Autor Columnista_Invitado En 1990, el presidente Gaviria implementó una apertura económica y comercial sin establecer condiciones técnicas...
Vous n'êtes pas connecté
Desde el fin de la II Guerra Mundial , la seguridad y bienestar de la población del globo ha aumentado significativamente y depende del derecho a paso seguro por océanos y mares. El orden y predictibilidad en ese espacio común generó beneficios al progreso material y bienestar social de la humanidad, el cual pasa desapercibido para la mayoría de sus habitantes. Su origen no es fortuito. Podemos trazar con certeza que ese orden marítimo mundial comenzó a contar del Congreso de Viena de 1815. El sistema europeo y global de relaciones internacionales emergerá encabezado por una potencia marítima que dominará los mares del mundo por más de un siglo. Gran Bretaña se encargaría de ejercer la libertad de los mares sostenida en un orden económico y jurídico que tenía como árbitro su propia flota, pero que en la práctica era inclusivo y flexible: invitaba a otras potencias menores a sumarse. El resultado fue exitoso pues benefició a la mayoría. Este nuevo orden marítimo tuvo resultados inmediatos, se puso fin al tráfico de esclavos y a la piratería remanente, la seguridad de la navegación creció porque hubo funciones de policía efectiva y el sistema de seguro naviero se expandió notablemente. Las nuevas repúblicas hispanoamericanas iniciaron un activo comercio con toda Europa, el flujo de emigrantes europeos hacia los lugares templados del mundo creció exponencialmente, los mercados de Asia se abrieron al comercio transpacífico, las costas del Océano Índico empezaron a ser seguras, el interior de África comenzó a ser explorado y colonizado, el cable submarino llegará a muchas costas del mundo en la segunda mitad del siglo XIX. Lo más importante de esta expansión es que lo hace acompañada de una constante construcción y aplicación de reglas que hacen el proceso continuo, progresivo y expansivo: con ventajas para los involucrados. El sistema no requirió ser coercitivo. Cuando el Parlamento se alza contra el Ejecutivo en Chile en 1891 y se traslada a Iquique a bordo de la flota chilena, los extranjeros residentes claman a Londres la intervención del escuadrón británico local. El almirante a cargo contesta: «No tengo suficientes fuerzas para combatirlos, ni tampoco es nuestra tarea hacerlo, nuestra misión es observar y asegurarnos que se comporten conforme a las leyes». Semanas después informa que la flota chilena se ha comportado «de una manera mesurada y humana». El siglo XX llega con unos breves años de tranquilidad y prosperidad, ganada por los frutos de la industrialización y del mercado. Vendrían los años terribles de la guerra total, primero con la matanza de la juventud europea. Le sucederían dos décadas de paz engañosa, preñada del escapismo ante el dolor y las dudas sobre el papel de nuestra civilización. Caeríamos nuevamente en un conflicto redobladamente cruel. En él morirán dos civiles por cada soldado que cae, en la peor conflagración que conocimos. Accederemos a la paz divididos, las potencias marítimas democráticas y las eurasiáticas totalitarias. En materia de meses entraríamos en otra lucha económica e ideológica de cuatro décadas más. En ese difícil siglo, la libertad de los mares se mantuvo, incluso durante las guerras, los neutrales pudieron hacer respetar sus derechos de tránsito inocente. A finales de este período la Convención de Derecho del Mar representó un importante capítulo antecedido por organismos internacionales complementarios. El transporte aéreo creció durante el siglo, reproduciendo los principios y derechos aplicados en el espacio marítimo. Allí el derecho de paso inocente se consagrará igualmente. Otro tanto ocurrirá con el espacio extraterrestre. La administración de estas dos nuevas dimensiones de los comunes internacionales se explica por lo logrado por las potencias marítimas en los océanos en los siglos anteriores. El sistema internacional, tras la caída del Telón de Acero, se benefició de las libertades del uso de los espacios comunes. Esto exigió recursos de administración para las actividades sobre el mar, en el aire y en la estratosfera. Las armadas, las fuerzas aéreas y los comandos especiales vigilan esos espacios. Hay potencias de distintos tamaños y ubicación en el globo que gastan recursos para que esto sea posible. Es la histórica alianza de potencias marítimas que sostienen el orden y régimen de las comunicaciones y el tráfico de bienes, personas y señales electrónicas. Potencias que son sociedades abiertas, con fuertes estratos comerciales y empresariales de carácter liberal, propensas al escrutinio democrático en sus sistemas políticos, desde la batalla de Salamina hasta nuestros días. Si ellas desaparecieran, no solo dominarían los autoritarismos continentales enemigos de las libertades, también la piratería volvería a resurgir, también habría espacios aéreos no transitables y las actividades satelitales legítimas se verían entorpecidas. El beneficio material del transporte marítimo es sorprendente: genera seguridad alimentaria a millones de personas, da la energía requerida para climatizar otros tantos hogares, provee vestimenta costeable a población de bajos ingresos en los rincones del mundo, otorga herramientas industriales y agrícolas a áreas subdesarrolladas. Para qué hablamos de los millones de equipos y utensilios intercambiados a bajo costo. Sin olvidar que el grueso de la comunicación electrónica se hace por cable submarino. Muchos de los países del Sur Global son consumidores de esta seguridad y les cuesta a veces comprender los efectos paliativos y ventajas obtenidas con la existencia del orden marítimo. En el espacio aéreo los beneficios están circunscritos a las clases altas y medias, que les permite corrientes de turismo en ambos sentidos, desde y hacia países de bajos ingresos, generando un círculo virtuoso de progreso económico. Las comunicaciones satelitales dan acceso a información económica y estratégica; no todos imaginan que pasaría si desaparecieran. Entre estratos de países desarrollados se ignora que su seguridad alimentaria y energética dependen críticamente del comercio marítimo mundial. Europa hoy basada en una unión económico-social centralizada y dinamizada por la economía de una potencia continental como Alemania no ayuda a valorar esa realidad. Pero esta histórica alianza marítima aparte de ser económica ha sido siempre cultural y de seguridad. Hoy, muchas potencias de Asia oriental y Europa no podrían por sus medios dotarse de escolta naval para asegurarse ese vital transporte durante un conflicto global e incluso si se asociaran en el corto plazo, porque desarrollar armadas toma tiempo y es costoso. Por eso dependen del poder naval de los EE.UU. Dependencia que está sostenida por la economía de esa nación y su moneda, medio de cambio mundial. No olvidemos que, en los hechos, esa superpotencia no necesita del comercio marítimo para progresar, de ahí su tendencia histórica al aislacionismo . Dependemos de una potencia democrática continental propensa a embarcase en misiones evangélicas, que posee una Marina de guerra global por elección estratégica más que por razones económicas. Los tiempos indican que los últimos eventos internacionales podrán a prueba de manera radical los fundamentos sobre los cuales se construyó esa alianza marítima de prosperidad y de expansionismo democrático liberal que trajo relativa paz y estabilidad global.
Autor Columnista_Invitado En 1990, el presidente Gaviria implementó una apertura económica y comercial sin establecer condiciones técnicas...
Autor Columnista_Invitado En 1990, el presidente Gaviria implementó una apertura económica y comercial sin establecer condiciones técnicas...
Las aguas del Golfo de Cádiz y el campo de adiestramiento del Retín acogerán hasta el próximo 4 de abril unas maniobras conjuntas entre la Armada...
Del 26 al 30 de marzo se celebra en Madrid una nueva edición de la Educación, el salón internacional del estudiante y la oferta educativa y de...
Del 26 al 30 de marzo se celebra en Madrid una nueva edición de la Educación, el salón internacional del estudiante y la oferta educativa y de...
Por Violeta García, Globalports// En un mundo donde el 90% del comercio se transporta por mar, la necesidad de reglas claras, justas y universales...
La pasarela de mercancías, servicios y capitales entre EE.UU. y Europa empieza a resquebrajarse. Las decisiones políticas del Gobierno de Trump...
La pasarela de mercancías, servicios y capitales entre EE.UU. y Europa empieza a resquebrajarse. Las decisiones políticas del Gobierno de Trump...
Altos cargos del gabinete de Trump metieron a un periodista de The Atlantic en un chat utilizado para debatir ataques secretos contra los hutíes. ...
Altos cargos del gabinete de Trump metieron a un periodista de The Atlantic en un chat utilizado para debatir ataques secretos contra los hutíes. ...