Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 02/Jul 07:19

Exilio y guerrilla en el Pirineo Oriental

Exilio y guerrilla en el Pirineo Oriental Eliseo T. Clemente Atravesar la frontera clandestinamente por motivos políticos o de supervivencia fue habitual durante la Guerra Civil y en los años del franquismo. Exiliados y guerrilleros fueron sus protagonistas. El valle de Madriu es una joya andorrana, un espacio amable de montaña, plácido, con equilibradísimas proporciones de huella humana y naturaleza en estado puro. Por este motivo fue declarada en 2004 Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en la categoría de paisaje cultural. Excursionistas y turistas se pasean despreocupadamente y, con toda probabilidad, sin la conciencia de que por este mismo lugar huyeron a finales de la Guerra Civil española, desde la Cerdanya, civiles del bando republicano. Atravesaron hacia Andorra guiados por pasadores, por los puertos de Perafita y, más al este, de Vallcivera, ambos a más de 2.500 metros de altitud.En el hilo de la frontera de las comarcas gerundenses, otros pasos de montaña permitieron la evasión hacia la Cataluña Norte: los de Malrem y Pregon, en el Ripollès, conectaban respectivamente con la Menera y Prats de Molló; y los de Lli y del Corcho, en el Alt Empordà, con el Vallespir y el Rosellón. Antiguas instalaciones fronterizas (cuello de Ares) / Eliseu T. Climent  Estas rutas hacia la libertad castigaron a la gente que se arriesgó con días duros, con largas horas de marcha, precariedad y pernoctación a la intemperie, y con una falta notoria de alimentos. Sin embargo, de las 500.000 personas que atravesaron la frontera en el plazo de unas semanas, entre finales de enero y la primera quincena de febrero de 1939, la gran mayoría empleó pasos de carretera: en la Cerdanya, la frontera entre Puigcerdà y la Guingueta de Ix se presentaba como la opción más llana y de fácil acceso; por el collado de Ares, entre Camprodon y Prats de Molló, tocaba trepar hasta los 1.500 metros de altitud; por la Jonquera y el Pertús, así como por el collado de los Belitres, entre Portbou y Cervera de la Marenda, si bien la orografía y la climatología eran más indulgentes, había que soportar, por el contrario, los repetidos bombardeos de la aviación enemiga. Frontera del collado de Belitres (Portbou) / Eliseu T. Climent  El volumen de evadidos se repartió de la siguiente manera: casi 100.000 personas pasaron por el collado de Ares; por la Cerdanya, saldrían más de 40.000 personas, de las que 10.000 eran civiles; y por el Alt Empordà —Portbou, La Jonquera y otros pasos menores—, unas 350.000. El alud de civiles y efectivos militares no impidió, pese al cierre temporal de los puntos fronterizos por parte del estado francés a finales de enero del 39, que ésta se convirtiera en una línea porosa y permeable, auxiliada por una orografía accidentada que ponía trabas a un control eficiente. De hecho, algunas figuras notables utilizaron senderos de montaña poco vigilados para la evasión. Es bien sabido que por el collado de Lli, sobre el pequeño municipio de la Vajol, salieron la madrugada del 5 de febrero del 39 el presidente de la Generalidad de Cataluña Lluís Companys y su homólogo vasco José Antonio Aguirre, mientras que un par de horas antes lo había hecho la comitiva del gobierno central encabezada por su presidente Manuel Azaña. Es bien sabido también que el mayor republicano Enrique Líster condujo hasta Francia el V Cuerpo del Ejército Popular —encargado de cubrir la retirada de civiles y militares—, a través de una ruta de contrabandistas que enlazaba Portbou con Banyuls de la Marenda, a través del collado del Corcho. Itinerario que, por cierto, un año más tarde efectuaría en sentido inverso el filósofo alemán Walter Benjamin, huyendo de los nazis y guiado por la activista Lisa Fittko, tal y como lo atestigua ella misma en su libro Mi travesía de los Pirineos . La ruta, actualmente bautizada como Ruta Walter Benjamin, se conoce también como la Ruta Líster. Camino Walter Benjamin / Eliseo T. Clemente  Un invierno plácido  Cuando se intenta imaginar las condiciones invernales bajo las que se vivió este éxodo masivo, vienen a la cabeza imágenes del Pirineo nevado, de andar penoso, de frío, hipotermia y de episodios de lucha contra la temida ventisca, ese viento violentísimo que se alza en el Pirineo oriental y que arrastra nieve con una caída infernal de las temperaturas. Afortunadamente parece que no fue así. Según explicó al Diari de Girona Lluís Bassaganya, gestor del Espacio Cultural Cal Marquès de Camprodon, “leía diarios personales de aquella época y no coincidían; siempre me preguntaba qué tiempo debería hacer realmente”. Bassaganya propuso, pues, al físico y presidente de la Asociación Catalana de Meteorología (ACAM) Jordi Mazon analizar datos históricos. Constataron que "las condiciones meteorológicas de aquellos días no fueron desfavorables, sino benignas". En ese periodo, sólo se produjo una situación de inestabilidad que podría haber traído nieve los días 29 y 30 de enero, con un palmo de nieve en los collados de montaña por donde pasaban los exiliados. A partir del 1 de febrero se asentó un anticiclón y la consecuente estabilidad meteorológica hasta el 14 de febrero, que es cuando finalizó el paso de los refugiados por el Coll Pregon. Monumento a Lluís Companys (cuello de Manrella) / Eliseu T. Climent  Los desertores  Durante la Guerra Civil, el control fronterizo en Cataluña vivió no sólo el paso de civiles, sino que tuvo que enfrentarse, además, a la deserción de militares republicanos que huían a Francia, oa través de éste país, cruzaban en el bando franquista por el País Vasco. Durante el conflicto bélico, el control fronterizo vivió dos momentos bien difrerenciados: si en los primeros diez meses de guerra éste se encontraba en manos de las milicias populares, a partir de abril de 1937, sería el cuerpo de carabineros del gobierno de la República quien se encargaría de ello. De los diferentes pasos, la Cerdanya se convirtió en punto caliente y de control excepcional, debido a la cantidad de intentos de deserción que se produjeron. Aquellos días la aduana de la capital cerdana estaba custodiada por 136 hombres. Tampoco faltaron las amenazas al bando municipal de Puigcerdá contra cualquier pretensión de abandonar el ejército. A modo de ejemplo, según cita el historiador Jordi Rubió en su libro Éxodo catalán de 1936 a través de los Pirineos , más de 30 desconocidos fueron asesinados en el collado de Toses, el puerto de carretera que conecta Puigcerdà con Ripoll, cuando intentaban llegar a Francia. El Museo Memorial del Exilio, una visita ineludible En el número 43 de la calle Mayor de La Jonquera, se ubica el Museo Memorial del Exilio (MUME). Fue inaugurado en 2007, como un espacio para la memoria, la historia y la reflexión crítica. Se trata de un centro de interpretación que recuerda a los exilios provocados por la Guerra Civil de España y de Cataluña, y en especial el exilio de los vencidos, pero también abre la mirada a otros exilios, éxodos, migraciones y desplazamientos forzados por todas partes del planeta. El MUME colabora con la Cátedra Walter Benjamin, Memoria y Exilio de la Universidad de Girona en la realización de acciones de impulso y de canalización de proyectos en torno a la figura de Walter Benjamin. El MUME es de visita obligada, tanto por la temática como por encontrarse simbólicamente situado a proximidad de uno de los principales pasos transfronterizos del exilio de 1939: el Pertús, los collados de Manrella y Lli, el collado de Banyuls y el de los Belitres. museuexili.cat Museo Memorial del Exilio (La Jonquera) / Eliseu T. Climent  Recibe las novedades de El Temps en tu correo: Puigcerdá, bajo el dominio de los anarquistas, vivió regularmente fusilamientos y una tensión que desembocaría en el cierre de la frontera por parte de las fuerzas francesas. En abril del 37 los pasos fronterizos fueron finalmente controlados, como hemos dicho anteriormente, por la guardia de asalto y el cuerpo de carabineros de la República. La presencia de estos últimos provocaría una reducción -y casi desaparición temporal- de las redes de evasión. El control de la frontera se volvió mucho más exhaustivo: incluso se instalaron reflectores en lugares como La Molina, con el fin de iluminar la montaña durante la noche y evitar así deserciones. de la misma manera, se reforzó el control en el Alt Empordà, con dos líneas de vigilancia: una primera, día y noche, en los pasos de montaña, como los collados del Teixó y del Llop; y una segunda en algunos pueblos, como Garriguella y Vilajuïga. Francesc Macià, Prats de Molló y la República Catalana Antiguo teniente coronel del ejército español, Francesc Macià abandonó las armas por la política, como diputado de Solidaritat Catalana entre 1907 y 1923. En septiembre de 1923, el golpe de estado de Primo de Rivera le obligó a exiliarse. Se refugió entonces en Perpiñán y tres años más tarde alquiló una casa en Prats de Molló. Vil·la Denise debería ser la mansión que se convertiría en centro de operaciones y sede del Estado Mayor, desde la que se lanzaría una ofensiva para liberar a Cataluña de la dictadura española y proclamar la República Catalana en Olot. Los conocidos como hechos de Prats de Molló quedarían finalmente frustrados por la denuncia de Ricciotto Garibaldi, un agente secreto del gobierno de Mussolini. Si se hubiera llevado a cabo la operación, los pasos de los Pirineo Oriental habrían sido testigos, una vez más, de un episodio primordial de la historia catalana. La incursión debía constar de dos columnas, una que partiría de Sant Llorenç de Cerdans hacia el Alt Empordà y una segunda que emplearía un paso más elevado, el collado de Ares, en conexión con el valle de Camprodon. Ambas habrían convergido en la capital garrochina. Homenaje a Francesc Macià (Prats de Molló) / Eliseu T. Climent  La derecha también se retirará  No sólo el exilio republicano hizo de la frontera un espacio permeable, sino