Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 16/Jul 10:00

Tendiendo puentes. El valor del patrimonio histórico de la Segunda República (I)

Tendiendo puentes. El valor del patrimonio histórico de la Segunda República (I).  El patrimonio histórico y cultural en su moderno sentido antropológico (del «tenemos al somos») ha ampliado el rango a todo vestigio –material o inmaterial– significativo para la cultura de un pueblo. Aunque tradicionalmente no se haya observado así o hayan pasado inadvertidas, hay obras que están tan integradas en nuestro paisaje  social que deberían ocupar, como vínculo simbólico e identitario, su lugar en el patrimonio histórico.  Por ello, sólo si entendemos que «se protege y conserva lo que se conoce y valora», podremos reeducar la mirada sobre el entorno, comprender mejor nuestro pasado desde su legado y transmitirlo a las futuras generaciones desde la educación patrimonial. El discurso franquista (prolongado tras la Transición) y la posterior literatura revisionista, han pretendido ocultar los logros de la II República tras una imagen caótica que la situaba detrás de la Guerra civil para así justificar el fatídico golpe de estado de 1936. Por el contrario, la obra pública de la República en Buñol fue tan importante que cambió la fisionomía del pueblo y proyectó su futuro. Para corroborarlo esta sigue todavía en pie, funcional y desafiando al olvido y a la indiferencia.  Como un hito del periodo, el Puente de la República simboliza todo aquel esfuerzo reformista. Eran tiempos de crisis económica y social, aunque esperanzadores, cuando en aquel 1931, recién nacido el régimen, el primer (y casi único) ayuntamiento republicano presidido por el empresario y diputado provincial Arsenio Galán del PURA planeó importantes obras de mejora «para que no falte trabajo» (Verdet, 2022). La prensa blasquista desde El Pueblo anunciaba en su sección «Diputación» estos proyectos y así en el pleno del 3 de agosto de 1931 se aprobó «la construcción de un puente en el barranco de los Mudos (o de Pilán)» [fig.1] que conectaría a través de la Avenida de la República «la carretera comarcal [provisional nº 14] con el casco urbano para la urbanización de los terrenos de la izquierda del barranco de Borrunes», lo que facilitaría la futura ampliación del pueblo hacia el «Nuevo Buñol». La comisión gestora de la Diputación –y quizás con la intercesión del alcalde de Valencia Vicente Lambíes, miembro del PURA y natural de Buñol– concedió en marzo de 1932 una subvención de 93.348 ptas., para poner en marcha la obra del «puente nuevo». La ayuda suponía un empuje al proyecto reformista republicano aunque también contaba este con un fondo extraordinario municipal de aportaciones privadas de empresas y vecinos. Tras certificarse su construcción en febrero de 1933 según el diario Las Provincias, fue inaugurado como Puente de la República en abril del mismo año [fig. 2-3]. La obra fue diseñada por Andrés Herruzo Romero quien también se ocuparía de la construcción. Su estilo de «arcos parabólicos y pilares sustentantes de hormigón armado» [Fig. 10] seguía los modelos de la época entre el tardío art decó y el racionalismo arquitectónico presentes con mayor monumentalidad en el Pont de Sant Jordi de Alcoi [Fig. 8] de 1931; o en el viaducto de las calles Bailén y Segovia de Madrid [Fig. 9], terminado en 1934.  El puente «de seis metros de ancho y una avenida de diez metros (ocho de firme y dos de paseos)» tenía en origen una longitud aproximada de 300 metros. El pretil balaustrado sigue aún hoy decorado en las bases que sujetan las farolas con motivos relativos a la Diputación de València y la simbología constructiva del «puente y el ancla» (esfuerzo, progreso, solidez y firmeza) que adoptaron los ingenieros de caminos. La fisionomía actual de la obra recoge la ampliación de la pasarela peatonal inaugurada en 1987. Para explicar semejante obra y como nos recordaba nuestro amigo Claudio G. Rehues, el acceso al pueblo estuvo siempre condicionado por su difícil orografía, al tiempo que fue una de sus defensas históricas. Partiendo desde la puerta primitiva que conectaba la calle Balmes (antigua Cuesta Roya) con el núcleo del Castillo y la bajada «al pueblo»; el segundo acceso lo procuró desde 1848 el puente de «El Portal» como el más directo hacia el casco antiguo y por ello sería ampliado en el periodo que nos ocupa. Con todo, atendiendo a los nuevos tiempos, era necesario habilitar accesos más amplios al pueblo, y por ello es significativo que la línea de autobuses estuviera ajena al núcleo histórico pero proyectada en la avenida de «La República» cercana al eje viario de la provincia por la travesía exterior (cuesta «Roya»), la plaza de la Diputación y avenida Beltrán Báguena. Con todo, salvar el obstáculo del barranco de «Los mudos» no significó solo habilitar una entrada amplia al pueblo desde la carretera comarcal, pues sobre todo facilitó la expansión urbanística necesaria salvando las dificultades y demostrando que la obra republicana en su conjunto hoy en día permanece como seña de identidad de nuestro pueblo. No obstante, unida a esta importante obra, otras obras como la ampliación del puente de Borrunes, el puente del «camino de El Ciprés» (en el río Buñol) inaugurado en 1932 y el «puente del río Juanes» de similar factura, conforman la importante infraestructura de comunicación del pueblo en los años 30.  Además de la carga simbólica de «los puentes», la obra reformista de aquellos años en Buñol se expresó en todo un repertorio de aportaciones como nos recordaba en 1981 el que fuera concejal republicano Peregrín Ballester: entre otras «la captación de aguas con el saneamiento del barranco del Ripoll y la construcción del depósito», las 6 nuevas escuelas como la del Castillo y Mijares y la reedición de las colonias escolares, los edificios racionalistas de la Avenida de la República (el «Cocherón»), el cooperativismo social con la Benéfica Sociedad de Socorros y «Mutua de ayuda a los enfermos», la Cooperativa vinícola (1934) y la Cooperativa de consumo y trabajo «Titanic» (1932-1935), la cultura musical y el himno… resistentes a la censura franquista. Todo ello fue ocultado en su significación pero estuvo presente en la cotidianidad y el subconsciente colectivo, lo que explica en parte nuestra forma de ser y se expresa siempre como un puente: salvando obstáculos y uniendo orillas. Instituto de Estudios Comarcales de La Hoya de Buñol-Chiva Domingo Martínez Graduado en Historia Fuente → hoyunclick.es La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano