Maroc - ABC.ES - Opinión - 07/Mar 20:00

La UE alcanza la mayoría de edad

El proyecto de cooperación que encarna la Unión Europea (UE) dio esta semana un paso histórico al coincidir los líderes de los 27 países miembros en la necesidad de rearmar aceleradamente al continente . Es la primera vez que el impulso nacido hace 71 años con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y que pretendía asegurar la paz entre los europeos asume que ésta sin seguridad no es posible y que para ello se necesita contar con capacidades militares propias. Es también la constatación, como quedó de manifiesto con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, de que los crecientes lazos que forjan la cooperación económica y el comercio no son suficientes para garantizar la seguridad. Las palabras del primer ministro polaco, Donald Tusk, resumen mejor que nada el momento: «Qué tiempos tan extraños vivimos, que Polonia se alegra del rearme de Alemania». La reacción europea obedece al cambio sideral del Gobierno de los Estados Unidos presidido por Donald Trump. Era conocida su queja respecto del bajo nivel del gasto militar europeo, que ya expresó en su primer mandato, y a la que imprudentemente no se atendió, pero nadie esperaba que Trump iba a alinear a su país con los intereses de Vladímir Putin. Y lo ha hecho, además, en torno a Ucrania, un conflicto en suelo europeo, que la UE ve como el anticipo de futuras agresiones por parte de un autócrata que desea redimir la vieja idea imperial rusa. Ha sido el respaldo a Ucrania la única declaración que no se aprobó por unanimidad debido a la disidencia del líder húngaro , Viktor Orbán. Pero, como dijo el presidente del Consejo Europeo, «una discrepancia solitaria no es división». El plan de rearme comunitario consta de cuatro capítulos que movilizarán 800.000 millones en cuatro años. El primero consiste en establecer una 'cláusula de escape' por la cual los Estados miembros podrán incurrir en un 1,5 por ciento del PIB más de déficit para reforzar sus fuerzas armadas. Para España, eso supone casi 100.000 millones adicionales en cuatro años. Un segundo pilar será la revisión de los fondos de cohesión para aplicarlos a la industria de defensa. El tercero es un nuevo fondo de Bruselas, dotado con 150.000 millones de euros, que se repartirá en forma de créditos y la cuarta será el Libro Blanco de la Defensa Europea que se presentará a finales de este mes. Europa, sin embargo, debe seguir marcando la diferencia. Este acto de maduración no servirá de nada e incluso puede ser la semilla de su propia perdición si no va a acompañado de un esfuerzo de los ejecutivos por fortalecer la convivencia y respetar las reglas democráticas. Resulta inconcebible que el presidente del Gobierno no haya hablado de estas cuestiones más que en los mítines de su partido los fines de semana. Pedro Sánchez no sólo no ha llamado al líder de la oposición para compartir criterios (pese a que Núñez Feijóo le prometió apoyo con motivo de la cumbre de la OTAN de 2022), sino que se empeña en excluir a Vox de las consultas mientras da palmaditas a los admiradores de Putin emboscados en Sumar y Podemos. En Alemania, el exministro de Economía y líder 'verde' Robert Habeck ha planteado que se acelere la reforma constitucional para reducir el freno de la deuda aprovechando que la nueva legislatura –en la que él ya no figura porque no fue reelegido– todavía no ha tomado posesión de sus escaños. Se trata de copiar la trampa con que López Obrador reformó la Constitución de México para menoscabar la independencia judicial. También es importante reflexionar sobre el plan de rearme. Está claro que el acuerdo no se habría alcanzado tan rápido si un grupo de países no estuviera viendo que esta inyección de recursos le viene muy bien a sus mediocres economías. Todos, empezando por Alemania, ven que estos fondos pueden reavivar su industria o permitirle crear una que pueda competir por los nuevos recursos. Pero hay que tener el valor de plantearse con independencia si lo que necesita la defensa europea son realmente tanques y fragatas o en realidad hay que invertir en drones, satélites, ciberseguridad e inteligencia artificial. Y un capítulo aparte merece la financiación de todo esto. El esfuerzo que se va a desarrollar, relajando las reglas fiscales para aumentar la partida militar, debe ir acompañado no sólo de una reasignación de fondos, sino de una revisión exhaustiva del gasto público que es ineficiente o suntuario. No tiene sentido declarar la alarma y tocar a rebato para simplemente usarlo como excusa para añadir más capacidad de gasto a los políticos y endeudar a las generaciones futuras.