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Las mujeres, de ciudadanas republicanas a súbditas bajo el Franquismo

Las mujeres, de ciudadanas republicanas a súbditas bajo el Franquismo / Mónica Moreno Seco En 1931, por primera vez en la historia de España, las mujeres alcanzaron la ciudadanía plena con la Segunda República. La Constitución republicana sancionó la igualdad entre mujeres y hombres, noticia que fue recogida con entusiasmo por algunos periódicos como Polémica, de Petrer: «La República […] te ha liberado de la injusticia secular que te esclavizaba al hombre». A raíz de la consecución del derecho a voto, surgieron numerosas agrupaciones políticas de mujeres: por ejemplo, en Elche, el Grupo Femenino Socialista, dirigido por Francisca Vázquez y Rita García, y otro del Partido Republicano Radical Socialista, mientras en Alicante se creó la Unión Republicana Femenina, dirigida por la feminista Manolita Luque.Además, la República introdujo numerosos derechos civiles, como la igualdad de los cónyuges en el matrimonio o la aprobación del divorcio, medidas que terminaron con la subordinación legal de la esposa al varón. Hubo una creciente incorporación de las mujeres al mundo laboral, si bien no puede olvidarse que, en términos generales, el salario femenino era un 50 % menor al masculino. Aunque muchos valores tradicionales continuaron vigentes en buena medida, a muchas mujeres, sobre todo de clase media, el régimen republicano les ofreció oportunidades para acceder a un trabajo, entrar en contacto con nuevas ideas o decidir con mayores cotas de libertad su futuro.Tras el golpe de Estado militar de julio de 1936, la guerra se extendió por todo el país. En Alicante, que perteneció al bando republicano a lo largo de todo el conflicto, las mujeres fueron elementos fundamentales en la resistencia. Aunque poco numerosas, las milicianas se convirtieron en símbolo de la lucha antifascista. Entre otras, cabe recordar a las alicantinas Carmen Fernández o Teófila Madroñal; a Rita García Agulló y Francisca Vázquez, socialistas ilicitanas, o a Remedios Jover, de Petrer, que formó parte del Estado Mayor de la 30 Brigada Mixta.No obstante, la aportación fundamental de las alicantinas al esfuerzo bélico se dio en la retaguardia. La movilización de las mujeres, aunque estuvo vinculada a espacios tradicionalmente considerados femeninos, como el cuidado, supuso su creciente presencia pública. La atención a personas enfermas y refugiadas fue su principal campo de actuación. También fue destacada su incorporación al trabajo en las fábricas, a pesar de las resistencias que en ocasiones encontraron, entre otros motivos porque se les consideraba competidoras en el mercado laboral. Esta labor sanitaria, asistencial y laboral fue impulsada por asociaciones como la Agrupación de Mujeres Antifascistas y la Unión de Muchachas, dirigidas por comunistas, o, en la órbita anarquista, Mujeres Libres, que además lanzó campañas contra la prostitución.En el terreno político, fue muy activa Izquierda Republicana Femenina de Alicante, con Manolita Luque y Francisca Ruiz Vallecillo. En el Partido Socialista, cabe mencionar a Paquita Sánchez o Victoria Castro. Por otra parte, en el movimiento ácrata, el Comité Provincial de las Juventudes Libertarias de Alicante llegó a tener tres mujeres de un total de nueve integrantes. Además de la presencia de mujeres en algunos comités municipales, como Marina Olcina en Alicante, la comunista Carmen Caamaño llegó a ser gobernadora civil de Cuenca.El final de la guerra supuso para las españolas una doble derrota, como ciudadanas y como mujeres. Perdieron los derechos políticos que habían adquirido y pasaron a ser consideradas menores de edad, sujetas a la tutela de un varón y recluidas en el hogar. Se prohibió el divorcio y se sancionaron el adulterio y el aborto. Los discursos de Sección Femenina y de la Iglesia difundieron un modelo de mujer sumisa y madre de familia, como reproducía la prensa alicantina con mensajes como: «la dedicación al hogar es la mejor de las liberaciones de la mujer».Frente a ese ideal, las vencidas experimentaron la represión por haber sido militantes de organizaciones de izquierda, pero también por tener familiares afines a la causa republicana. Para huir de la persecución política, numerosas alicantinas emprendieron la senda del exilio. Otras fueron encarceladas, en prisiones municipales y en el Reformatorio de Adultos. Por otro lado, cabe recordar que numerosas mujeres fueron fusiladas en la provincia por razones políticas, entre ellas una joven de 16 años de Dolores acusada de emborronar un retrato de José Antonio Primo de Rivera. Las depuraciones afectaron de forma especial a las maestras, por el deseo de eliminar todo vestigio de las propuestas pedagógicas republicanas.Además, el Fuero del Trabajo afirmaba «liberar» a las mujeres de las fábricas, por lo que se obstaculizó el trabajo femenino, en especial de las casadas. Las autoridades eclesiásticas y civiles ejercieron un control moral que castigaba con especial dureza a las mujeres, adquiriendo gran importancia el Patronato de Protección a la Mujer. Las mujeres, que habían conseguido el derecho a la ciudadanía con la democracia republicana, volvieron a ser súbditas de la dictadura durante 40 años. Fuente → informacion.es La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano