El apoyo económico de empresas e instituciones de ámbito nacional e internacional al arte contemporáneo es una de las claves del éxito de ARCO:...
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Hay un aspecto que suele pasar desapercibido al público general, aunque resulta crucial para el ecosistema artístico: la colaboración institucional. No se trata solo de la presencia de museos, fundaciones o comunidades autónomas con sus respectivos estands, sino también del papel de empresas y patrocinadores que, con su apoyo, facilitan adquisiciones, premios y experiencias que enriquecen cualquier feria. En esta edición de ARCO, la lista de colaboradores es extensa y diversa, incluyendo nombres como Lexus, Ruinart, illy, Cervezas Alhambra, Iberia, El Corte Inglés, Radisson RED, Bodegas ENATE, Fundación Banco Santander y Leica, entre otros. Cada uno de ellos ha encontrado su manera de integrarse en el engranaje, aunque la forma en que lo hacen ha ido cambiando. Si bien en ediciones anteriores era común que estas empresas apostaran por la compra directa de obras o la concesión de premios a artistas, en la actualidad se observa una diversificación de modelos. No todo son adquisiciones y no todas las instituciones siguen la misma línea dentro de la feria, lo que, lejos de ser un inconveniente, aporta dinamismo y evita la monotonía en un evento que, para visitarlo en su totalidad, sigue requiriendo al menos de un par de días. Si algo ha caracterizado a esta edición de ARCO es la sensación de frescura que en otras ocasiones parecía diluirse entre propuestas demasiado previsibles. La variedad de formatos y temáticas ha permitido una mayor riqueza visual y conceptual, aunque la pintura haya tenido un protagonismo destacado frente a disciplinas como el videoarte o la escultura. En el trasfondo de la feria la Amazonía ha sido la temática preestablecida, pero sin que ello implique una limitación en la oferta artística, sino más bien una vía para conectar discursos. En tal contexto, la presencia de los estands institucionales ha sido clave para aportar profundidad y cohesión a la feria. El stand de la Diputación de Huelva ha sobresalido con un proyecto casi hipnótico del artista Dionisio González, centrado en las Marismas del Odiel. A través de una narrativa visual que fusiona estructuras futuristas con paisajes naturales, González plantea una reflexión sobre la transformación del territorio y la huella arquitectónica en entornos frágiles. La propuesta, que equilibra lo especulativo con lo poético, es un claro ejemplo de cómo el arte puede abordar problemáticas ambientales sin caer en lo panfletario. Por su parte, el estand del Institut d'Estudis Baleàrics ha sido otro de los grandes aciertos de esta edición. Su instalación más destacada, 'TAPÍS', de la artista Mònica Fuster y comisariada por Sebastià Mascaró, explora las técnicas de teñido por reserva aplicadas a una estructura de cañas y cuerda, empleada en performances que reivindican el cuidado de los campos mallorquines. Se trata de una obra que aúna tradición y contemporaneidad, demostrando que la investigación en materiales y técnicas artesanales sigue teniendo un lugar de relevancia en el arte actual. Otro de los hechos destacables de esta edición ha sido la irrupción del sector bancario con una estrategia expositiva propia. Si bien la relación entre banca y arte no es nueva, lo habitual ha sido encontrar fundaciones vinculadas a entidades financieras que adquieren obra o patrocinan actividades, pero en este caso hemos visto algo distinto: Banca Mediolanum ha montado su propio estand emulando la dinámica de los solo projects que habitualmente presentan las galerías. Detrás de esta iniciativa está Alicia Ventura, comisaria que ha mediado entre la entidad y la artista seleccionada, la alicantina Luisa Pastor. Su trabajo, meticuloso y con una ejecución cercana a la orfebrería, ha sido la carta de presentación de este nuevo modelo de colaboración entre banca y arte contemporáneo. Aunque las obras expuestas no están a la venta, la propuesta abre la puerta a nuevas formas de mecenazgo y visibilización de artistas. Si bien la feria ha mostrado una mayor variedad en cuanto a los formatos de colaboración institucional, el mercado sigue siendo un termómetro clave para medir el impacto de cada edición. Entre las adquisiciones más destacadas, sobresale la compra de dos piezas por parte del MACBA de Buenos Aires: 'Roldes 4', del español Manuel Calvo, y 'Continuité', del argentino Héctor García Miranda . Ambas obras, provenientes de la galería José de la Mano, reflejan el creciente interés por rescatar nombres esenciales del arte moderno y contemporáneo, contribuyendo a ampliar el discurso museográfico de la institución bonaerense. Si hay una entidad que requiere especial atención dentro de la feria es la Fundación ARCO, cuya labor en la promoción y adquisición de arte contemporáneo ha sido fundamental a lo largo de los años. Sin embargo, en tiempos recientes, el respaldo a esta iniciativa parece llegar en cuentagotas, lo que pone en riesgo su continuidad. Conscientes de esta situación, algunas empresas han decidido aportar su granito de arena, como es el caso de la firma de perfumes Frédéric Malle, arraigada en la más pura tradición perfumística francesa. Desde hace tres años, la marca ha adquirido obra para donarla a la fundación, pero este año ha dado un paso más al instalar su propio estand en la feria, convirtiéndose en uno de los primeros espacios que recibe al visitante en el pabellón 7 de IFEMA. La propuesta de Malle no se limita a la exhibición de arte, sino que ofrece una experiencia original. Tengamos en cuenta que el éxito de la feria no se sostiene únicamente en las galerías y los artistas, sino también en el apoyo institucional, ya sea público o privado. Fundación Miró, que celebra su 50 aniversario, Museo del Prado, Fundación Chirino ... Sin estas alianzas estratégicas, perdería parte de su capacidad de atracción. Aunque los modelos de colaboración han cambiado con el tiempo, lo esencial sigue siendo el compromiso con la cultura. En un momento en que el mercado fluctúa y las políticas culturales son cada vez más inciertas, resulta fundamental que las instituciones —sean museos, bancos, marcas de lujo o administraciones locales— entiendan que su papel en ARCO va más allá de la visibilidad: se trata de un compromiso real con el presente y futuro del arte. Y mientras ese compromiso siga en pie, ARCO continuará siendo un indicador relevante para el sector cultural.
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