilles Deleuze decía que Franz Kafka era mejor teórico de la burocracia que Max Weber, podríamos decir que Charly es mejor analista de su presente que muchos periodistas o sociólogos. Obviamente, como tantas cosas, esto es más fácil de ver históricamente. Un ejemplo: Charly García como teórico de la dictadura y la transición democrática.Produjo una enorme cantidad de música entre los setenta y los ochenta, integrando bandas como La máquina de hacer pájaros y Serú Girán hasta que, en 1982, inició su carrera solista con Yendo de la cama al living. No estuvo entre los artistas prohibidos por la dictadura, más bien podríamos decir que su música tuvo una amplia difusión en esa época, llegando incluso a espacios mainstream controlados por el Estado autoritario como los canales de televisión. Eso no quiere decir que su música no haya significado, para muchos que lo escuchaban, un mensaje cifrado en contra del régimen, tal como lo desarrolla Esteban Buch en el último apartado de su libro Música, dictadura y resistencia (2016). Lo que interesa es que sus palabras, lo que tenía para decir de cada momento, fue mutando: si tomamos Películas, el primer disco de La máquina de hacer pájaros de 1976, escuchamos la frase “qué se puede hacer salvo ver películas”, filmes que se veían en la TV “sobre la que se duermen mis dos gatos”. También escuchamos un hartazgo con las noticias y la coyuntura en “No te dejes desanimar”, una invitación al repliegue interior o espiritual ante una realidad que parecía no dar tregua. TV y repliegue interior ante una realidad indigerible.Serú Girán lanzó su álbum debut homónimo en 1978 y el tema más difundido del disco fue una canción sobre las dificultades de encontrarse en una relación amorosa: “Seminare”. En 1980, luego de la visita de la CIDH a fines de 1979, editan Bicicleta y el clima se vuelve más denso. “Encuentro con el diablo”, “Desarma y sangra” y, la más asociada a una crítica al gobierno dictatorial, “Canción de Alicia en el país”. Aunque las referencias más explicitas, en esta canción, van más atrás en el tiempo (las morsas por Onganía, las tortugas por Illia) sucede con “Canción de Alicia…” una especie de pérdida de inocencia. Ya no se puede ignorar el río de cabezas y refugiarse en el amor, ya no se puede parar la mente, ya no es posible ver películas en la tele para olvidarse de lo que pasa. Las referencias coyunturales se vuelven cada vez más explícitas en la medida en que la dictadura (y con ella la censura) se debilitan. En el siguiente disco de fines 1981, Peperina, la canción “José Mercado” alude de forma bastante directa, al ministro de economía desplazado de su cargo a principios de año (“José es licenciado en economía”). La despedida de la banda ocurre en 1982, con la dictadura en crisis, pero en el contexto del intento de relegitimación que implicó el conflicto por Malvinas. En ese marco, hay una presentación en los estudios del canal ATC, renovados por completo antes del Mundial 78, que se emite el 30 de abril de 1982 y que incluye una versión de “Peperina” en la que Charly agrega la expresión “Ay Anastacia”. Anastacia era una forma de nombrar a la censura, derivada de las prohibiciones de libros del Papa Anastacio I. Charly parece marcar, en este punto de 1982 y con un tono de hartazgo, que la censura no se bancaba más. La apertura cultural se profundizará luego de la derrota bélica. El último hit de la banda va a afirmar “No llores por las heridas, que no paran de sangrar”.En su carrera solista, la capacidad de Charly de sentir lo que sucede alrededor se mantiene y, quizá, se profundiza. “No bombardeen Buenos Aires” de Yendo de la cama al living editado en octubre de 1982, mezcla, por ejemplo, la paranoia de la guerra con el absurdo de las prohibiciones a la música en inglés (“escuchando a Clash”) y las mentiras de la televisión (“los viejos siguen en TV”). “Inconsciente colectivo”, en el mismo disco, parece augurar cierto resurgir de la libertad. En el siguiente disco, Clics modernos de 1983, “Los dinosaurios” busca marcar una distancia radical con el pasado reciente. Estas últimas dos canciones prevalecen como himnos de esa época de la transición. Pero Charly dice mucho más sobre la época en esa seguidilla de discos que, seguramente, estén entre lo mejor del rock argentino (un análisis detallado de los tres se hace en este podcast). Expresa muy tempranamente las incomodidades de los que regresan del exilio (“No soy un extraño”, “Pateado sobre plateado (huellas en el mar)”), las continuidades (“Nos siguen pegando abajo”, “Nuevos Trapos”) y las incertidumbres respecto del futuro (“Y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después”). Por si no quedaba claro, la irónica canción “Cerca de la revolución”, de Piano bar editado en el verano de 1984, afirmaba “No es solo una cuestión de elecciones”. Es como si Charly tuviera, en esta época, la lectura de la ruptura radical con el pasado con los himnos mencionados y, a la vez, una lectura más cauta y crítica, que lo emparenta más con el desencanto temprano respecto a los efectos de la transición de escritores como Rodolfo Fogwill en sus notas recopiladas en Los libros de la guerra. Estos tres discos, que salen entre la guerra de Malvinas y el verano de 1984, ofrecen un prisma amplio con muchas miradas posibles sobre la transición democrática.La democracia continúa y Charly sigue produciendo música. En los años noventa edita el que, quizá, sea uno de los mejores “Unplugged” de la cadena estadounidense MTV, acompañado de una banda en la que se destaca una brillante María Gabriela Epumer. Allí recupera canciones de Serú Girán e interpreta en vivo la canción “Chipi-Chipi” en la que, en un tono autorreflexivo, afirma: “Yo solo tengo esta pobre antena, que me transmite lo que decir”. En la nueva década, edita Influencia (2003), donde versiona, muy libremente, una canción de Todd Rundgren llamada “Influenza”. Esta versión será utilizada en la secuencia final de una de las películas más emblemáticas sobre la última dictadura y sus herencias: Los rubios (2003) de Albertina Carri. Para esa secuencia final, en la que la actriz y el equipo de la película caminan por el campo con pelucas rubias, no se elige ninguna canción clásica de Charly sino “Influencia”, su último hit. Las herencias, el destino, las dificultades para asumir el lugar de otra persona parecen resumir las temáticas que recorre toda la película en torno a la relación de los hijos con sus padres militantes desaparecidos. La secuencia ocupa el tema entero y hasta vuelve a iniciarse, como en un loop, durante los créditos finales. Como si hubiera ahí una búsqueda insistente de que la canción pueda explicar algo más, algo difícil de explicar. Durante la época del kirchnerismo Charly estuvo mal de salud. Sus proyectos artísticos quedaron postergados y el único registro que quedó es el proyecto, muy dificultoso, de Kill Gil (2010). Algunos de sus registros volverán a aparecer en La Lógica del Escorpión (2024) como la canción “Rompela” y la versión de “Watching the wheels” de John Lennon. Durante el gobierno de Mauricio Macri, Charly editó su anteúltimo disco de estudio, Random (2017). Allí aparecen sus conflictos con los profesionales de la salud mental (“La medicina quiere otro”) pero también lecturas coyunturales sobre los programas evangélicos de la trasnoche televisiva; la ironía de no ver “el gato que hay en vos”; la actualidad random de la inspiración en “La máquina de ser feliz” que “se prende y se apaga sola” y, finalmente, la canción “Rivalidad”, en la que aparecen vecinos y una reivindicación abierta de la confrontación en tiempos de consignas repetidas como “cerrar la grieta” o “unir a los argentinos”. Charly veía otra cosa. Llegamos a un presente en el que no podemos dejar de escuchar (y leer) La lógica del escorpión (2024) pensando en nuestro tiempo. Un tiempo donde justamente no hay tanta lógica, donde se escucha, habitualmente, una frase que es el título de una de las canciones más lindas del disco: “Yo ya sé”. Allí Charly despliega toda su poética cuando dice que “Dios te ha dejado solo, como internet” para luego enfatizar que “Hoy que querías de todo, nada tenés”. Parece la contra campaña de la empresa de celulares que te invita, hoy, a “elegir todo”. No es solo esa canción. Hay ideas que nos interpelan aquí y ahora. Como en “Autofemicidio”, cuando afirma “Los chicos quieren ser chicas, las chicas quieren ser grandes”; en “América” cuando dice que el “Valle del futuro es un oscuro callejón”, o en “El club de los 27”, cuando canta “Dios creó todo el universo y también al Ku Klux Klan”. Charly sigue teniendo la antena, y aunque pueda sintonizar mal por momentos, aunque su voz se nos pierda, es importante escucharlo porque nos está hablando hoy. Escuchar y tratar de entender algo, porque “aunque mantengo la esperanza, a veces con vivir no alcanza”. Por: Joaquín SticottiFuente: Panamá RevistaEl blog de Charly García (hecho por DIOS)
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