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En la cárcel del salitre, Ondarreta (Guipúzcoa), los franquistas exterminaron a 600 republicanos vascos

En la cárcel del salitre, Ondarreta (Guipúzcoa), los franquistas exterminaron a 600 republicanos vascos / Tulio Riomesta  En la cárcel de Ondarreta, abierta en 1890, se mezclaron durante décadas presos comunes, políticos y sociales, pero fue sobre todo a partir de 1936 con la caída de San Sebastián, cuando miles de personas fueron allí encarceladas por los franquistas. Ondarreta fue campo de exterminio sistematizado por los golpistas hasta su cierre en 1948 y posterior demolición. La Sociedad de Ciencias Aranzadi, el Ayuntamiento de San Sebastián, el Gobierno Vasco y el escritor Iñaki Egaña se afanan aún en refrescar memorias e impedir olvidos. Pero en las arenas de la playa, entre tanto bañista incómodo por tantas viejas piedras, ya nadie parece saber que un poco más arriba, allá donde nadie mira, estaba la cárcel de Ondarreta, lugar en el que fueron asesinados 600 presos Republicanos vascos.  La tolosarra Pilar Garciandía Ancín era una guapa joven de 17 años adscrita a las Juventudes Socialistas. Su novio, el destacado socialista tolosarra Andrés Ponga Herrero, tenía 24; ambos trabajaban en la Cooperativa Internacional de Tolosa. Pero la guerra truncó por completo sus vidas, sus sueños. En el verano de 1936, cuando los franquistas se aproximaron a Tolosa, Pilar vivió de cerca la carencia de armamento de los Republicanos. Escaparon a Bilbao, y luego a Santander donde fue capturada por los fascistas, que la enviaron a Tolosa. Entre los interrogatorios veían por la cerradura que «…En otras habitaciones también tomaban declaración, ¡y les daban cada paliza de muerte! Eran hombres mayores que nosotras. A uno lo sacaron en parihuelas…». Los franquistas conseguían información a base de golpes. «Nos preguntaban quiénes eran la directiva, dónde había armas, cómo se llevaban… ¡Qué vamos a saber con 17 años!». El 20 de septiembre de 1937 Garciandía fue trasladada a la prisión de Ondarreta, Todavía recuerda con nitidez el momento de entrar en aquel lúgubre penal: «Fue un choque muy grande… Porque yo tenía 17 años. Y abrir Ondarreta, una sala grande, y ver a todas aquellas mujeres…». A los 6 meses se celebró farsa judicial: «Conmigo había 12 hombres, cada uno con lo suyo. A todos, pena de muerte». A ella, 12 años y un día de condena por ser menor de 18 años. Acusación: circular de miliciana provista de una pistola visitando varias veces a los detenidos. Llevó comida a los marxistas, vigiló los balcones de las casas y disparó contra nuestras fuerzas desde el puente de Francia. «¡Mentira! ¡En la vida he disparado!», exclamó Pilar al escucharlo. En su desdichado destino de Ondarreta Pilar pasó por muchas cosas: «Las mujeres que había… era una mezcla de todo», narra sin poder terminar la frase, abrumada por los recuerdos. «Había prostitutas, ladronas y presas políticas. Además, las mujeres no podíamos salir al patio. Yo era la más joven». Los dramáticos momentos vividos: «¡Vivíamos amontonadas! En el suelo un petate -la que tenía petate- y un pasillo. A la derecha e izquierda, celdas; en cada una 14, 16 o 18 presas. En el fondo, una fregadera, para todas. Y en una esquina, un váter, sin agua, con unas tablas haciendo un triángulo. Por tener un poco de intimidad, lo tapamos.» Sucesos estremecedores: «Fue terrible. Había 2 hermanas riojanas que vivían en San Sebastián, en Egia. Llega un día la celadora y dice: -¡Faustina! -¿Sí, señorita? – Le tocaba fregar los pasillos. Prepárese que le llaman abajo. -¿A estas horas, señorita? -¡Sí, sí; dese prisa! Pero como no subía, pues… ya se sospechó que estaba en Capilla. Terrible. ¡Qué noche! Justo abajo, en Capilla, una no hacía más que llamar por sus 2 hijos: ¡Que traigan a mis hijos! Y arriba la otra, en su celda, chillando…Cuando bajaban, ya sabían que al día siguiente las iban a fusilar. Por la mañana, como nuestra celda estaba encima de la salida, vimos sacar a 3 o 4 y a ella. Más tarde, fue el turno de la hermana: Del asilo San José sacaron a la otra». Pilar salió en libertad condicional el 16 de septiembre de 1940, con la obligación de presentarse todos los meses en el Juzgado de San Sebastián. Su novio Andrés fue asesinado en aquellos sangrientos años 40 en Donostia. Como 3 de sus familiares. Atrás quedaron para Pilar años de crueldad, lágrimas y sufrimiento, y la dignidad de contar lo sucedido. Y de recordarlo todo; de recordar al joven Andrés Ponga. A sus familiares fusilados. Por ella. Por él. Por ellos. Por todos. Hoy, en el lugar donde estuvo situada el penal de Ondarreta, frente al club de tenis, junto a la rampa que baja a la playa, alfombrada la arena de antiguos escombros del sanguinario penal, sólo unos pocos recuerdan aún los nombres y el ejemplo de los que allí fueron torturados y asesinados. Y el silencio forzado bajo amenaza de muerte o prisión, ante los secuestros de cientos de miles de Republicanos y los asesinatos de decenas de miles de ellos, arrojados a fosas ignotas para ocultar tantos cadáveres, el imperio del silencio, y una inconsciente, frívola e irrespetuosa desmemoria campando por sus respetos. Más información sobre el sufrimiento, tortura y dolor, cientos de Republicanos Asesinados en la prisión franquista de Ondarreta Documentos: Nabarralde (Aitor Azurki). Todos los Rostros (Paco de Jerez) Fuente → documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano