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La leyenda de hoy tiene lugar en la ciudad balnearia de Mar del Plata, en las costas argentinas. Hacia comienzos del siglo XX, el pueblo de Mar del Plata estaba definido como el destino favorito de la clase alta de Buenos Aires, que comenzaba a construir allí sus chalets de lujo en donde pasaban las extensas vacaciones de verano, que duraban cuatro meses. Uno de los veraneantes miembros de la burguesía era Ernesto Tornquist, empresario y estanciero, que se dedicó a realizar numerosas obras públicas en Mar del Plata, embelleciendo la ciudad que había elegido para establecer su casa de veraneo. En el año 1904 el empresario Ernesto Tornquist, que deseaba otorgar a la ciudad un monumento característico por el cual se hiciese famosa, encargó al arquitecto Carlos Nordmann la construccion de un castillo de estilo medieval, que una vez terminado se hizo famoso por un enorme torreón que dominaba la estructura. Al poco tiempo de ser inaugurado, sin embargo, los lugareños comenzaron a ver extrañas luces y apariciones por las noches, fenómenos paranormales que continúan hasta hoy y que aumentan la fama fantasmal de Mar del Plata. La construcción había sido bautizada como el torreón del monje en honor al padre Ernesto Tornero, quien en el siglo XVI había dirigido el primer asentamiento religioso en tierras del Río de la Plata. La parte militar del asentamiento estaba a cargo del capitán español Alvar o Álvaro Rodríguez, quien, en contacto con los aborígenes,en un principio pacífico, entabló relación con una mujer indígena a quien bautizó Marina o Mariña, curiosa coincidencia con la amante del conquistador del imperio azteca, Hernán Cortés. Esta relación amorosa pronto suscitó los celos de un cacique indígena, de nombre Rucamará. Despechado por el rechazo de la joven y bella mujer, Rucamará exaltó los ánimos de su tribu y ordenó un ataque contra el asentamiento. Los españoles, que eran pocos en número, no pudieron resistir el ataque de los indígenas, y debieron abandonar el lugar apresuradamente. Para evitar una matanza, Rucamará exigió que la joven Marina le fuera entregada. Alvar Rodríguez se negó a aceptar la condición, pero la joven, que no quería regresar con su pueblo, manifestó su decisión de sacrificar su amor para que la vida de su amado y la de sus compañeros, entre ellos la del padre Tornero, fuera respetada. Sin embargo, la victoria de Rucamará fue de corta duración. Su tribu practicaba la poligamia, por lo que Marina no sería sino una más de sus esposas, aun cuando fuera la favorita. Celosa por haber sido desdeñada en favor de Marina, una de las mujeres del cacique decidió contactar a los españoles y revelarles cómo podían hacerse nuevamente con el fuerte mediante un ataque sorpresa. El ardid funcionó y en esta ocasión fueron los españoles quienes pusieron en fuga a los indígenas. Cercado por sus enemigos, Rucamará se hallaba en lo alto de una torre que daba a los acantilados, tal como hoy sucede con el torreón, aferrando a la deseperada Marina. El capitán Alvar Rodríguez le aseguró que respetaría su vida si se rendía y dejaba ir a la mujer, pero la decisión del orgulloso cacique estaba tomada: abrazó a Marina y junto a ella se arrojó a los acantilados. Los fantasmas que deambulan por el oscuro torreón no serían sino los de los contrariados amantes, quienes se encuentran nuevamente en la muerte buscando, tal vez, una felicidad que en vida les fuera negada. Hay quienes dicen que esta leyenda fue creada por el propio Ernest para dar mas misticismo al castillo y al monumento. Cuentan que .mando a un escriba a redactar esta historia que ha ido pasando de boca en boca durante todos estos años… Pero Tornquist no se contentó con donar el mirador, sino que además quiso dotarlo de una historia que le sumara misticismo a Mar del Plata, pueblo que había sido fundado recién en 1874, por Patricio Peralta Ramos. Así hizo difundir un texto, atribuido al cronista Padre Antonio Santillán y supuestamente escrito en 1695, aunque en realidad estaba inspirado en una obra del chileno Alberto del Solar. Se dijo que había sido hallado en un cofre dentro de una recámara en la piedra, por uno de los obreros que picaban la roca para crear la base lisa donde se construiría el torreón. ¿Piensas que la leyenda es real o es ficticia?
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