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Una propuesta subversiva

Asistir a la marcha del 8M es un revulsivo de emociones. Ver a niñitas y jovencitas firmes y decididas, a miles de mujeres de toda edad, estrato social, identidad originaria, sexual y política alegra el ánimo. Leer las pancartas, mirar los performances, escuchar las canciones, sorprende y enoja. Pero estar con las madres buscadoras, inspira un profundo respeto. Hace temblar las convicciones, genera angustia, conmueve a toda persona. El dolor hace presencia. “Mamá, no quiero crecer ni morir”; “buscar no es un crimen”; “sólo por nuestra voz vive su recuerdo”; “Si la historia nos ignora, la rayamos”; “grito por desesperación, quiero cambios reales”. “A cada minuto de cada semana, nos roban amigas, nos matan hermanas”. “Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa. Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria. Soy la niña que subiste por la fuerza. Soy la madre que ahora llora por sus muertas”. ¿Y los campos de exterminio? ¿Teuchitlán, Auschwitz tapatío? Ante el alarmante grito, ¡justicia!, anuncian 24 efemérides. Ahí deben estar: el día que Marcela Lagarde logró la tipificación del feminicidio; el día de la sentencia del campo algodonero; el día que Irinea Buendía obligó a dejar de simular como suicidio, el feminicidio de su hija Mariana Lima; el día que asesinaron a Marisela Escobedo, por reclamar la liberación del feminicida de su hija Ruby; el día que Araceli Osorio logró la reclasificación del delito contra su hija Lesvy. El día en que Cecilia Flores integró el activo grupo de Madres Buscadoras de Sonora. Ellas han cambiado el olvido por la memoria y dado luz al terrible delito de feminicidio, a las huellas del pacto patriarcal. Que la sala de Mujeres en la Historia inicie en el presente para exponer 32 gráficas, una por cada entidad federativa y la Ciudad de México, en las que se señale el nombre de víctimas de feminicidio y situación legal; el nombre de mujeres y niñas desaparecidas, año de ocurrencia y espacio para anotar fecha de su hallazgo. Obligar a los gobiernos estatales a empeñarse en la búsqueda. Las que nos faltan son quienes obligan cambios profundos. Visibilizar cada mes, los avances. Sobre la Red Nacional de Tejedoras de la Patria, formada por mujeres voluntarias de todo el país, la sugerencia que sea una Red Nacional de todos los Funcionarios de Fiscalías, voluntarios, para que en su tiempo libre coadyuven en la búsqueda de personas desaparecidas. Hay que recuperar verdad y justicia. Ética y moral. No más investigaciones simuladas y a destiempo. Esa idea de red de mujeres olvida que ellas tienen doble y hasta triple jornada, que son voluntarias a fuerza en trabajos domésticos y que aún se ve lejano el prometido Sistema Nacional de Cuidados, por no tener fondos, según afirmó Citlalli Hernández. Es injusto que se pida difusión gratuita de un deber del Estado mexicano. Si ya no quieren un feminicidio más, las acciones deben tener planeación y programación puntual, con presupuesto suficiente. ¿Por qué no mejor utilizar los recursos asignados para este año al Tren Maya o a Pemex para cursos intensivos obligatorios de control y autocontrol emocional a los hombres, en todos los ciclos escolares, sindicatos, empresas, secretarías de gobierno, etcétera?. La recomendación de serenidad y paciencia para tratar con el presidente Donald Trump, ojalá que quienes viven violencia doméstica, no la apliquen. Corran a denunciar. Trump no cambió su decisión por la serenidad y paciencia de Claudia, sino porque así convenía a sus intereses. Esa recomendación ha sido por milenios una consigna aplicada a las mujeres, pero ha servido sólo para que ellos abusen más. Ante injusticias, no sirve. Mejor, recordar a Mafalda: “El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta”. No ayuda, pero retrata al personaje. Las 10 acciones del gobierno son nadaqueverientas.   Columnista: Clara SchererImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0