Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 13/Jun 07:00

Felipe VI: 10 años bastan

Felipe VI: 10 años bastanRebeca Quintáns Ahora el rey goza de más libertad de acción para poder robar que el anterior monarca A Felipe lo pusieron ahí hace 10 años para intentar mitigar la mala imagen de la monarquía, en caída libre gracias a los extremos de Juan Carlos. El hijo como recambio del padre, con su porte moderno, pulcro y limpio, como de estreno. La imagen de la nueva monarquía, amor plebeyo incluido, con dos niñas rubitas, una infanta y la otra princesa como en los cuentos.  Y sin duda la operación les salió bien. No sabemos en cuántos puntos habrá subido la popularidad la corona, porque eso de las encuestas sigue sin apetecerles nada por si acaso, pero comparado con el momento de la abdicación de Juan Carlos seguro que ha mejorado bastante. Para empezar, porque más bajo no se podía caer ya y de ahí solo se podía ir a mejor. Y segundo, porque está tan protegido como lo estuvo su padre durante su reinado, puede que más, por lo que apenas sabemos nada de él que sea verídico. Ya antes de ser rey, cuando se prometió con Letizia Ortiz, sus guardaespaldas agarraron a un paparazzo que quería hacerles una foto en un centro comercial, se lo llevaron en volandas a un almacén, lo cachearon, lo desnudaron, le amenazaron y luego le dejaron marchar muerto de miedo a contar lo que le había pasado por los platós de televisión, como aviso a navegantes. Y después la cosa no mejoró. Felipe tiene en su haber el secuestro de la revista satírica El Jueves en 2007, en plena democracia como quien dice; y el procesamiento de varios raperos por injurias a la corona, uno de ellos, Pablo Hasel, encarcelado desde hace 4 años. Con esto, más las consignas dictadas a los medios de comunicación, ya nadie se atreve a hablar de Felipe. En realidad, nada ha cambiado. Y desde luego no se han tomado medidas para prevenir que actos delictivos como los de su padre jamás puedan volver a producirse. De hecho, todo lo contrario. Ahora el rey goza de más libertad de acción para poder robar que el anterior monarca. Cada vez hay menos transparencia sobre sus viajes oficiales, por ejemplo. Antes solía facilitarse a la prensa la lista de los empresarios que le acompañaban. Esto con Felipe ya no pasa. Ahora no sabemos ni quién le acompaña ni para qué. Ya no se informa y así nos ahorramos especulaciones absurdas. Por supuesto que no hay pruebas de que siga cobrando comisiones por facilitar negocios y contratas, por el petróleo o por mediar en el tráfico de armas con dictaduras que no respetan los derechos humanos, como hacía el emérito. Pero el relevo de Felipe en el trono parece que no ha supuesto mucho en las buenas relaciones que había consolidado Juan Carlos. Solo que ahora, para que no haya polémicas, se pone más énfasis en que no se filtren detalles. Sigue vigente la Ley de Secretos Oficiales de 1968, o sea, del franquismo, y se aplica con vehemencia haciendo que España se consolide como el Estado más restrictivo de Europa respecto al acceso a información sobre la compraventa de armamento. Más bien escasa la aportación de Felipe VI a la transparencia en este terreno. No es tranquilizador que ya haya tres de su grupo íntimo de amigos tristemente célebres por casos de corrupción En general, sabemos menos de lo que hace tanto oficialmente como en su tiempo libre. Apenas nada de quiénes son sus amigos. Pero no es tranquilizador que ya haya tres de su grupo íntimo tristemente célebres por casos de corrupción: Pepote Ballester (involucrado en el caso Nóos de Urdangarín), Kiko Sánchez Luna (en casos de corrupción en la Comunidad Valenciana) y el más amigo de todos, el Compiyogui, Javier López Madrid (metido en la trama Gurtel y en el caso de las Tarjetas Black, entre otros). ¿Qué confianza podemos tener en que no sea como su padre? Tampoco sabemos de su fortuna personal más allá de lo que declara él mismo voluntariamente (como hizo en 2022, con su propia versión oficial de exactamente a 2.573.392,80 euros de ahorros, sin reconocer ninguna propiedad inmobiliaria ni en España ni fuera, ni cuentas en el extranjero). Lo que diga tendrá que valer, porque la verdad es que no existe ningún mecanismo de control que le obligue a rendir cuentas, por el que se garantice que no lo ha ganado aprovechándose de su cargo, que no se ha utilizado ingeniería financiera para blanquear capitales, que no lo oculta en paraísos fiscales ni con testaferros, que lo ha declarado a Hacienda y pagado los impuestos correspondientes… ¿Qué confianza podemos tener en que no sea como su padre? Lo que sí sabemos a ciencia cierta de Felipe es que aparecía en los papeles de la Fundación Lucum como beneficiario en caso de fallecimiento del emérito; y que sólo cuando la justicia suiza se puso a investigarla, consideró oportuno darse por enterado y renunciar a la herencia, en un brindis al sol sin ninguna validez legal y que no incluía la renuncia a otras cuentas o propiedades que Juan Carlos pueda tener. Sabemos también que el viaje de novios de Felipe y Letizia fue organizado por Corina Larsen y pagado por un empresario amigo de su padre, Josep Cusí (aunque nos tuvimos que enterar por The Telegraph, porque a la prensa española no le interesan estas cosas). Y aun así se nos pide que creamos que Felipe no sabía nada de los tejemanejes de Juan Carlos. Tras 10 años de reinado Felipe VI ha sobrevivido esquivando las minas que el emérito todavía le va sembrando por el camino. Y las va esquivando, por cierto, con un estilo bastante parecido al de su progenitor: apartando a quien cae en desgracia para que no le salpique, ya sea un amigo, una hermana o su propio padre. Un juego peligroso que puede dejar como daños colaterales juguetes rotos, personas antes muy próximas que ahora están despechadas por haber sido apartadas, y están dispuestas a ofrecer información inaccesible por otros medios. Como el primo de Letizia, David Rocasolano, que afirma en su libro Adiós princesa poseer documentación muy comprometedora sobre actividades económicas de la pareja real, a buen recaudo por su propia seguridad. O su excuñado, Jaime del Burgo, que ahora dice haber sido amante de la reina y saber muchas intimidades que destrozarían la imagen de familia tradicional tras la que se esconden, y que amenaza con publicar. La impunidad de la que goza Felipe de Borbón le sirve para que los jueces archiven cualquier denuncia que pueda llegar a los juzgados, para que la entierren sin siquiera admitirse a trámite, sin que quede ningún rastro y, por supuesto, sin que se investigue nada. Y aun con todo esto Felipe no podrá evitar que sigan saliendo informaciones que hagan temblar los cimientos de la monarquía. Caerá. (*) Periodista de investigación y profesora. Su primer libro, «Un rey golpe a golpe», se publicó en el año 2000 por la revista «Ardi Beltza» bajo el pseudónimo de Patricia Sverlo. En 2016 publicó «Juan Carlos I: la biografía sin silencios» Fuente → mundoobrero.es La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano