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El virus fascista y el riesgo de pandemia Martí Caussa Artículo original en catalán El capitalismo neoliberal empuja a los regímenes políticos hacia democracias iliberales o autoritarismos reaccionarios, como explican Miguel Urban y Jaime Pastor: décadas de gobernanza neoliberal y sus crisis derivadas, que han fomentado una cultura política profundamente antidemocrática. Refleja la obsesión incesante del neoliberalismo por limitar las esferas y funciones sociales de los Estados, alineando la acción pública con los intereses de los actores de la economía privada, reemplazando la regulación y la distribución por la libertad de empresa y colocando los derechos de propiedad por encima de cualquier otro derecho fundamental. (…) Es esta antipolítica (…) la que está detrás del autoritarismo que está impregnando el conjunto del mapa político. En este texto propongo una reflexión sobre si, en esta dinámica, algunos elementos característicos del fascismo clásico se están modificando y recombinando con elementos nuevos, tal como ocurre con las cepas modificadas de un virus anterior, y están afectando progresivamente a varias partes de las instituciones y del cuerpo social. El peligro es que el contagio se acelere de tal forma (como una pandemia) que llegue a provocar cambios sustanciales y acabe por dar como resultado una dictadura brutal que tenga suficientes similitudes con el fascismo como para ser considerada su heredera. En una dinámica fascista puede haber etapas de contagio continuado, pero lento y relativamente silencioso, otras de evolución acelerada y finalmente es necesario un momento disruptivo importante para que un partido fascista conquiste el poder y se consolide. Evidentemente no estamos en la situación de los años 30 y ningún fenómeno se vuelve a repetir de la misma forma 100 años después. El fascismo tampoco lo hará. Lo que me propongo debatir es si en España existen estos fenómenos de contagio de un nuevo fascismo, qué grado de desarrollo tienen y cómo se les puede hacer frente. Naturalmente hay que empezar aclarando cuáles considero que son los rasgos característicos del fascismo que tienen mayor potencialidad para desarrollarse y ser operativos en la situación actual. El fascismo y las condiciones de su desarrollo 1 Por fascismo hay que entender una dictadura en la que el aparato represivo –Ejército, Policía, judicatura...– se ve reforzado por un movimiento de masas reaccionario que lo complementa por abajo, con el objetivo de eliminar las organizaciones populares existentes y sustituirlas por otras de encuadre y control al servicio de los intereses del Estado fascista. Para acotar los términos: el fascismo es cualitativamente distinto a una democracia recortada, es una dictadura; pero no todas las dictaduras son fascistas, para serlo necesitan contar con un movimiento de masas reaccionario: Una dictadura militar o un Estado meramente policíaco (…) no dispone de medios suficientes para atomizar, descorazonar y desmoralizar, durante un largo período de tiempo, a una clase social consciente de varios millones de individuos y prevenir así todo relanzamiento de la lucha de clases más elemental (...) Por esta razón, es necesario un movimiento de masas que movilice un gran número de individuos. Sólo un movimiento semejante puede diezmar y desmoralizar al rango más consciente del proletariado mediante un sistemático terror de masas (...) y, tras la toma del poder, dejarlo no sólo atomizado, como consecuencia de la destrucción de sus organizaciones de masas, sino también desalentado y resignado (El fascismo, Ernest Mandel, 1969). Sin embargo dentro de esta caracterización del fascismo ha habido numerosas variantes en función del protagonismo y del momento en que lo asumen los diversos actores necesarios –en particular el ejército y el movimiento de masas fascista–, de la forma en la que el partido fascista llega al poder y de las resistencias que encuentra para consolidarlo. El nazismo y el franquismo son dos modelos extremos. En el caso español el fascismo tomó la forma de franquismo, el protagonismo principal correspondió al ejército, la forma de llegar al poder fue un golpe de Estado militar, y el partido fascista (Falange) era marginal antes del golpe y se desarrolló y fue remodelado a medida que el ejército franquista ganaba la guerra. 2 Un paso necesario y muy importante en los procesos de contagio del fascismo es conseguir que un sector de la población desarrolle un sentimiento de alteridad, de enemistad e incluso de odio hacia otro, hasta el punto de considerarlo merecedor de negarle derechos básicos y reprimirlo. Y que un amplio sector social sea pasivo y consienta estos ataques. El ejemplo típico es el del nazismo respecto a la población judía. Cuando este sentimiento de odio hacia un sector social se ha conseguido, es muy fácil extenderlo a otros: en el caso del nazismo, después de la población judía vinieron la población gitana, la homosexual, la eslava, etc. Y acabó abarcando a quienes no eran nazis: comunistas, socialistas, demócratas,... No es cierto que los proyectos de exterminio nazis estuvieran reservados exclusivamente a a población judía. La población gitana experimentó una proporción de exterminio comparable a la de la judía. A largo plazo, los nazis querían exterminar a un centenar de millones de personas en la Europa central y oriental, principalmente eslavas ("Prémisses matérielles, sociales et idéologiques du génocide nazi”, Ernest Mandel, 1988). En el caso español el enemigo de los años 30 era, en teoría, la conspiración judaica, masónica y bolchevique, pero se identificaba rápidamente con las organizaciones de la clase obrera, los liberales y los nacionalistas periféricos. Paul Preston ha analizado estos orígenes del odio en el libro El holocausto español (2011) : La idea de esta poderosa conspiración internacional ---o contubernio , una de las palabras predilectas de Franco--- justificaba el recurso a cualquier medio necesario por lo que se consideraba la supervivencia de la nación (...) La noción de que la gente de izquierda y los liberales no eran auténticos españoles y, por tanto, había que destruirlos arraigó enseguida entre la derecha (...) Jose Antonio Primo de Rivera, aunque no fuera antisemita, también coincidía en asociar la izquierda con los moros (...) interpreta al conjunto de la historia de España como una lucha eterna de los godos y los bereberes (...) la encarnación de los segundos era el proletariado rural 3 Para combatir violentamente a su enemigo social el fascismo necesita construir una identidad alternativa que se sobreponga y se contraponga a las divisiones existentes en la sociedad y en su propia base. Históricamente esta identidad se ha basado en un nacionalismo etnicista o racista. En el caso español, se combinó con el fundamentalismo católico. El nacionalismo racista fue también un pilar fundamental para justificar la conquista de Abisinia por Mussolini o la invasión nazi de varios países europeos y la URSS. 4 Preparar las condiciones para una dictadura fascista es lento y laborioso, porque es necesario crear las condiciones para un movimiento de masas decidido a actuar violentamente contra una parte muy importante de la población y destruir sus cuadros y organizaciones. Debe haberse creado un clima social favorable a las propuestas fascistas, hacer que penetren dentro de los aparatos de Estado, que los partidos tradicionales las hayan normalizado e, incluso, aplicado parcialmente, que las acciones contra sectores populares sean aceptadas aunque sea pasivamente... A esta fase de preparación ideológica, política y material, que yo llamo contagio, Ugo Palheta y Omar Slaouti la han llamado fascistización : “el fascismo no se produce de la noche a la mañana (...) no puede surgir sin toda una etapa histórica de impregnación, tanto ideológica como material, sino una serie de transformaciones que alteran el equilibrio interno del Estado” (“Islamofobia, fascistización, racialización”, viento sur 193, junio 2024). La llegada al poder de los partidos fascistas, tanto por un golpe de Estado como por procedimientos parlamentarios o pseudo-parlamentarios, supone un salto cualitativo y una brusca aceleración de todos los ataques contra las libertades democráticas y las organizaciones populares, pero sólo se consolida si éstas no reaccionan de forma rápida y decidida. El ejemplo de reacción popular más espectacular contra un golpe de Estado militar-fascista fue la insurrección popular 19 de julio de 1936, que logró derrotarlo inicialmente en la mayor parte del Estado español. 5 La definición del enemigo que hay que enfrentar, la consecución de un cierto grado de consenso social en los ataques a éste y la afirmación identitaria fascista, son la precondición de una violencia de sectores masivos (necesaria para calificar un régimen de fascista). Ésta también debe empezar gradualmente, tanteando. Si la ideología fascista ha penetrado de manera importante en la judicatura, la Policía y el Ejército, la violencia puede delegarse inicialmente en estos aparatos de Estado, presionándolos con manifestaciones en la calle o con campañas. Cuando la coyuntura necesita un grado de violencia superior, el surgimiento de bandas fascistas violentas y masivas puede ser muy rápido. 6 En todos los casos para que el fascismo triunfe y se pueda mantener en el poder necesita el apoyo de la mayoría del gran capital. Pero para que se dé este apoyo es necesario que vea seriamente amenazado su dominio, porque tiene la experiencia histórica de que la dictadura fascista puede adquirir tal autonomía que le acabe expropiando políticamente y conduciéndolo al desastre, como fue el caso de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. La amenaza del gran capital no volverá a ser el peligro comunista como en los años 30 (aunque los grupos neofascistas y de derecha extrema actuales califican de comunistas a todas las personas de izquierda). Pero puede ser la existencia de movilizaciones masivas y continuadas que, aunque no tengan una dirección que busque la toma del poder político, sean suficientes para desestabilizar seriamente el sistema de dominación y acumulación de capital. El contagio fascista es una realidad en el Estado español y se podría acelerar 7 La definición de los enemigos a combatir radicalmente está claramente definida por Vox y el PP (especialmente por el sector radical representado por Ayuso): migrantes, especialmente las personas musulmanas; nacionalistas independentistas o soberanistas; feministas y personas LGTBI; ecologistas que luchan contra el cambio climático; activistas de la memoria histórica; y un amplio abanico de asimilados al comunismo o al independentismo: Podemos, anarquistas y, a partir de la ley de amnistía, los sanchistas: [el acuerdo de investidura con ERC y Junts] está generando una mayor radicalización del bloque de las derechas (…) Sus calificaciones de las “cesiones” hechas por el PSOE como un “golpe de Estado” similar al 23F, “dictadura”, “ abolición del Estado de derecho” o “conjura destituyente” (la FAES de Aznar dixit ), sumadas al ya clásico “España se rompe” y al de “gobierno ilegítimo” (y ahora “ilegal” en boca de Vox), no se compadecen con el contenido real de estos acuerdos, pero están fomentando un clima político en el que los grupos más ultraderechistas y abiertamente neonazis, amparados por Vox y por un sector del PP, adquieren un protagonismo que no habían alcanzado hasta ahora (“La cuestión catalana y la creciente radicalización del bloque de derechas”, Pastor, Jaime, 11/11/2023). 8 Los componentes básicos de la identidad fascista también están definidos: antiinmigración, españolismo fundamentalista, blanqueamiento del franquismo, defensa del patriarcado, negacionismo climático, neoliberalismo económico, integrismo católico,... 9 El clima de odio contra los sectores a combatir se ha extendido, especialmente gracias a importantes medios de comunicación, redes sociales, sitios web, etc., que no sólo difunden ideas, sino que recurren sistemáticamente a la difusión de noticias falsas por justificar las agresiones a migrantes, a personas LGTBI, contra las clínicas que practican abortos, apoyo a la actuación policial contra el referéndum del 1 de octubre de 2017 ( A por ellos! )... El desplazamiento hacia posiciones reaccionarias de un amplio sector social, se ha visto favorecido por la deriva antidemocrática de los gobiernos de turno. Principalmente por los del PP, pero también por los presididos por el PSOE. Este último ha normalizado políticas xenófobas y racistas (con el punto culminante de la masacre de Melilla, en junio de 2022), graves recortes en la democracia (no derogación de la ley mordaza), negativa a aplicar la justicia universal al crímenes del franquismo y, hasta hace poco, la represión contra el independentismo (colaborando en la aplicación del artículo 155 que suprimió la autonomía de Cataluña). De esta forma ha contribuido a que las políticas de la derecha reaccionaria y el neofascismo conquisten los espíritus antes de poder ganar en las urnas. El clima de odio no hubiera podido progresar tanto sin la colaboración de una parte de la cúpula judicial que no ha dudado en calificar como rebelión militar la desobediencia civil, pacífica y masiva, del 1 de octubre, al acusar de terrorismo a los organizadores de las protestas pacíficas de tsunami democrático, al desafiar la soberanía del parlamento español al negarse a aplicar la ley de amnistía a las y los dirigentes del procés mientras se beneficia generosamente a los policías (51 de las 105 personas amnistiadas hasta la fecha), y recurriendo al lawfare contra enemigos políticos: Puigdemont, Arnaldo Otegi, Mònica Oltra, Pablo Iglesias, Irene Montero... Estas campañas han llegado hasta el presidente del gobierno que se ha visto obligado a denunciar la máquina de barro pero sin emprender ninguna acción enérgica para ponerle fin y democratizar la justicia. 10 La pervivencia de la ideología fascista en el interior del Ejército y los cuerpos policiales se explica porque la transición de la dictadura a la democracia se hizo sin depurar los aparatos de Estado y protegiendo con la ley de amnistía a los responsables de crímenes y delitos graves durante el franquismo. En el caso del Ejército esta pervivencia se pone de manifiesto periódicamente con ocasión de crisis o conflictos políticos: manifiestos de militares en la reserva (los únicos que pueden firmarlos) se han publicado elogiando a Franco con ocasión de su exhumación del Valle de los Caídos o pidiendo la destitución de Pedro Sánchez a raíz de la aprobación del indulto contra las y los condenados del proceso. En el caso de la Policía y la Guardia Civil se sabe que conocidos torturadores durante el franquismo continuaron en sus lugares, ascendieron, fueron condecorados y se negó su procesamiento por crímenes de lesa humanidad, tanto en España como en la querella argentina. De estos antecedentes vienen las realidades actuales: entre los años 2015 y 2016 la policía patriótica, por orden del gobierno del PP, espió a 69 diputados y diputadas de Podemos a través de las bases de datos del Ministerio del Interior; más recientemente el sindicato Jusapol ha dirigido duras críticas al gobierno a raíz de la reforma (que no derogación) de la ley mordaza y del acercamiento de presos de ETA al País Vasco; y el sindicato de policía SUP ha firmado con la empresa ultra Desokupa un contrato para formar a 30.000 policías. 11 La violencia directa hasta ahora ha sido de baja intensidad (se ha centrado en migrantes, personas LGTBI, desalojos de la empresa Desokupa,...), en parte porque la judicatura y la policía han hecho la mayor parte del trabajo con la cobertura de leyes antidemocráticas (como la ley mordaza), tanto en tiempos de gobierno del PP como del PSOE (con protagonismo destacado del ministro Marlaska en este caso). 12 En España el partido neofascista Vox ha experimentado un crecimiento importante en los últimos años: 12,4% de los votos en las últimas elecciones generales y 9,6% en las europeas de 2024. No es tan fuerte como sus homólogos de Italia, Países Bajos o Francia, capaces de gobernar o con muchas posibilidades de hacerlo, pero ha dejado atrás la fase en que sólo servía de perro rastreador de la derecha, probando qué temas podían adquirir un apoyo popular y empezando a introducirlos en la agenda política para que después les recuperara el PP. Tras las elecciones municipales y autonómicas de 2023 logró formar parte de gobiernos de coalición en 5 comunidades autónomas (Extremadura, Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla-León y Murcia) y condicionar el gobierno de las Islas con un pacto de legislatura. El pasado 11 de julio Vox rompió los pactos de gobierno con el PP en protesta por la decisión de éste de acoger una cuota reducida de migrantes menores no acompañados, pero pueden reactivarse. Si la campaña de lawfare que ha denunciado a Pedro Sánchez tuviera éxito y el PSOE perdiera la posibilidad de formar una coalición de gobierno, la alternativa casi segura sería un gobierno de PP y Vox (o con su apoyo). En este caso, las políticas regresivas aumentarían de manera importante porque se consolidaría un bloque reaccionario, conservador, neoliberal y nacionalista español, y legitimaría a un partido neofascista como partido de gobierno. A partir de aquí pasar a tener un gobierno neofascista mayoritario sería mucho más fácil, ya fuera por el crecimiento propio de Vox o porque el componente fascista que se sigue incubando dentro del PP tomara el control del partido o lo abandonara para crear uno nuevo. 13 El dominio de un partido fascista sobre el gobierno central debería contar con el apoyo de una parte decisiva del gran capital. De momento no se da, porque la democracia recortada actual le resulta suficiente y le permite evolucionar más acompasadamente con los principales países de la Unión Europea. Pero éstos también se mueven en una dirección inquietante, tal como explican Miguel Urbán y Jaime Pastor: se está extendiendo un autoritarismo postdemocrático en la UE y sus estados miembros, con fronteras cada vez más permeables entre régimens liberales e iliberales (...) Por tanto no podemos sorprendernos de que la extrema derecha esté optando por la vía reformista dentro de la UE (“Hacía un despotismo oligárgico, tecnocrático y militarista” , viento sur 193, agosto 2024). En realidad la