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Maroc Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 26/Jul 10:00

“La última ley de memoria histórica no tiene ni una sola mención al colonialismo”

“La última ley de memoria histórica no tiene ni una sola mención al colonialismo” / Bernardo Álvarez Laura Casielles, poeta y periodista asturiana, acaba de publicar "Arena en los ojos. Memoria y silencio de la colonización española de Marruecos y el Sáhara Occidental" Desde que Laura Casielles (Pola de Siero, 1986) se puso a escribir este libro no pasó apenas un día sin que leyese en la prensa alguna noticia relacionada con “su tema”. Casielles, que es poeta y periodista, con un máster en estudios árabes e islámicos contemporáneos, se propuso revolver en algunos de los cajones más olvidados y polvorientos de nuestra memoria colectiva. En “Arena en los ojos. Memoria y silencio de la colonización española de Marruecos y el Sáhara Occidental” (Libros del K.O), un libro entre el diario personal, el ensayo histórico y la crónica de viajes, Casielles “zarandea algunos de los discursos más repetidos y los confronta con testimonios más humildes, se desplaza a escenarios históricos para desmontar fantasías orientalistas y soflamas bélicas, y aplica una mirada llena de empatía para entender que las relaciones que España mantuvo con Marruecos y el Sáhara Occidental durante los siglos XIX y XX fueron, sí, plenamente coloniales”.  Desde hace muchos años, te has dedicado a estudiar y conocer al “enemigo”, al “mal vecino” que para muchos es Marruecos, ¿piensas que en España conocemos realmente a los marroquíes, o existe un desprecio basado en el desconocimiento? Hay una larga historia de idas y venidas entre España y Marruecos, que dura muchos siglos y que va ondulando entre el encuentro y la enemistad. Quizás sea cosa de vecindad, pero hay algo que va más allá, y que tiene que ver con cómo la historia de los dos países ha estado trenzada en muchos momentos. Se ha ido encontrando en puntos decisivos para ambos, y ha habido una diferencia permanente entre el entendimiento y la sensación de ser parte de algo muy parecido en los pueblos; y ese constante oscilar entre intercambio interesado y enemistad no menos interesada por parte del poder y del gobierno de cada uno de los países. Como dices, Marruecos es mucho más importante para la historia de España de lo que la mayoría de españoles piensan, ¿por qué crees, entonces, que somos tan ajenos, que vivimos tan de espaldas a lo que pasa al otro lado del Estrecho?, ¿es indiferencia?, ¿es arrogancia y sensación de superioridad? Cuando hablamos de las relaciones bilaterales entre España y Marruecos en la actualidad no nos hacemos cargo de toda la carga histórica. La tratamos muchas veces como si fueran las relaciones con cualquier otro país, como si nos uniera algo puramente contemporáneo y coyuntural, pero no es así. Es una relación que viene muy cargada por algo que en España parece que es muy problemático y que genera obsesión, que es la relación con lo musulmán. Marruecos, por ser el vecino, es el pueblo que quizás más lo encarna, pero creo que va un poco más allá. Desde ese primer momento de negación fundante de lo musulmán, pues cuando se empieza a construir la idea de españolidad se hace expulsando a los dos “otros” que había en la península, que eran moriscos y judíos, y más tarde llegarían los gitanos. Desde ese primer momento en el que se dice que ser español es, sobre todo, no ser esto, se instaura una especie de espejo en el Estrecho por el cual lo que hay al otro lado es lo otro, lo distinto, lo que nosotros no somos. A partir de ahí, una larga historia de prejuicios que han sido muy alimentados. La poeta y periodista Laura Casielles FOTO: Alisa Guerrero  Es recurrente en el libro esa idea de que nos resistimos a hacernos cargo del pasado, a aceptar que el mundo no empezó ayer y que, lo que nos sucede hoy, viene de una larga y complicada historia de relaciones y conflictos entre ambas orillas del Estrecho La manera en la que se ha configurado un mapa con un norte y un sur que tienen condiciones de vida muy diferentes está determinada por el colonialismo. Lo tenemos bastante claro cuando pensamos en el primer colonialismo en América, en esos viajes de conquista y de expolio en los siglos XV y XVI, que hemos entendido que son fundamentales para la configuración del capitalismo. Con el colonialismo del siglo XX ocurre lo mismo: el reparto de África y del sur de Asia por parte de las potencias europeas a lo largo del siglo XIX y principios del XX es la semilla de que hoy el mundo sea el que es. Para que el tren de vida que tenemos en el norte se mantenga es necesaria la explotación y el sometimiento de otros países a los que no se les ha permitido desarrollar su soberanía y su autonomía económica. El colonialismo sigue operando, quizás ya no a través de estructuras políticas, pero sobre todo a través de estructuras económicas que son herederas de aquel momento. Las descolonizaciones en muchos casos se hicieron dejando bastante atado cómo iba a ser el tiempo posterior, y de qué manera las élites de los nuevos países independientes iban a relacionarse con las metrópolis, de modo que los beneficiados de nuevo siguieran siendo quienes pertenecían a determinadas clases y estratos. Esto es algo que explicó en su momento Fanon, a quien habría que leer todo el rato. “Lo colonial es una pieza necesaria para entender cómo se produjo la guerra civil, la dictadura y la transición” En los últimos años, se han puesto de moda las leyendas negras y leyendas rosas sobre la presencia española en América, ¿ha afectado esta corriente de algún modo a la memoria sobre el colonialismo español en Marruecos? No me deja de sorprender cómo España ha sido capaz de mantenerse ajena a todo esto tanto tiempo. Otros países no han podido: Francia, Países Bajos, Inglaterra…No es que tuvieran especial interés en hacer una revisión crítica de su historia, pero no les quedó otra, porque las poblaciones anteriormente colonizadas y que migraron a sus metrópolis plantearon una serie de preguntas a las que no podían escapar. No sé cómo ha hecho la sociedad española para mantener los ojos cerrados tanto tiempo. Un comienzo de respuesta sería que, como tuvimos una dictadura que duró hasta tan tarde, vamos llegando con retraso a reflexiones que en otros lugares se hicieron hace décadas. Lo que pasa es que eso es un poco trampa, porque ambas cosas estaban ligadas: no es que antes hubiese que entender la memoria histórica de lo que ocurría en España, y luego si acaso ya ocuparnos de lo colonial. Lo colonial es una pieza necesaria para entender cómo se produjo la guerra civil, la dictadura y la transición. Pero preguntabas por las leyendas, la leyenda rosa y la leyenda negra… Laura Casielles FOTO: Alisa Guerrero  Eso es, sí: ¿qué hay de cierto en eso que se decía de que tan español era un rifeño como uno de Albacete? Dentro de esa demora en llegar a hacernos estas preguntas, lo que se ha mantenido es una visión muy legitimadora y exculpadora de la historia colonial que venía del propio discurso colonial. El franquismo colonial no llegó al protectorado de Marruecos ni al Sáhara con un discurso de conquista ni beligerante, sino con ese eufemismo de la protección, el progreso y el desarrollo. Se usaba mucha la palabra “hermandad”, pero era enormemente tramposo, porque era un hermano mayor y un poco matón. Lo que pasa es que coló, la propaganda funcionó muy bien. Esto lo explica fenomenal Josep Lluís Mateo Dieste, que hace una lectura en términos de clase de la cuestión colonial, y dice que una de las razones por las que esta fantasía se pudo mantener es porque era una colonización de pobres sobre pobres. Quienes iban al protectorado de Marruecos eran en muchas ocasiones trabajadores. Sí, había militares y funcionariado, pero había mucha gente que eran migrantes económicos, y que es cierto que vivían en los mismos barrios que la población marroquí, que sus hijos e hijas iban a las mismas escuelas, y que sus ropas eran parecidas a las de sus vecinos. Pero esto es confundir el plano de las personas con el plano de lo estructural. Al igual que cuando hablamos de feminismo no hablamos de los hombres, sino de la estructura que establece diferencias de género, cuando hablamos de lo colonial no hablamos de si Manolo y Mohamed eran o no amigos, que probablemente lo eran, sino de cómo todo el montaje administrativo y económico distribuía las riquezas y las posibilidades. Laura Casielles en el Museo de Bellas Artes de Asturias FOTO: Alisa Guerrero  Es llamativo a ese respecto lo que cuentas sobre las cartas de amor entre españoles y marroquíes, y cómo las autoridades intervenían para evitar que las mujeres españolas se emparejasen con hombres marroquíes Ese libro, “A mi querido Abdelaziz…de tu Conchita”, se lee como una novela. Es precioso y muy revelador, porque cuando nos fijamos en aspectos concretos del andamiaje real de las políticas coloniales, el discurso se desmiente. Porque una cosa son las grandes palabras y de qué cuentos se quería revestir lo que se estaba haciendo allí, y otra cosa es lo que muestran las acciones específicas. Por ejemplo, las políticas de género muestran que, aunque se hablara de hermandad y de que somos iguales, no se iba a permitir que las mujeres de una comunidad se juntasen con las de la otra comunidad. Eso ya entraba en el campo de lo que era inconcebible, por lo tanto, tan iguales no podían ser las dos poblaciones. Y luego hay otra cosa importante, sobre eso de “tan español como uno de Albacete”. Otra de las artimañas que le salieron sorprendente muy bien es que, cuando ya todos los países de África se estaban descolonizando, en los años 50 y 60, el franquismo colonial no estaba dispuesto a dejar independizarse al Sáhara, Ifni y Guinea, y hace una especie de birlibirloque y los convierte en provincias: y como no es una colonia ya no la hay que descolonizar. Y cuela. A mí me alucina. España logra aguantar casi 20 años con una provincia que está enfrente de Canarias, que no tiene nada que ver con la península, y logran mantenerlo como una provincia de la que se dice que era igual de española que Albacete. Aunque, si lo pensamos, Francia sigue teniendo esos llamados territorios de ultramar que no son sino territorio sin descolonizar, así que…. “Esa violencia especialmente cruda de las guerras de Melilla y el Rif fue lo que se trajo a la represión de octubre del 34” Hace unos meses, cuando se celebró en Asturias el Día de las Fuerzas Armadas, se hizo viral en Twitter un vídeo de unos legionarios en Gijón cantando eso de “vale más un legionario que toda la morería”, ¿hasta qué punto y de qué manera pervive ese imaginario de machacar y exterminar al moro en algunos sectores de la sociedad? Hubo un momento muy claro en este sentido, que fue un España-Marruecos en el Mundial de fútbol del año pasado. Ver Twitter esos días era revelador de esto, porque directamente era a la reconquista, vamos a acabar con los moros…salía todo ese discurso. Igual que, debo decir, por parte de Marruecos, salió el discurso de la Marcha Verde. Con la excusa futbolista se ponían en juego esos dos momentos de encuentro conflictivo. Decía antes que hay una especie de obsesión en España con lo musulmán y “lo moro”. Para la derecha es como si fuera algo enquistado, a lo que siempre vuelven, y vuelven además en términos de honor. Les sirve mucho para apuntalar la honra. En 2021 salieron estos elementos en el centenario de Annual, volvían a sacar determinados sectores esa reivindicación en términos memorialistas de los muertos de la guerra del Rif, los héroes, los caídos…eso sigue de algún modo ahí. Y hay un componente que es muy paradójico, y que me encantaría confrontar con la extrema derecha actual, con esos legionarios que cantan esas cosas, que son los discursos franquistas acerca de Marruecos, cuando Franco hablaba del hermano moro e incluso se financiaba peregrinajes a La Meca. En un sentido utilitario se podía promover eso, pero siempre desde una superioridad y un control. En el caso de Annual hablas de esa honra absurda, de una guerra en la que nadie ganó nada, pero muchos perdieron mucho Hay una especie de canario en la mina de lo mal que estamos con la reflexión colonial, y es que a la derrota de Annual se la sigue llamando desastre de Annual. Si es un desastre que un pueblo al que se está invadiendo gane una batalla intentando conseguir su independencia, tenemos que darle una vuelta a unas cuantas cosas. Pero sí que fue un desastre en los términos de quienes estaban allí, porque fue una inmensa deshonra. Porque todos los estudios, desde el propio expediente Picasso para esclarecer lo que pasó allí, lo que revelan es que esa derrota estrepitosa tenía mucho que ver con la corrupción, con unos mandos militares irresponsables e ineficaces que estaba paseándose por Melilla mientras dejaban a las tropas achicharrarse al sol. Tenía todo que ver con que a esas guerras iban a morir los pobres, porque