Maroc - LA NUEVA ESPANA - Centro - 14/Sep 02:00

Septiembre

Sin duda que la razón asiste a nuestro Arzobispo en sus afirmaciones sobre la vida de los no nacidos, enfermos, ancianos y más. Si hay algo que produce hartazgo a los ciudadanos es el lenguaje acusatorio que los avezados políticos usan en sus discursos. No comparto que nuestro querido Arzobispo haya entrado a trapo en sus dialécticas y parte de sus homilías recientes en Covadonga suenen a ello. Nadie pone en duda su capacidad homilética y sabemos de las titulaciones académicas que la sustentan. Siempre dijo mi padre que él tenía una frustrada vocación diplomática, pareciéndole una de las dedicaciones más difíciles y el mejor instrumento para elaborar paz en los desacuerdos. Y realmente debe ser muy difícil. Me parece bien que su Excelentísima y Reverendísima persona muestre, desde la luz del mensaje de Cristo, a quienes legislen o promuevan políticas que atenten contra la dignidad de la persona, su desacuerdo y contradicción con el mensaje cristiano. Lo que no me parece diplomáticamente correcto es cuándo y dónde se dice, porque si es la Iglesia asturiana quien invita a las autoridades políticas a su casa en Covadonga, no tiene sentido que determinados invitados reciban una reprimenda sobre su hacer, lo que sus oponentes considerarán una justificación para su antagonismo. Existen otros ámbitos y foros con capacidad de réplica y contraste dónde hacer estas manifestaciones. Así que nuestro Arzobispo tiene razón en lo que dice pero no en la ubicación de su dictado. Recuerdo a quienes habiendo sentido la intervención de la Santina en su vida personal o rogándosela subieron de rodillas los 103 peldaños de la Escalera de la Promesa. Nada más lejos de sus corazones los escarabajos que se cuelan en la tablet con sermón de una pluma excelente, cuando solo debiera estar repleta de alabanzas a María e invocaciones para que guíe por caminos de paz y concordia los pasos de los asturianos.