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Federica Montseny

Federica Montseny Isabel Ginés Era una ideóloga y teórica de la revolución anarquista, una luchadora, una revolucionaria en mayúsculas. “La única manera de hacer una revolución es haciéndola, pero para hacerla se necesita un pueblo, pero antes de hacer la revolución hace falta hacer al pueblo»Federica Montseny fue una figura importante en la historia del anarquismo y el feminismo en España. Hija de los conocidos anarquistas Federico Urales y Teresa Mañé, Montseny creció en un ambiente profundamente influenciado por las ideas libertarias y revolucionarias. Su vida y obra reflejan un compromiso inquebrantable con la lucha por la justicia social, la igualdad de género y la emancipación de los trabajadores. Montseny fue una prolífica escritora y una oradora inigualable. Era la mujer que hablaba, la gran agitadora anarquista. A través de sus escritos, especialmente en el periódico «La Revista Blanca», que dirigían sus padres, promovió las ideas anarquistas y feministas. El 21 de julio de 1936, ingresó en la Federación Anarquista Ibérica (FAI) a instancias del comité ejecutivo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Poco después, en plena Guerra Civil Española, Montseny se convirtió en la primera mujer en ocupar un cargo ministerial en España, asumiendo la cartera de Sanidad y Asistencia Social en el gobierno republicano. Durante su mandato, promovió reformas progresistas, como la creación de centros de salud, la legalización del aborto y la atención a los niños y mujeres desfavorecidos. “El anarquismo es una idealidad basada en la posibilidad de organizar la sociedad sustituyendo el Estado por la administración de las cosas, por el pacto entre iguales, por las asociaciones de productores y por la organización armoniosa del trabajo, puestos los instrumentos de producción en manos de los productores” Federica Montseny fue la primera mujer en ocupar un cargo ministerial en la historia de España, un hecho que ha sido silenciado y que poca gente conoce. Su nombramiento marcó un hito significativo y el camino que ella abrió continúa influyendo hasta hoy en día. En 1924, un año sumamente productivo para Federica, quien dedicó todo su tiempo a la redacción de artículos, novelas cortas y, especialmente, a trabajar en «La victoria», novela publicada fuera de la colección anarquista «La novela ideal» debido a su extensión. Esta obra generó una gran repercusión de opiniones y críticas, revelando el pudor social de la época. «La Revista Blanca», fundada en 1898 y que contaba con firmas como Unamuno y Pi i Margall, entre otros miembros, fue la cuna de Montseny. Creció rodeada de intelectuales, artistas y políticos que transitaban por su casa en la Barcelona de los años veinte, un periodo duro donde los conflictos entre patronos y obreros se saldaban con víctimas en las calles a diario, a causa de la ley de fugas y las revueltas ocasionadas por la disconformidad social entre obreros y patronales. En sus memorias, la autora relata cómo, a los once años, leía discursos que ella misma escribía a su abuela y a su perrita en el patio de su casa barcelonesa. En esta misma casa, escribió su primera novela, «La tragedia del pueblo» y títulos posteriores como «Peregrina del amor», narraciones que luego quemaba debido a su autoexigencia. Federica Montseny siempre quiso dedicar su vida a la escritura, pero el tiempo y las circunstancias la llevaron a comprometerse cada vez más, dedicándose progresivamente al periodismo y posteriormente a la literatura de intención social y de ideología anarquista, alentada por maestros como Proudhon y Bakunin, cuyas influencias marcaron tanto su literatura como su pensamiento. Aunque los escritores libertarios escaseaban, Montseny leía a Balbina Pi, Rosario Ducet, Lola Ferrer, Antonio Maimó, Lucia Sánchez Saornil y Teresa Claramunt, a quien admiraba profundamente como oradora. También seguía a escritores como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, quienes, en su opinión, se acercaron a la literatura anarquista. La política defendió un anarquismo humanista y ético, que abogaba por la abolición del Estado y la propiedad privada en favor de una sociedad basada en la cooperación y la solidaridad. Sus ideales estaban profundamente arraigados en la creencia de que la libertad individual y colectiva eran esenciales para el desarrollo humano. Además, fue una ferviente defensora de los derechos de las mujeres, luchando por su emancipación tanto en la esfera privada como en la pública. Montseny veía en la educación un pilar fundamental para la transformación social y trabajó incansablemente para difundir estos ideales. Era una ideóloga y teórica de la revolución anarquista, una luchadora, una revolucionaria en mayúsculas. “La única manera de hacer una revolución es haciéndola, pero para hacerla se necesita un pueblo, pero antes de hacer la revolución hace falta hacer al pueblo. Esto es lo que muchos no han comprendido. No se puede hacer a base de una dictadura, de un golpe de estado, a base de la acción de unas minorías, una revolución se hace a base de un pueblo, pero hay que hacer que ese pueblo tenga conciencia y voluntad revolucionaria y para ello hay que trabajar incesantemente, incansablemente, interminablemente” dijo en sus memorias y refrescando en alguna entrevista. La derrota de la República en 1939 llevó a Montseny al exilio en Francia en febrero de ese año, cuando la victoria del genocida dictador Franco era prácticamente un hecho. Dos años después, fue recluida en la cárcel de Limoges junto a Largo Caballero, mientras su compañero Germinal Esgleas fue encarcelado en Toulouse. El gobierno franquista reclamó su extradición, pero la Corte de Apelación de Vichy denegó la petición. El embarazo de su tercera hija, Blanca, la salvó de una muerte segura, pocos días después de que fueran fusilados Lluís Companys, Julián Zugazagoitia y Josep Puig Salado. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Montseny se instaló definitivamente junto a su familia en Toulouse. Allí desempeñó el cargo de redactora jefe del semanario «L’Espoir», continuando su lucha desde el extranjero. A pesar de los numerosos problemas que enfrentó en el exilio, incluyendo la persecución por parte del régimen franquista y las dificultades de vivir como refugiada, Montseny nunca abandonó su compromiso con el anarquismo y siguió escribiendo y organizando desde la distancia. La labor de Federica Montseny como pionera en la política, gran oradora y defensora de los derechos humanos y la justicia social es un ejemplo para todas las generaciones. Su papel como la primera mujer ministra en España y sus esfuerzos por implementar reformas progresistas durante uno de los periodos más turbulentos de la historia del país demuestran su valentía y determinación. La profundidad de sus ideales y su inquebrantable compromiso con la causa anarquista y feminista sirvieron de inspiración a generaciones de activistas y pensadoras. Ella no solo desafió las convenciones de su tiempo, sino que también dejó un legado duradero en la lucha por los derechos de las mujeres y la justicia social. Su capacidad para mantenerse firme en sus convicciones, incluso en el exilio, refleja una fuerza de carácter y una dedicación inquebrantable a sus principios. En un mundo que aún lucha por la igualdad y la justicia, la vida y obra de Federica Montseny continúan siendo inspiración y un recordatorio de la importancia de la lucha constante por un futuro más justo, equitativo y libre. Un mundo sin cadenas que se luche por la mejora de el quitando la hostilidad. “El presente lo veo difícil. Hay muchos obstáculos en el camino, pero el futuro me parece optimista. España ha sido siempre un país de libertarios, en el sentido más amplio de la palabra, y se vuelve a pensar en anarquista. El anarquismo está en el vórtice de los movimientos ecologistas y juveniles. Nosotros éramos una minoría, sobre todo las mujeres, pero el futuro indudablemente traerá una afirmación de nuestras ideas. Hay que trabajar, escribir y editar para conseguirlo” Novelas (1920-1940)Horas Trágicas (1920) Amor de un día (1920) Ana María (1920) El amor nuevo (1920) El juego del amor y de la vida (1920) La mujer que huía del amor (1920) La vida que empieza (1920) Los caminos del mundo (1920) María Magda (1920) Maternidad (1920) Vampiresa (1920) Florecimiento (1925) La victoria (1925) Vida nueva (1925) ¿Cuál de las tres? (1925) Los hijos de la calle (1926) 17. El otro amor (1926) La última primavera (1926) Resurrección (1926) El hijo de Clara (1927) La hija del verdugo (1927) El rescate de la cautiva (1927) El amor errante (1927) La indomable (1928) La ruta iluminada (1928) El último amor (1928) Frente al amor (1929) Sol en las cimas (1929) El sueño de una noche de verano (1929) La infinita sed (1930) Sonata patética (1930) Pasionaria (1930) Tú eres la vida (1930) El ocaso de los dioses (1930) Aurora roja (1931) Cara a la vida (1931) El amor que pasa (1931) Nocturno de amor (1931) Una mujer y dos hombres (1932) Amor en venta (1934) Nada más que una mujer (1935) Vidas sombrías (1935) Tres vidas de mujer (1937) Una vida (1940) Otras obras La mujer, problema del hombre (1932) Heroínas (1935) Buenaventura Durruti (1936) In Memoriam of Comrade Durruti (1936) La voz de la F.A.I. (1936) El anarquismo militante y la realidad española (1937) La incorporación de las masas populares a la historia: la Commune, primera revolución consciente (1937) 8. Anselmo Lorenzo (1938) Cien días de la vida de una mujer (1949) Jaque a Franco (1949) Mujeres en la cárcel (1949) El problema de los sexos: matrimonio, unión libre y amor sin convivencia (1950) Pasión y muerte de los españoles en Francia (1950) María Silva: la libertaria (1951) El Éxodo: pasión y muerte de españoles en el exilio (1969) Problemas del anarquismo español (1971) Crónicas de CNT: 1960-1961 (1974) Qué es el anarquismo (1974) El éxodo anarquista (1977) Cuatro mujeres (1978) Seis años de mi vida (1978) Mis primeros cuarenta años (1987) Cien días en la vida de una mujer. Instituto Cervantes (2019) Entrevista: https://youtu.be/dD4uJN4X7sI?si=LB7FeQ-AEbyt9QbV Película: https://youtu.be/r79uo0vMDIs?si=QHW5V_QkHW_LoBMJ Fuente → nuevarevolucion.es La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano