Agencias/Ciudad de México.- El Gobierno de México expresó su oposición al envío de migrantes indocumentados a Guantánamo por parte de Estados...
Vous n'êtes pas connecté
No son buenas épocas para estar a favor de la migración. Por el contrario, hoy la corriente principal en Occidente es rechazarla, y con mucha fuerza. Lo estamos viendo en los países desarrollados: Estados Unidos, Canadá y Europa. Los electorados están votando por cerrar las fronteras para evitar que llegue más gente en búsqueda de mejores oportunidades. Yo sigo estando a favor de la migración. Primero, por razones personales. Soy nieto e hijo de migrantes. La familia de mi madre migró de Turquía a México vía Italia y Cuba. Mi padre nació en Francia unas cuantas semanas antes de la invasión nazi. Después de toda una andanza, mis abuelos y mi padre consiguieron una visa para viajar a México del famoso cónsul mexicano en Marsella, Gilberto Bosques. La militancia comunista de mi abuelo los salvó. Mi padre atesora esa visa. La tiene colgada en su casa. El periodista Guillermo López Portillo la puso como portada del libro biográfico Gilberto Bosques: el hombre que desafió a los nazis. En la visa aparecen la foto de mi abuela joven y un bebé sonriente. Es mi papá. Siempre me ha gustado pensar que reía porque sabía que se habían salvado del Holocausto e iban a un país lejano que los recibió generosamente como migrantes. Se me hace terrible e hipócrita que los descendientes de migrantes estén en contra de la migración. He visto, por desgracia, este fenómeno en la población hispana en Estados Unidos. De aquellos que llegaron a ese país, con papeles o sin ellos, y ahora sus sucesores, ya con la nacionalidad estadunidense, se convirtieron en férreos opositores de la migración. Ellos ya pasaron y, una vez adentro, demandan que se cierren las puertas. Es la historia del vecino del norte adonde, primero, llegaron los anglosajones y mataron o confinaron en reservas a los indígenas. Luego comenzaron las migraciones de otros países europeos (irlandeses, alemanes, holandeses, italianos), a quienes los anglosajones maltrataron por considerarlos inferiores. A los judíos que venían de diversas naciones los trataron de manera caprichosa: a veces los aceptaban, a veces no. La generación migrante de mexicanos, centroamericanos y caribeños también sufrieron horrores de los que ya estaban instalados en el sueño americano. Ni hablar, desde luego, de los africanos a los que llevaron a la fuerza como esclavos o de los chinos que trataron como siervos para construir los ferrocarriles. Ahora, muchos de estos grupos, que hoy conforman el crisol estadunidense, todos migrantes en algún momento de su historia, están por cerrar las puertas a la migración. Son unos hipócritas. Entiendo la idea de discriminar la migración legal de aquellos que llegan sin papeles (utilizo la palabra “indocumentados” y no “ilegal” porque me parece grosero calificar a una persona así por su estatus migratorio). Un país tiene la obligación de aplicar las leyes. Pero si éstas son restrictivas y la gente está desesperada por entrar, pues no le dejan de otra más que migrar sin papeles. Porque una cosa es cierta: la inmensa mayoría de la gente que migra lo hace por necesidad. Ya sea porque lo están persiguiendo políticamente en su país de origen o por la violencia insoportable en éste o por la falta de oportunidades económicas. Cuando estudié en Nueva York me gustaba platicar con los paisanos indocumentados. Todos habían migrado porque en México no conseguían buenas chambas. Sabían que cruzar al norte significaba ganar mucho más dinero, tanto que hasta podían ayudar a sus familias que se quedaban en sus lugares de origen. Todos estaban contentos de ganar dólares y enviar algo de dinero a su parentela en México. Pero todos extrañaban su tierra. También platicaba con sus empleadores. Estaban felices con “sus mexicanos”, como les decían. Eran, en sus palabras, de los mejores trabajadores que existían en el mercado laboral. Cómo no, si los mexicanos se partían el lomo a cambio de salarios bajos. Escribo esto ahora que la migración, documentada o no, se convertirá en un tema en México. Nuestro país tendrá que hacer la reflexión de qué quiere hacer con miles de migrantes indocumentados de otros países que nos regresará Estados Unidos. Corremos el peligro de que aquí llegue la corriente antimigrante ante la súbita afluencia de extranjeros en territorio nacional. Por nuestra historia, creo que ningún mexicano tendría que rechazar la migración. Debemos ordenarla con una visión humanitaria. Tal y como quisiéramos que trataran a los nuestros, con papeles o sin ellos, en el extranjero. X: @leozuckermann Columnista: Leo ZuckermannImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0
Agencias/Ciudad de México.- El Gobierno de México expresó su oposición al envío de migrantes indocumentados a Guantánamo por parte de Estados...
Ximena MejíaAnte la confirmación de la Casa Blanca de imponer aranceles de 25% a México y Canadá a partir de este sábado, la Presidenta de...
Oswaldo RojasDesde el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos por segunda ocasión, la política antimigratoria de ese país se ha...
Emilia Martínez Agencia Reforma CIUDAD DE MÉXICO.- Los agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas en Estados Unidos (ICE, por sus siglas en...
Autor gvalvarado El presidente Gustavo Petro nuevamente avivó la crisis diplomática entre Colombia y Estados Unidos por las diferencias con el...
Tal y como lo anunció durante la campaña electoral, Donald Trump inició las deportaciones masivas de migrantes indocumentados y advierte con...
Frente a las reiteradas afirmaciones del gobierno de Estados Unidos de que deporta a migrantes indocumentados que son criminales, la secretaria de...
Los residentes migrantes temen salir de sus casas, pero muchos en la ciudad están organizando asistencia legal, talleres y servicios religiosos...
El Ejecutivo laborista muestra imágenes de detenciones y deportaciones y presume del récord de arrestos de indocumentados en enero mientras sube el...
Digamos que no es muy cristiano desearle mal a alguien, fustigar al prójimo u ondear la bandera de la xenofobia, pero ésa y demás posturas...