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La película "Carros de fuego", con guión de Colin Welland (1934-2015) y dirección de Hugh Hudson (1936-2023), ganadora de cuatro premios Oscar, narra la historia verídica de la participación de los atletas británicos en los Juegos Olímpicos de París en 1924. La rivalidad entre dos maneras de afrontar la vida y el deporte, la del judío Harold Abrahams (1899-1978) y la del pastor escocés Eric Liddell (1902-1945), son el eje de la narración. El primero, en una lucha consigo mismo para alcanzar la primera posición en todo. El segundo, con una clara vocación misionera, antepone el cumplimiento de la Ley a la conquista de la fama y se niega a correr en domingo. La música del film se debe al compositor griego Vangelis (1943-2022) y resulta muy agradable y pegadiza. Siempre me interesó conocer la razón del título de la película, que iba a denominarse "The runners" y que finalmente y debido a su guionista, pasó a llamarse "Chariots of fire". La imagen del Reino Unido estaba en juego durante la competición olímpica. La fuerza emergente de EEUU intentaba imponerse a una Europa que salía de la Gran Guerra y a una Rusia incipiente, que emergía después de la Revolución de 1917. El gobierno conservador inglés puso toda su energía en esta celebración, enviando a sus más altos representantes al evento. Nada permitía presagiar que, en un breve periodo de tiempo, el Viejo Continente volvería a las armas. Unos años más tarde, concretamente en 1981, el título final de la película no fue una banalidad.