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En la segunda mitad del siglo XX, la cosmética y la cirugía estética, especialmente la rinoplastia, alcanzaron una gran difusión, complementada actualmente con cirugías transformadoras de párpados, labios y contorno facial. En la historia de la vida en la Tierra, somos la primera especie capaz de alterar la forma de nuestras caras con la intención de aumentar su atractivo. Pero, en términos evolutivos, todas las formas de decoración y embellecimiento facial mediante tatuajes, piercings, cirugía estética, así como la cirugía reconstructiva, tienen consecuencias efímeras, ya que no se transmitirán a la descendencia de quienes las han sufrido.