democracia española y las europeas están en mutación al igual que el capitalismo neoliberal. Y si bien la tendencia hacia regímenes más autoritarios parece clara, ni el punto de llegada ni los ritmos pueden predecirse. Pero sí cabe preguntarse si en esta mutación un fascismo del siglo XXI, tal como lo hemos presentado al principio, puede encontrar su oportunidad. Mi opinión es que sí y que el factor desencadenante más probable es la crisis climática. Dicho con las palabras de Phil Hearse: La catástrofe climática creará el tipo de dislocación y agitación social que sólo puede controlarse, desde el punto de vista de la clase capitalista, mediante dictaduras autoritarias basadas a su vez en aparatos militar-policiales, y el intento de movilizar a las masas sobre la base del nacionalismo, la identidad étnica o el racismo. A esto nos referimos cuando hablamos de fascismo moderno(“El colapso climatico amenaza con traer fascismo y guerra”, 13/07/2023). Naturalmente este desenlace no es seguro, al igual que en las primeras fases de extensión de un virus modificado no se puede saber si dará lugar a una pandemia, aunque los efectos nocivos sean constatables, y que empezar a combatirlo sea la única forma de evitar sufrimientos a la gente y de que acabe en pandemia. 14 La movilización social contra el contagio fascista debe empezar ahora mismo. Es necesario luchar contra las agresiones que está sufriendo la clase trabajadora y los sectores populares, especialmente las que se dirigen contra la gente que la derecha radical y el neofascismo han señalado como enemigos. Debemos unir la lucha de las y los de abajo, que son la inmensa mayoría de la población, contra la pequeña minoría que es la beneficiaria de las políticas de exclusión social, austeridad, degradación democrática y complicidad con las agresiones imperialistas. Frente a las dinámicas de exclusión debemos exigir el respeto escrupuloso de toda la legislación internacional de protección de los derechos humanos, especialmente en las fronteras, y luchar por imponer los derechos de ciudadanía, sin exclusiones, a todas las personas que residen en el territorio del Estado español. Frente al incremento del autoritarismo es necesario luchar por la democracia real, en su sentido originario de poder del pueblo para decidir sobre todos los asuntos de la forma más directa y participativa posible en cada momento, sin más límite que los derechos de las personas y las minorías. Derecho a decidir sobre los derechos de las mujeres y las personas LGTBI frente al integrismo religioso y la moral reaccionaria; a decidir las medidas necesarias para combatir la emergencia climática frente a los intereses de las multinacionales; derecho a decidir sobre las relaciones que quieren mantener los pueblos y naciones del Estado español frente al dogma de la unidad indisoluble de España; derecho a decidir sobre las medidas de búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación de los crímenes del franquismo frente a una ley de punto final como fue la de la amnistía... Frente a la acumulación de riqueza de las multinacionales y la pobreza cada vez más extensa y ocultada de grandes sectores sociales, es necesario reclamar la defensa y la extensión de los bienes comunes, sin miedo a incursiones en la propiedad privada de los poderosos. No es verdad que no haya recursos suficientes para todos y todas, sino que son secuestrados por una minoría que, además, los utiliza para mantener una forma de producción que nos aboca a una catástrofe climática. Necesitamos un modelo alternativo de producción basado en criterios ecológicos que reduzcan el uso de energía y materiales y esté orientado a la satisfacción de las necesidades humanas básicas, alejado del consumismo Frente a la competencia entre bloques imperialistas y a la proliferación de conflictos y de guerras en nombre de nacionalismos identitarios o de la civilización occidental, debemos practicar la solidaridad con los pueblos que luchan contra cualquier tipo de imperialismo y por una cooperación real en la lucha contra el cambio climático y por la sostenibilidad de la vida en un planeta habitable. Debemos oponernos al incremento del gasto militar, al apoyo del Estado español o de la UE a las intervenciones militares y las guerras contra otros pueblos, y, en especial, al genocidio del pueblo palestino realizado por un Estado racista y colonial, donde el gobierno y partes importante de la sociedad están contagiados por el neofascismo Fuente → vientosur.info La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano
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