Vous n'êtes pas connecté
Al rearme europeo ha empezado a definirlo el Gobierno progresista de España como "ciberseguridad" y hasta transición ecológica. Es la forma eufemística que tienen los socialistas de convivir con la falta de apoyo de sus socios domésticos de la izquierda sin incumplir los acuerdos con sus socios comunitarios de Bruselas. Dejando de llamar a las cosas por su nombre no se evita, sin embargo, el baño de cruda realidad que se extiende como un reguero de pólvora por las cancillerías. Llámese Juan o Pedro, Europa ha visto la necesidad de rearmarse ante la fundada sospecha de una amenaza rusa con la invasión y guerra de Ucrania, y después de un amago tras otro de Trump con dejar a los viejos aliados continentales de Estados Unidos a merced de la obsesión expansionista de Putin. Puede que al final todo se trate de una estratagema basada puramente en el negocio armamentístico de obtener beneficios de las costosas inversiones militares. Pero no lo sabemos con certeza, puede que sea eso, eso y lo otro, y también lo de más allá. Cierto es que la amenaza supuestamente existe y a Europa, pendiente de sus frágiles fronteras y sin arsenal con qué defenderse, se puede decir que la han pillado en bragas.