que desde la victoria electoral del Frente de Izquierdas el 16 de febrero del 36, con la consiguiente tensión política, gente de clases acomodadas de corte conservador, religiosos y miembros de la derecha catalana y española huyeron del país para un exilio temporal, o bien para cambiar de bando, accediendo al País Vasco, que era zona nacional, a través de Andorra y Francia. ¿Cuál fue el número de refugiados catalanes de ese éxodo? Según Rubió, unas 15.000 personas habrían atravesado el Pirineo oriental entre 1936 y 1938. Ahora bien, si añadimos a los refugiados provenientes de otros puntos del estado español, la cifra podría ascender hasta los 25.000. Escapó de Francia  El 22 de junio de 1940 se estableció en Francia el régimen de Vichy, después de que este país fuera vencido y ocupado por el Tercer Reich. El 10 de julio de ese año el mariscal Pétain instauró un régimen dictatorial aliado de Alemania. Judíos, intelectuales, gente de izquierdas, aviadores abatidos, prisioneros fugitivos y desertores del ejército francés con voluntad de unirse a las tropas de la Francia Libre de Charles De Gaulle —los llamados Évadés de la France— varieron iniciar el éxodo hacia España, escala hacia países de ultramar, Inglaterra y el norte de África. Rápidamente se desarrollaron redes de pasaje, que eran vistas con simpatía por las fuerzas aliadas. Las cifras delatan poco movimiento entre agosto de 1940 y octubre de 1942, tan sólo unos cientos de individuos cruzaron la frontera. Será sin embargo a partir de noviembre de 1942, y sobre todo a lo largo del primer semestre de 1943, a raíz de la invasión alemana del sur de Francia, cuando el exilio alcanzará cotas de récord, con una frontera francesa custodiada completamente por efectivos nazis . Según el historiador Robert Belot, en ese período unos 23.000 franceses consiguieron atravesar en España, mientras que unos 7.000 habrían sido detenidos en el intento. Según el perfil de los exiliados, la mayoría eran hombres de menos de 30 años que tenían como objetivo unirse al nuevo ejército francés que estaba formándose en el norte de África, el Armée Française de la Libération. Banyuls de la Marenda / Eliseu T. Climent  En cuanto a los judíos, entre 1939 y 1941, se permitió el paso por España a 30.000 personas con destino a Portugal, para zarpar posteriormente hacia ultramar. Por el contrario, cuando el control fronterizo fue asumido por el ejército alemán, las condiciones se endurecieron, lo que comportó un incremento de pasajes clandestinos guiados por conocedores de la zona, los cuales, en lo que se refiere al Pirineo oriental —correspondientes a las comarcas gerundenses— emplearon, entre otros, los collados de Lino, Ares, Banyuls, la Portella de Mentet, la Portella Blanca, o el collado Pregon. Como ya hemos comentado, uno de los casos paradigmáticos fue Walter Benjamin, que pasó de Banyuls de la Marenda a Portbou por la montaña. Benjamin encontraría la muerte —presuntamente por suicidio— en el pueblo ampurdanés doce horas después de su llegada. En el cementerio, una placa en su memoria y en la puerta de éste, la instalación artística Passatges , de Dani Karavan, lo recuerdan. Pasajes. Memorial en Walter Benjamin (Portbou) / Eliseu T. Climent  Guerrilleros en tráfico  Durante la posguerra y hasta la década de los sesenta, la guerrilla resistió en pueblos y montañas, asaltando masías, empresas, fábricas y minas. Algunos nombres resonaron en el ambiente y frecuentaron la frontera: Marcelino Massana, Josep Lluís Facerias, o Ramon Vila, alias Caracremada, el último guerrillero antifranquista, abatido a tiros enCastellnou del Bages el 7 de agosto de 1963. Tres años antes, el mítico Quico Sabaté sufrió la misma suerte en Sant Celoni, en su último viaje hacia Barcelona. Desde 1947, Sabaté vivía con su familia —mujer y dos hijas— en el caserío Casanova Loubette, ubicado a un par de kilómetros de Costoja (Vallespir), junto a la frontera y no lejos del antiguo Hostal de la Muga, en término ya de Albanyà (Alt Empordà). El 31 de diciembre de 1959, inició su último periplo. Como buen conocedor de la zona, evitó pasos vigilados, habituales del contrabando y de los años de exilio. Parece que atravesó hacia el Alt Empordà por el camino del Hostal de la Muga en dirección a Albanyà. No fue directo, dejándose llevar por las aguas del río Muga, sino que hizo un rodeo bordeando la vertiente septentrional del Bassegoda, a través de los collados de Principio y Bassegoda. Toca Sarrià de Ter y Canet d'Adri, a los pies de la imponente cima del Rocacorba. Herido en un tiroteo en esta última población, consiguió atravesar de noche el río Ter en Girona, subirse a un tren en Fornells de la Selva y saltar a Sant Celoni, buscando el auxilio de un médico. Allí fue sorprendido por un somatén que le clavaría una bala mortal. Era el 5 de enero de 1960, fin del último guerrillero. Homenaje a Quico Sabaté (Prats de Molló) / Eliseu T. Climent   Fuente → eltemps.cat La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano