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Maroc Maroc - QUINDIOPOLIS.CO - A La Une - 20/Mar 23:28

Las tribulaciones de Ramírez

 Jaime Lopera Gutiérrez Aunque el lanzamiento del primer libro de cuentos de Juan Carlos Ramírez[1] se hubiese constituido en un evento social más que literario, la importancia de este suceso para las letras quindianas no puede pasarse por alto. Umberto Senegal viene haciendo una especie de inventario actualizado de nuestros libros nativos para confirmar que hay muchos esfuerzos en los hornos de escritores locales, en crónica, en cuento, en poesía, que se deben clasificar y mencionar porque ya son parte del patrimonio literario de nuestra región: este es el caso de las mortificaciones de Juan Carlos que permiten ver el nacimiento de un cometa con pronóstico de continuidad.  Adelantarse en el territorio de los cuentos es el riesgo que se propone el autor de este libro al exhibir un esquema de transición: el paso de cuentos cortos (19) a cuentos largos (7) en el mismo volumen, indica la presencia de dos formatos distintos que de alguna manera están sujetos a ciertos términos. Por ejemplo, la diferencia principal entre el cuento corto y el cuento largo radica en la extensión; pero un cuento corto busca la intensidad y el impacto inmediato, mientras que un cuento largo busca la profundidad y el desarrollo. Sin embargo, como las fronteras entre ambos pueden ser difusas, no existe una regla fija sobre la cantidad de palabras o de párrafos que define a cada uno. Desde el punto de vista de los lectores de cuentos también los hay con diferentes rutinas: si uno sabe que Chejov es el padre del cuento, no desistirá de leerlo, aunque su extensión sea considerable, pero difícilmente le meterá el diente a un cuento largo de Foster Wallace porque las complicaciones de este gringo son para lectores muy incondicionales. Los que decidimos en algún momento elegir los cuentos atómicos, los microcuentos muy breves, pensamos que Borges o Arreola nos decían todo en muy pocas líneas y ese estilo nos agradaba lo suficiente para tratar de imitarlos[2]. Y si bien el guatemalteco Monterroso fue nuestra primera figura estimulante, muchos nos quedamos atados más bien a las Vidas Imaginarias de Marcel Schwob con una fidelidad explicable.  En sus cuentos largos, Juan Carlos Ramírez insiste en una narrativa con todos los detalles que necesita para concluirlos, pero deja abierta la puerta para que uno pueda elegir el final que más le agrade. (Es el caso de los dos cuentos hispanos, La Andaluza y la Malagueña, como textos abiertos, versus la modalidad del texto cerrado que define todas las circunstancias). En los cuentos cortos, en cambio, nos despacha con una brevedad atrevida y, en algunos casos, experimental. Aunque en literatura no parece existir una teoría del final feliz —o por lo menos no es una teoría explícitamente establecida—, dicho concepto es un elemento recurrente y significativo en muchas formas de narración. Estudios en neurociencia han demostrado que los finales felices tienen un impacto psicológico positivo en las personas; por ello mismo en muchos géneros, especialmente en el romance y en la literatura infantil, el final feliz es una convención común. Sin embargo, Ramírez prefiere no encasillarse allí.  No hay pues finales felices en Tribulaciones de la Memoria y más bien se diría que ellos son un asunto de interpretación o elección personal. Pero en cambio hay múltiples finales como la mezcla de relatos locales, tebaidenses, con el lenguaje propio de la tierra cosido con las experiencias propias de un viajero irredento que se nutre de fisonomías ajenas y paisajes foráneos. Todo lo cual hace que esta obra sea un ejemplo combinado de vivencias en consonancia con todas aquellas ficciones que el autor ha venido acumulando entre las metáforas mediterráneas y los goles del mundial. En fin, este libro ofrece algo más particular que consiste en la magnífica y costosa edición de los manizaleños, cuya calidad estamos obligados a reconocer. Porque la estética de Matiz Editorial, más su contenido y sus dibujos, son igualmente importantes para que el lector se deleite con esas tribulaciones que tienen los primíparos cuando incursionan entre el positivismo de sus experiencias y los pormenores que la cátedra les pretende mostrar. [1] Ramírez, Juan Carlos, Las Tribulaciones de la Memoria. Matiz Editorial, Manizales, 2025 [2] Cuando he ensayado cuentos largos, varias veces, siempre me queda mi adjetivo favorito: la sensación de incompletez.

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