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Los Aparatos Ideológicos del Estado en 2024 David García Aristegui Podemos entender los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) como las herramientas de la clase dominante que existen fuera de la propia estructura estatal y que no hacen uso (sólo) de la represión. Hablamos de que existe un aparato religioso, escolar, familiar, jurídico, político, sindical, de medios de comunicación y cultural. Conceptos o campos de batalla como lawfare, el anti-feminismo, el racismo o cualquiera de las guerras culturales se comprenden mucho mejor si se tiene claro que son espacios de la lucha de clases. Ámbitos donde chocan las ideologías, por mucho que la derecha (y parte de la izquierda) quiera camuflar estos aparatos bajo el manto de la gestión eficiente, el sentido común o la despolitización (de la justicia, por ejemplo). Todo lo resumido en el anterior párrafo son ideas propuestas después de Mayo del 68 por Louis Althusser. Fue un pensador francés que arrastró problemas de salud mental toda su vida -pasó cinco años preso en un campo nazi haciendo trabajos forzados- y que “disfrutó” de las bondades terapéuticas del electro-shock. Estranguló a Hélène Rytmann en lo que ahora calificaríamos sin dudar de violencia machista, algo posteriormente confirmado por las cartas que le envió a Rytmann, publicadas póstumamente. Para cerrar la semblanza de este oscuro personaje, recordaremos que en una entrevista tardía afirmó “soy anarquista social. No soy comunista porque el anarquismo social está más allá del comunismo”. Abogaba por una sociedad sin clases y sin explotación. Al hilo de los ataques racistas y xenófobos que se están produciendo en el Reino Unido y otros lugares Miquel Ramos alertaba, en uno de los mejores texto que ha dado el antifascismo reciente: “Hay quien vive y se lucra de ello, quien hace del odio racista y del miedo su negocio, su modo de vida, su proyecto político, todo amparado por la libertad de expresión y con las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías para que llegue a todas partes. Civil War, publicó Elon Musk, propietario de Twitter, (ahora X) poniendo en su perfil de esta red imágenes de las cacerías racistas. El multimillonario se ha convertido en un instigador del odio racista, transfóbico y misógino, y ha hecho de esta red su juguete favorito para la batalla cultural de la extrema derecha.” X/Twitter es un ejemplo de Aparato Ideológico del Estado de manual, la expresión de la ideología dominante, que combina dogmas neoliberales, turbocapitalismo y cada vez dosis menos disimuladas de la antigua receta reaccionaria de machismo, racismo y xenofobia, con la novedad de la transfobia. Pero el racismo estaba entre nosotros mucho antes de Elon Musk. El Ejido en el año 2000 o las masacres de El Tarajal en 2014 o Melilla en el 2022, además de los recurrentes abusos sexuales a las temporeras… Dejan claro que no hace falta mirar al Reino Unido, Francia, Italia o Grecia para entender que la lucha de clases tiene que darse en todos y cada uno de lo que se caracterizó como AIE, es decir, lo religioso, escolar, familiar, jurídico, político, sindical, medios de comunicación y cultura. Otro caso que hay que resaltar de los AIE es lo que el Equipo Nizkor caracteriza como el Modelo de Impunidad Español, en torno a la llamada Memoria Histórica. Ahí los AIE han desplegado todo un entramado jurídico-burocrático para impedir algo tan elemental como acceder a archivos, con el objetivo último de que que jamás haya un mínimo de justicia y reparación de los crímenes de la dictadura franquista, como recuerda Sergio Gálvez: […] siguen produciéndose situaciones de auténtica ilegalidad como ocurre con los archivos presidenciales, la venta de documentos públicos en páginas web y ciertas prácticas que vulneran cualquier código deontológico como ocurre con la no publicación y/o ocultación deliberada de los instrumentos de descripción. Todavía más: a falta de un WikiLeaks español gracias a algunos medios de comunicación como en el caso de Público y otros similares, los ciudadanos tenemos acceso a documentación clasificada o no, que nos posibilitan nuestro derecho a saber acerca de la guerra sucia del Estado a la comisión de graves delitos. Documentación privada (con el agravante de desconocer si Interior o Defesa controlan la documentación de instituciones herederas de los antiguos Gobiernos Civiles y Militares) que debería estar depositada y conservada hace tiempo en los archivos públicos y a plena disposición de los ciudadanos. Una situación que ejemplifica uno de los rasgos excepcionales del caso español, mientras que las autoridades y demás órganos competentes se niegan sistemáticamente a actuar. Quiero reflexionar también sobre cómo la nueva política apostó por la liquidación de la organización, como si la organización de los partidos políticos y su representación fuera un terreno neutro y no un AIE, con efectos verdaderamente devastadores como recordó César Rendueles: “[…] una especie de performance democrática disfuncional. La mejor prueba es la hipertrofia de votaciones digitales abiertas que se produjo. Tras un sencillo trámite online y sin ningún debate previo, miles de individuos anónimos podían participar en votaciones que decidían las listas y los programas electorales o la composición de las direcciones de los partidos […]. Creo que puedo contar con los dedos de una mano las ocasiones en las que en las organizaciones políticas en las que he participado a lo largo de mi vida ha sido necesario recurrir a la votación para resolver un debate. La votación siempre se consideraba un fracaso de la deliberación, pues implica la imposición de las mayorías sobre las minorías. Las plataformas políticas digitales, en cambio, estaban en estado de votación permanente precisamente porque no había organización. Las votaciones eran espejismos democráticos que impulsaban dinámicas plebiscitarias en las que sistemáticamente se imponía la opinión de los líderes con mayor presencia en los medios de comunicación y en las redes sociales. En paralelo a la popularización de máquinas electorales sin base social y funcionamiento disfuncional uno de los ataques más preocupantes desde los AIE es el llamado Caso de La Suiza: duras campañas en prensa y medios, hasta el encadenamiento de sentencias demenciales, que buscan disciplinar, y que en la nueva deriva autoritaria que vivimos hacer sindicalismo va a empezar a ser delito. Atrás queda el arco activista del sindicato SAT en Andalucía y su apuesta por la desobediencia civil, que le hace ser un sindicato con récord en detenciones y multas. Ante la ofensiva que estamos viviendo la respuesta tiene que ser desde la organización, la lucha de clases. Con posiciones ideológicas claras -no desde el inexistente “sentido común” o la buena gestión dentro del aparato estatal/institucional- y por supuesto en todos y cada uno de los AIE. Jamás ha existido una supuesta trampa de la diversidad que buscara dividir a la clase trabajadora. Es justo al contrario, la acción de los AIE es lo que ha hecho que se tuvieran que dar respuestas organizativas y políticas de lo más diverso, de ahí los ciclos activistas del feminismo después de La Manada, los sindicatos de vivienda ante los desahucios, los sabotajes y acciones espectaculares del nuevo ecologismo ante el cambio climático o sindicatos de ámbito nacional como ELA que convocó el 80,54% del total de días de huelga en Euskal Herria gracias a sus cajas de resistencia. En la entrevista aludida al principio, en la que Althusser hablaba de anarquismo, se le preguntaba también acerca de qué pasaba en los centros de trabajo: “Pregunta: no son sólo los medios de comunicación de masas, los partidos, los sindicatos, la familia. Incluso las fábricas, por ejemplo, reproducen las relaciones sociales (por ejemplo, la jerarquía, la carrera, etc.). […] ¿Así que incluso los aparatos de la producción son aparatos ideológicos? Althusser: Exactamente. No me había dado cuenta de esto.” Las empresas, los “aparatos de producción” en jerga marxista, por supuesto que son aparatos ideológicos. Es fundamental un rearme ideológico dentro de los sindicatos y que, explícitamente, se demande el final del trabajo asalariado y la abolición de la sociedad de clases. La explotación, el machismo, el racismo, la homofobia……. no se combaten con sindicatos disciplinados y desideologización. Aprendamos de los errores de la llamada nueva política: más organización, más ideología y, por supuesto, más lucha de clases. Dentro y fuera de las empresas, en todos los Aparatos Ideológicos del Estado. Fuente → serhistorico.net La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano
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