Maroc - ABC.ES - Opinión - 07/Mar 18:33

Usaid ha muerto

La agencia de desarrollo internacional de los Estados Unidos (Usaid por sus siglas en inglés) es ahora un cadáver insepulto . El gobierno del presidente Trump, a través del recién creado Departamento de Gobierno Eficiente (DOGE/Elon Musk) y su secretario de Estado, Marco Rubio, están dando los pasos finales para finiquitar su controvertida existencia. El secretario Rubio ha comentado, de forma casi que lapidaria, que «con solo 250 empleados más o menos y una oficina adscrita al Departamento de Estado y bajo su supervisión personal, es todo lo que se necesita para cumplir con nuestra colaboración en la alineación de mejores oportunidades de desarrollo en países socios y amigos de los Estados Unido». Cabe señalar que la nómina actual de la agencia alcanza los 10.000 funcionarios. Desde hace varios años se clamaba a gritos ensordecedores por la degradante corrupción que formaba parte de la cultura general de su personal, que pasando el tiempo se fue convirtiendo en el quehacer diario de la institución. El presidente Trump destapó una caja de Pandora y cuando DOGE la fue a revisar se encontraron no una caja, sino un barril lleno de mortecina. La agencia fue creada en 1961 por el presidente John F. Kennedy. Su honorable intención fue convertirla en un pilar fundamental de la política exterior estadounidense. El objetivo era el de promover el desarrollo sostenible, fortalecer instituciones democráticas y fomentar la estabilidad global. Poco se imaginó JFK que su buen gesto sería tergiversado al pasar de los años. El personal de Usaid se instituyó como un cuarto poder constitucional decidido a actuar por su cuenta sin tener que rendir cuenta de cómo ni a quién se le favorecía con jugosos contratos y, en una gran mayoría de casos, sin que este personal intocable, ni sus contratistas, tuvieran que rendir cuanta de sus actos. Conocedores del tinglado montado alrededor de la agencia resumen el proceder de esta manera: «Si la tarea es muy asquerosa para ser consumada por la CIA, esta se le transfería a Usaid para su ejecución…». Causa, cuando menos indignación nacional, descubrir y poner en evidencia cómo se despilfarraron cientos de billones de los contribuyentes estadounidenses. En el primer mandato del presidente Trump, estos mismos empleados públicos se dedicaron a entorpecer la gestión de gobierno. Usaid actuaba sin formar parte de la Administración Federal y sin rendir cuenta de sus actos, incluso al Congreso. Basta con leer el libro del doctor Mark Moyar, 'Masters of Corruption', para comprender el intocable poder que ejercían esos funcionarios, al extremo de que ni siquiera el administrador y los responsables designados por el presidente Trump pudieron controlar la vorágine de estos personajes, hasta ese momento inamovibles, dedicados a oponerse y entorpecer la gestión presidencial. Durante la administración del presidente Biden, bajo la dirección de Samantha Power, la degradación se incrementó. Quizás vale la pena someternos a un breve ejercicio para recalcar que mis comentarios no son objeto de elucubraciones ni teorías conspirativas. Le propongo respetuosamente al lector que utilice el siguiente enlace para que haga una búsqueda superficial para que determine a quienes les fueron otorgados fondos de los contribuyentes americanos, la mayoría de estos a fondo perdido y sin que nadie haya rendido cuentas de cómo fueron utilizados. Basta con consultar https://datarepublican.com/award_search/ Por mi parte, siendo de origen venezolano, coloqué en el buscador la palabra «Venezuela» y para mi asombro me encontré que Usaid había destinado 758.448.406 dólares de su presupuesto a presuntas gestiones en el país. Al día de hoy nadie conoce los resultados provenientes de la utilización de esos fondos y nadie ha rendido cuentas a la agencia. Llama poderosamente la atención como Cuba, Nicaragua, Afganistán, Siria, y así muchos otros consumados enemigos de los Estados Unidos, fueron receptores de fondos otorgados por Usaid. El problema no radica únicamente en los miles de millones de dólares desperdiciados, sino en la falta de alineación con los intereses estratégicos y culturales de Estados Unidos. La pregunta central es: ¿por qué financiar a quienes no comparten nuestros valores ni principios? No me cabe duda de que la Usaid marchaba a la deriva. La mitad de los escritorios en la oficina principal están vacíos. La fuerza laboral se acostumbró a trabajar desde casa y se niega a regresar. Si ese es el caso en la oficina principal en Washington D. C., no puedo imaginarme lo que podría estar sucediendo en las oficinas exteriores distribuidas por todo el mundo, con poca supervisión y actuando casi como embajadas 'ad hoc'. El secretario Rubio tomó la decisión de cerrar estas misiones en el exterior y repatriar a todos sus funcionarios. La rendición de cuentas es el tema principal en Usaid. Cómo puede manejarse el tesoro de los contribuyentes financiando contratos y 'grants', que en muchas oportunidades se otorgaban sin un proceso licitatorio. ¿Habrá participado Usaid en el financiamiento de oenegés dedicadas a la promoción y salvaguarda de la gran invasión de indocumentados a los Estados Unidos? Todo parece indicar que sí. En los últimos días, un clamor de ciudadano pedía la intervención en Usaid y ese grito fue escuchado por Donald Trump. El desmantelamiento de la agencia está siendo ejecutado a pasos agigantados. Es de hacer notar que la minoría demócrata en el Congreso se ha echado a la calle a manifestarse frente a las instalaciones de Usaid, oponiéndose a las ordenes presidenciales. Pienso que el partido de oposición ha perdido el norte al no escuchar que la gran mayoría de los ciudadanos están de acuerdo con el cierre de la agencia. Muchos en las redes sociales piensan que ese fervor demócrata esconde otros designios, como podrían ser las fuentes de financiación indirectas a campañas y proyectos que beneficien a sectores geográficos con ciertos propósitos electorales, ya que no se explica por qué tanta algarabía. Con el regreso de Trump a la Presidencia de los Estados Unidos , la visión de «América primero» vuelve al centro de la agenda internacional. El liderazgo futuro de una nueva institución bajo la supervisión directa del secretario de Estado requerirá visión, pragmatismo y un compromiso inquebrantable con los principios que han definido al país como líder global. Nuestra tarea por delante es hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande lo más rápido posible. En algunos casos, puede que tengamos que hacerlo «a Dios rogando y con el mazo dando»; en otros, puede que tengamos que usar nuestra mano izquierda para llegar al mismo resultado.