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El líder del PP se apunta a tergiversar una noticia agitada por la extrema derecha sobre un contrato para financiar la venta de trenes por empresas españolas a Marruecos. Feijóo hace así justo lo que dijo a sus parlamentarios en 2022 que no debían hacerSin mucho éxito en Bruselas, al PP siempre le queda la metadona del Senado El regreso de Donald Trump y sus consecuencias, como el riesgo de la imposición de aranceles a España, han hecho que la dirección del PP haya avisado a sus parlamentarios de que no deben dejarse arrastrar por Vox. Es un consejo razonable, aunque en Génova siguen sin entender que continuar denunciando que España sufre la mayor emergencia migratoria de su historia sólo contribuye a fortalecer a los de Santiago Abascal. Convence a los votantes de Vox de que deben mantener la fidelidad a su partido, porque es quien tiene el mensaje más duro contra la inmigración. Es difícil seguir la pista de la coherencia o falta de ella de los mensajes de Alberto Núñez Feijóo en el asunto de las relaciones con Vox. Lo que no se ve con tanta frecuencia es que el líder del PP utilice la sesión de control para unirse a la extrema derecha en una de esas manipulaciones bastante burdas contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Da mala imagen que parezca que Feijóo necesita los bulos ultras para hacer oposición. En especial, si está pidiendo a los suyos que no sigan la corriente a Vox como los perros que echan a correr ladrando cada vez que pasa un coche por delante. En la sesión de control del miércoles, Feijóo hizo varias denuncias de derroche económico en su duelo con Sánchez a partir de la decisión de Hacienda de no conceder la exención completa del IRPF a los que reciben el salario mínimo después de la última subida. Ese incremento al que se oponía porque no lo apoyó la CEOE. Uno de los casos citados fue especialmente llamativo. “No hay dinero para el tren de Extremadura pero sí 750 millones para comprar trenes en Marruecos. Para lo que le interesa, sí hay dinero, ¿no?”, dijo Feijóo. ¿España va a comprar trenes para regalarlos a Marruecos? Vale que a España le interesa contar con buenas relaciones con el vecino del sur, pero esto parece demasiada generosidad. Todo procede del típico arrebato ultra surgido hace una semana cuando apareció la noticia que fue recogida por las redes de Vox. “Pagamos impuestos para construir los servicios ferroviarios de Marruecos”, dijo el partido en una manipulación evidente de los hechos. Adjuntaba varias fotos de averías de trenes de cercanías en España y de pasajeros esperando en los andenes. La noticia es que España concederá créditos por valor de 754 millones de euros a Marruecos para que compre cuarenta trenes interurbanos. Los préstamos se devolverán en un plazo máximo de diez años. Como muchos préstamos que se entregan a países más pobres, es también una ayuda que España se da a sí misma. Esos trenes se tendrán que construir en nuestro país. Los créditos forman parte del Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM) con el que el Ministerio de Economía fomenta “la internacionalización de la empresa española”. El objetivo es “promover las operaciones de exportación de las empresas españolas, así como las de inversión española directa en el exterior”, según la información que facilita el Ministerio. “Al ser un crédito, Marruecos debe devolver el dinero, y el mecanismo utilizado hace que tan solo se pueda utilizar para adquirir bienes y servicios de empresas españolas”, explicó la web Maldita ya hace unos cuantos días. Los créditos aseguran la actividad y los puestos de trabajo en las empresas españolas que fabrican los trenes que se venderán. Es práctica habitual en la ayuda internacional de países como Estados Unidos y Francia. La ayuda es real porque sirve para que países como Marruecos superen sus posibles dificultades financieras para conseguir crédito en los mercados. Los donantes salen beneficiados con los encargos a sus empresas. Como se deduce que Feijóo no está en contra de que las empresas españolas reciban ayudas públicas para la exportación, que han existido con todos los gobiernos, hay que suponer que la maquinaria de frases efectistas y en ocasiones demagógicas con las que se preparan las sesiones de control no podía escapar a la tentación de relacionar a Marruecos con las necesidades ferroviarias de Extremadura que, obviamente, van por caminos presupuestarios diferentes. Lo habitual es generar resentimiento entre comunidades con los catalanes, aunque se admite la creatividad de hacer lo mismo con países extranjeros. La imagen del presidente del PP saliendo detrás de un ataque de aroma xenófobo propalado por la extrema derecha no es precisamente la que el partido quiere extender. Lo que sí es un hecho es que Feijóo reclamó el 10 de febrero a sus parlamentarios “más agitación en las redes”, según contó El Mundo (¿más todavía?). Más espíritu tuitero, decía. El mismo político que mostraba un poco disimulado desdén por los políticos que vivían colgados de Twitter a la caza de retuits y 'likes' ahora pide a los suyos que vayan a la batalla digital armados de sus móviles. Cuántos pelos se ha dejado Feijóo en la gatera madrileña. La hemeroteca ofrece un momento delicioso por su contraste con la situación actual. Fue llegar a Madrid en 2022 y Feijóo reunió a todos sus parlamentarios con la intención de dejarles claro el nuevo código de conducta: “No creo en los circos parlamentarios, sino en un trabajo serio de las cámaras. Prefiero una crítica razonada a un titular llamativo. Apoyaré mucho antes una iniciativa que sea útil a los españoles que una foto que sirva para satisfacer el ego del retratado, y valoraré mucho más una enmienda correcta a los Presupuestos Generales del Estado que un tuit ingenioso”. Con la frase de los trenes de Marruecos, Feijóo se apuntó al circo parlamentario de los zascas en la sesión de control, consiguió su titular llamativo para cercar a Sánchez y generó material para los tuits ingeniosos con los que atizar al Gobierno por ser más generoso con los musulmanes extranjeros que con los pobres extremeños. Sólo le faltó la foto, porque la imagen de Feijóo en el escaño tampoco es que dé para satisfacer el ego de nadie. Feijóo no quiere que los dirigentes del PP se vean arrastrados por las polémicas que promueven desde Vox, sino que generen sus propios mensajes de crítica al Gobierno, y resulta que se une una semana después a un escándalo ficticio generado en las redes de la extrema derecha y agitado por Vox. El Feijóo de 2022 hubiera dicho que el Feijóo de 2025 es un aspirante a influencer político que debería aprender de la “política para adultos”.
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