los ricos podían librarse pagando un impuesto, y esto ya causó la Semana Trágica. Entonces abrir la ventana a ver qué pasó en Annual es mostrar cuál es la realidad de esos relatos heroicos en los que la derecha española se lleva apuntalando desde entonces y no se ha bajado. Si miramos la escena, es muy triste: son soldaditos de 18 o 20 venidos de no se sabe dónde en España, achicharrándose al sol, muertos de hambre, cogiendo enfermedades, y que murieron en una guerra que ni les iba ni les venía. Leyendo el libro, pensaba en que ofrece una cierta genealogía de ese pánico moral que señala a los menores inmigrantes marroquíes como violadores en potencia, una imagen muy explotada por la extrema derecha Está bien visto ese hilo de ese estereotipo que dura más de cinco siglos hasta ahora. La construcción del “moro” como violento y predador sexual viene desde la expulsión en el siglo XV. Es uno de los elementos en los que se funda ese estereotipo que va a través los siglos y se actualiza en las guerras del Rif. La imagen que se construye a partir de Annual y otras batallas tiene que ver con una violencia extrema, con esas razzias en las que no quedaba nadie vivo. Esas son las primeras guerras en las que hay presencia mediática fuerte, y las primeras en las que tienen mucha importancia las imágenes, y de ellas vienen esas imágenes de rifeños con cabezas decapitadas, y también de legionarios con cabezas. De ahí vienen imágenes de extrema violencia que se actualizan en la guerra civil, cuando después del golpe las tropas franquistas incorporan como fuerzas de choque a las reclutadas en zonas colonizadas, sobre todo en el Rif. Igual que se les manda a morir porque van delante, también se les manda a morir en lo simbólico, porque van a ser quienes, efectivamente, ejerzan una inmensa violencia. Como en toda guerra, eso incluye la violencia sexual. No eran las tropas moras las únicas que lo hacían, y en muchas ocasiones lo hacían con la complacencia, cuando no colaboración, de sus mandos españoles y muy españoles. Hay un hilo que va construyendo esa imagen a lo largo de los siglos, y que además tiene su contrapartida con cómo se construye la imagen de la mujer musulmana como sumisa, que es algo que lleva a nuestros días con el pinkwashing para justificar cualquier invasión de las potencias en países musulmanes: lo mismo nos sirve para justificar la intervención en Irak que para justificar el colonialismo. Vamos a rescatar a sus mujeres, pero a las de aquí nos importa tres narices como las tengamos. Legionarios con cabezas cortadas en la guerra del Rif  ¿Hasta qué punto el Marruecos colonial fue el campo de pruebas del fascismo español, de modo similar a como lo fue Namibia para los alemanes o Etiopía para los italianos? Lo fue de manera decisiva. Lo explica muy bien una de las autoras fundamentales en estos temas, María Rosa de Madariaga. No es solo que las llamadas guerras de África dieran al africanismo militar, que luego sería el franquismo, la posibilidad de desarrollarse y crecer. Allí se envió a militares que pudieron acumular poder y riqueza, estaban lo suficientemente alejados de la península como para poder montar un golpe de estado, obtuvieron experiencia en combate…Todo eso, pero además se forjaron en las formas que luego traerán. Hablábamos de la violencia especialmente cruda de las guerras de Melilla y el Rif, que fue lo que se trajo a la guerra civil, e incluso antes: eso fue lo que se trajo en octubre del 34. Asturias aparece varias veces en el libro, y con un papel muy paradójica: por un lado, está el mito del origen, que se asienta sobre esa resistencia contra los musulmanes; alimentado posteriormente por la represión del 34 y la guerra civil, en la que las tropas moras tuvieron un triste papel Es curioso cómo a veces puede haber una pieza que parezca estar suelta, pero se conecta como un eslabón con otra historia, y con Asturias ocurre esto. El mito de Covadonga y de la reconquista desde Asturias es icónico y central para el nacionalismo español, pero no tengo nada claro de qué manera conecta con la identidad y con la historia asturiana. Nuestra propia concepción no tiene nada que ver con esa castellanía de lo nacionalcatólico. Leemos nuestra historia de otra manera, pero ha quedado incuestionado y la Santina sigue siendo la Santina; y ahí tenemos la canción de Melendi diciendo que tenemos los cojones de un tamaño que va acorde a nuestro corazón. Es un imaginario al que no le volvemos a dar la vuelta. Investigando esta historia me encontraba cómo la represión del 34 fue el primer momento en el que se usa como prueba las mismas técnicas de las guerras del Rif, pero usando como fuerza de choque a los propios rifeños. Se les hace aplicar lo que se había aplicado contra ellos, y funciona maravillosamente. Una de las cosas que falló en el Rif fue que el ejército español tuvo la soberbia de no darse cuenta de que esa población marroquí que se había reclutado para el ejército español iba a desertar y se iba a cambiar de bando, que no se puede pagar lo bastante a alguien para que en un momento dado no decida defender su tierra. Cuando se organiza la represión del 34 no cometen el mismo error, porque la gente de la cuenca va a ser igual que los rifeños, y no se puede mandar a la guardia civil de allí a reprimir, porque quizás no repriman. Laura Casielles FOTO: Alisa Guerrero  Es curioso recordar cómo uno de los desencadenantes de la revolución del 34 fue una visita de Gil Robles a Covadonga… Es tremendo, sí. Yo no podía evitar pensar cuánto se parecen el Rif y Asturias: son zonas mineras, de monte, zonas que no han estado en el centro de la construcción nacional de sus países y que se han caracterizado por levantarse ante poderes impuestos…y sin embargo, se han visto históricamente enfrentadas por gente que no la estaba defendiendo. Para mí fue muy llamativa una cosa que cuento en el libro, cuando conocí en Estrasburgo a una chica de origen rifeño, aunque vivía fuera desde hacía mucho tiempo, que fue la primera a la que yo escuché decirme esto de la manera opuesta a como yo lo había oído siempre. Cuando le dije que era asturiana, me dijo que a su abuelo lo mandaron a morir a Oviedo. No puedo evitar pensar cuánto se parecen el Rif y Asturias” Tenemos cerca de Luarca el cementerio musulmán de Barcia, en un estado lamentable y sin ningún interés de las administraciones por recuperarlo Es algo que impresiona: tú pasas por ahí, lo ves y tienes que hacerte algunas preguntas. Yqué mejor labor que esa puede tener el patrimonio. No hace falta que sea arquitectónicamente llamativo o bellísimo, sino que nos haga pensar sobre algo, y  ese cementerio hace pensar y conflictúa una historia, abre contradicciones. Aparte de que es impactante: estás allí, ves cómo está comido por la vegetación, cómo fue saqueado…pero sales por esa puerta Y ves el mar al fondo, ese mismo Atlántico que conecta con lugares están enterrados chavales que fueron a morir al Rif… ¿Existe en España una conciencia clara y una memoria veraz de lo que supuso el colonialismo? En la última ley de memoria histórica no hay ni una sola mención al colonialismo. Estamos en 2024 y no se considera que haya que hablar de que el Rif sigue teniendo las tasas más altas de cáncer de todo Marruecos las armas químicas que usó allí España. No hay una mención a que se podrían tener que hacer reparaciones por esos daños que siguen teniendo personas. No se hace una sola mención a que tenemos un territorio pendiente de descolonizaciones según la ONU y La Haya, y que es responsabilidad nuestra hacerlo. No se hace ninguna mención a que en Guinea Ecuatorial sigue habiendo disidentes encarcelados por un gobierno que fue dejado en España en la mano por Franco. Si no hablamos de esto, ¿de qué hablamos? Es sencillo hacer gestos simbólicos y decir “lo de Hernán Cortés fue terrible”. Sí, eso es relativamente sencillo y es importante, pero no hablamos de que a día de hoy hay gente que debería ser reparada por hechos que siguen operando sobre sus vidas, y gente que aún podría ser no digo condenada, pero al menos despojada de los inmensos beneficios que siguen obteniendo gracias a estructuras coloniales que no se han desmantelado. Y aquí hablo de la extracción de recursos en el Sáhara, de la que forman parte muchas empresas españolas. También en la zona del Rif, por ejemplo, que sigue siendo de donde más población migrante llega a España, y donde Iberdrola es uno de los mayores inversores, y ya sabemos qué conexiones tiene Iberdrola con algunos partidos de este país… Fuente → nortes.me La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano

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