Maroc - ABC.ES - Deportes - 17/Feb 03:10

Caso Rubiales: el juez que no quería estar ahí

El magistrado José Manuel Clemente Fernández-Prieto tiene, con 70 años de edad, una dilatada carrera judicial a sus espaldas que, hasta hace unos días, cuando le tocó llevar la batuta en uno de los juicios más mediáticos que se recuerdan en la Audiencia Nacional , había pasado desapercibida para el gran público. Ingresó por oposición en 1984 y se estrenó en el Juzgado de Distrito de Castuera, en Extremadura, desde donde saltó a Madrid y tras pasar por varios juzgados de instrucción y un juzgado de lo penal llegó a la Sección Sexta de la Audiencia Provincial. En 2019, con casi todo hecho ya, optó a un concurso de traslado que le puso al frente del Juzgado Central de lo Penal Único de la Audiencia Nacional. Sólo hay uno de su especie porque en un órgano que se encarga de delitos de especial gravedad, como el terrorismo, no abundan los procedimientos que acarrean condenas de menos de cinco años de prisión. Esos son los que juzga él. Quizá pensó que era un destino tranquilo, aunque estimulante, para la recta final de su carrera de magistrado. Quizá volvió a pensar en ello cuando el pasado 3 de febrero había más de un centenar de periodistas acreditados para escucharle abrir juicio oral al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales , por el beso que propinó a la jugadora Jennifer Hermoso en la final del Mundial de Sidney. Como fuere, ha cobrado un inusitado protagonismo en un juicio que se ha retransmitido por streaming en sesiones que seguían decenas de personas desde distintos lugares del mundo y que le han visto llevarse las manos a la frente, cabecear, interrumpir para agilizar los relatos de unos testigos o llamar la atención sobre los modos de otros. Que han visto a un magistrado que no parecía querer estar ahí. «Me tienen ustedes agotado», llegó a zanjar al levantar una de las sesiones. Para la hemeroteca queda, por ejemplo, el modo de enzarzarse con la fiscal, a caballo entre una película de juicios y una comedia, con intercambios sucesivos de «protesto», «pues proteste» para delimitar los hechos por los que se podía interrogar. Certero o no al marcar los contornos, que eso ya lo dirán las sentencias de apelación, sus apreciaciones a veces generaban asentimiento en la bancada de las defensas. Otras, en la acusación. Algún letrado hubo de llevarse la mano a la boca para disimular la risa, como cuando preguntó al perito sordo de nacimiento, que comparecía por videoconferencia: «¿Nos escucha?». Más célebres fueron los comentarios de abroncar y los que apuntaban a que las sesiones se le estaban haciendo largas. «Si nos da luego un mitin nos podemos tirar aquí hasta el día del juicio final», le dijo a Rubiales. Y sólo era martes. «Bastante está durando ya el juicio», enunciaría un día después, cuando manifestó que las declaraciones de los testigos le estaban pareciendo «bastante insulsas». Ya venía de regañar a un par de declarantes. Al que fue director de comunicación de la RFEF, Pablo García Cuervo, le reprochó «la chulería» (merecidamente, según se comentaba en los pasillos) y al seleccionador nacional, Luis de la Fuente, que pretendiese elegir a qué responder, como en una rueda de prensa. Lo suyo daría juego: «Es un testigo que lleva diez minutos diciendo que no sabe nada y nos hemos empeñado en que es un mentiroso. Y no digo que no lo sea, pero queréllense si consideran que ha mentido en el juicio», zanjó sobre el seleccionador. No fue el único caso. «¿Pegamos a la testigo para que nos diga lo que usted quiere?», espetó a la acusación que ejerce la AFE cuando repreguntaba a Montse Tomé . «Siga, siga», refería una y otra vez estos días, metiendo prisa. Ahora, es él quien juega contra el reloj porque le toca redactar la sentencia. El reservorio de la administración de justicia devuelve varias firmadas por él e indican que también por escrito le gusta ir al grano y que es ágil con los plazos. «Con esto, aunque parezca mentira, hemos acabado», dijo el viernes en la última sesión del juicio, pero su resolución no será firme. Para las partes, está aún lejos el final. A Rubén Rivera «Escuche las preguntas. No se traiga un rollo preparado» A la fiscal «No estamos enjuiciando si debía o no dimitir. Vamos a los hechos» A Rubiales «Si nos da luego un mitin nos podemos tirar aquí hasta el día del juicio final» «No estamos en un debate» A la sala «Bastante está durando el juicio» A un letrado «Las declaraciones son bastante insulsas» Sobre Tomé, a la AFE «¿La pegamos para que diga lo que usted quiere?» «Llevo tres días diciéndolo, los testigos dicen hechos, no hacen juicios de valor» Sobre De la Fuente «Lleva diez minutos diciendo que no sabe nada y nos hemos empeñado en que es un mentiroso» A De la Fuente «Aquí uno viene a contestar lo que se le pregunta» A García Cuervo «Basta ya de esas contestaciones. Quiero saber las cosas con claridad, no con chulería» A todos «Me tienen ustedes agotado» Al final «Con esto, aunque parezca mentira, hemos acabado»