Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 15/12/2024 12:00

'1936', la desmesura

'1936', la desmesuraCarlos Valades  Nos hemos acostumbrado a leer novelas, ver películas y obras de teatro con la temática de la guerra civil, siempre centradas en pequeñas historias, aristas de la gran tragedia que supuso nuestro conflicto patrio. Seguimos arrastrando las heridas y el desgarro que supuso en nuestra sociedad, y aún hoy en día muchos familiares siguen buscando los huesos de sus muertos tirados en las cunetas, olvidados por todas las administraciones y que solo el empeño de recuperarlos y darles sepultura mantiene su recuerdo vivo en esa ley a medias que es la de memoria histórica. Los cálculos ascienden a 114.000 víctimas en fosas comunes. Esa herida sigue sangrando. Andrés Lima, el director, hace frente al desafío de adaptar la totalidad del conflicto en una labor titánica. Y se pregunta, dando ya por hecho que la aristocracia, la iglesia y el ejército apoyarían la sublevación, ¿cómo es posible que una gran parte de la sociedad también lo apoyara? ¿De dónde vino todo ese apoyo al fascismo? ¿Por qué sigue existiendo todo ese apoyo en las urnas a la ultraderecha? Estamos ante uno de los montajes del año, por la puesta en escena que abarca el período más convulso que ha vivido España en el siglo XX, por el máximo nivel interpretativo y por la capacidad recrear el cainismo que parece ser nuestro sino El texto, firmado a cuatro bandas por Albert Boronat, Juan Cavestany, Juan Mayorga y el propio Andrés Lima peca ligeramente de la irregularidad de estar escrito por tantas manos. A pesar de ello, supone un gran acierto la inclusión en todo momento en escena del Coro de Jóvenes de Madrid que engrasa la obra dotándola de fluidez y descargando parte del peso emocional que conlleva la historia. Los jóvenes recorren el escenario, ya sea como atletas de las olimpiadas populares de Barcelona, como parte de un pelotón de fusilamiento o cantando el “Cara al Sol”, “la Internacional”, o “A las barricadas”.  El escenario está situado en el centro del teatro. Dos grandes cortinajes a ambos lados sirven para proyectar imágenes de la época. Varias mesas colocadas en los cuatro lados del escenario sirven de púlpito para que los diferentes personajes reciten su discurso, comenzado con el expansivo Antonio Durán “Morris” como Queipo de Llanos, llamando a los republicanos a deponer las armas. Aquí una muestra con la que arengaba a los suyos y con la que comienza 1936: “Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y a la vez a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”. Juan Vinuesa dota de una increíble verosimilitud a la figura de Franco, con la que siempre se corre el riego de caricaturizarla o deformarla, pero este actor habla y gesticula como el caudillo, se mueve como el dictador en una interpretación excelente. Es genial la escena en la que Franco discute con su padre (de nuevo interpretado magistralmente por Morris), en la que le ruega que le mande dinero a Galicia.  Sorprende ver a Guillermo Toledo, un habitual en los montajes de Andrés Lima, interpretar a personajes tan alejados de sus posiciones políticas como el general Yagüe o un terrateniente a punto de ser colgado por una turbamulta de anarquistas que predican la colectivización agraria. Donde está realmente excelente es en el papel de un general Miajas amenazado por el ejército nacional en el asedio de Madrid. Natalia Hernández lo borda en el papel de la propia guerra civil, una nonagenaria de La Elipa en boca de todos los españoles desde el año 1936. Quizás no termino de entender su trasunto de Nina Hagen mezclada con la replicante Pris de Blade Runner cuando presenta el frente de Bilbao. María Morales ejecuta una transformación asombrosa del papel de Azaña a Clara Campoamor. La voz sostiene al personaje y mientras se va desvistiendo, muta dando paso a la defensora del sufragio femenino tristemente exiliada a Suiza. Paco Ochoa está inconmensurable en la caracterización de un recién asesinado José Calvo Sotelo. Aún con los balazos en la cabeza nos va explicando los antecedentes que precedieron al estallido de la guerra dando paso a la creación de la Falange, en el teatro de la Comedia de Madrid, la reunión de los poderes fácticos o la declaración de la República y la huida del rey Alfonso XIII. Ochoa borda al incomparable George Orwell en su paso por las trincheras españolas mientras comunistas y anarquistas discuten. Todos los uniformes militares, los abrigos, los pañuelos y ropajes de los milicianos, las camisas azules de los falangistas, los rifles y fusiles, todo ello nos sumerge en una época de la que estamos acostumbrados a ver imágenes en blanco y negro Alba Flores interpreta con mucha veracidad a la pasionaria con un monólogo que pone los pelos de punta. Y qué decir de Blanca Portillo, que por sí misma es todo un sello de garantía, solvencia y pasión sobre las tablas. Una actriz que poco importa los retos que le pongan por delante que cumple sobradamente, que emociona al perder una mano como la dinamitera de las milicianas, o en su monólogo como Primo de Rivera. Quizás la parte más emocionante es su papel como actriz de variedades en el Madrid sitiado, parte que es aprovechada por Andrés Lima para simular un bombardeo de los aviones nacionales y donde parte del público compartirá oscuridad y nerviosismo con los actores y actrices del montaje en el centro del escenario.  Asimismo, hay que destacar el valioso trabajo de Beatriz San Juan en escenografía y vestuario. Todos los uniformes militares, los abrigos, los pañuelos y ropajes de los milicianos, las camisas azules de los falangistas, los rifles y fusiles, todo ello nos sumerge en una época de la que estamos acostumbrados a ver imágenes en blanco y negro.  Sin duda estamos ante uno de los montajes del año, por su ambición, por la resolución de la puesta en escena que abarca el período más convulso que ha vivido España en el siglo XX, por el máximo nivel interpretativo, por la emoción que transmite a pesar de ser teatro documental y por la capacidad recrear el cainismo que parece ser nuestro sino, como bien retrató Goya en su duelo a garrotazos. Ojalá no se repita nunca más la historia. Fuente → nuevatribuna.es La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano