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Maroc Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 29/Aug 10:00

Eugeni Xammar: Adolf Hitler o la simpleza desencadenada

Eugeni Xammar: Adolf Hitler o la simpleza desencadenada  Eugeni Xammar: Adolf Hitler o la simpleza desencadenada. La misteriosa «Entrevista a Hitler» de Eugeni Xammar, del 8 de noviembre de 1923 Knud Böhle El catalán Eugeni Xammar pertenece al grupo de destacados periodistas españoles que desaparecieron en gran medida de la conciencia pública durante los largos años del franquismo. Trabajó como corresponsal extranjero en Alemania durante la República de Weimar. Afirma haber entrevistado a Hitler el 8 de noviembre de 1923 unas horas antes del comienzo del fracasado golpe de Estado en el Bürgerbräukeller de Múnich. Así consta en un artículo de Xammar de noviembre de 1923, que reproduce la «entrevista». Retomando la discusión española sobre la autenticidad de la «entrevista», este artículo sostiene que debe abandonarse la hipótesis de que esta fuera real. 1. De qué trata esta contribución al debate  1.1 Objetivos  Hace poco más de cien años, el 8 de noviembre de 1923, se inició el golpe fraguado por Hitler-Ludendor­ff en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich. Ese mismo día se encontraba en Múnich el corresponsal español en el extranjero Eugeni Xammar. Según él, Hitler le concedió (a él y a su amigo y colega Josep Pla) una entrevista precisamente durante aquella jornada. Pocas horas antes del golpe de Estado que debía convertirlo en dictador de Alemania por una noche, Adolf Hitler nos había concedido una entrevista que no dudamos en calificar de interesante (Xammar 2005, p. 204). Por la noche, informa a sus lectores, presenció el golpe de Estado de Hitler en el Bürgerbräukeller. Bien organizado y bien representado, un golpe de Estado como el que hemos tenido la suerte de pre­senciar en Múnich al cabo de veinticuatro horas de llegar, es una de las cosas que surten más efecto y que dejan un recuerdo para toda la vida (ibid., p. 187). Así consta en los artículos publicados por Xammar en La Veu de Catalunya.[1] Su artículo «El golpe de estado como espectáculo» (Xammar 2005, pp. 187-192) apareció allí el 17 de noviembre de 1923, segui­do el 24 de noviembre de 1923 por «Adolf Hitler o la necedad desencadenada» (ibid., pp. 204-208), cuyo contenido principal es la entrevista que Xammar afirma haber mantenido con Hitler en las oficinas del Völkischer Beobachter (en adelante abreviado como VB), el 8 de noviembre de 1923.[2] De estos dos artículos se ocupa el presente escrito. El artículo sobre el golpe en el Bürgerbräukeller es de alcance más limitado y solo tiene interés como evidencia de que Xammar ciertamente no estuvo presente en el acontecimiento sobre el que escribió. La entrevista a Hitler, en contraste, es la «la peça més contro­vertida del periodisme català» (Sánchez Piñol 2009; en la misma línea, Pla Barbero 2018). Porque si real­mente hubo un encuentro y una conversación entre Hitler y Xammar en ese día histórico, sería sumamen­te interesante para la investigación sobre la persona de Adolf Hitler y el nacionalsocialismo. Por supuesto, la importancia de una entrevista de este tipo como fuente histórica aumentaría aún más si se consigue desvelar aspectos inéditos acerca de su contenido. Sin embargo, para ello se requiere un meticu­loso rigor textual y crítico de las fuentes. Habría que aclarar, por ejemplo, si la situación de la entrevista era formal o informal, si el entrevistador extranjero entendió correctamente las palabras de su entrevista­do, si el entrevistador recordaba correctamente, si el entrevistador informó textual y verazmente de lo que se había dicho, o si atribuyó a su entrevistado algo que no había dicho o que no quería decir. Pues, en este último caso, la entrevista perdería gran parte de su validez como fuente histórica de información. Huelga decir que una entrevista a Hitler completamente inventada por un periodista de 1923 carece de valor para la investigación sobre el nazismo. Por lo tanto, la cuestión principal que hay que aclarar es si Eugeni Xam­mar entrevistó realmente a Hitler o simplemente se lo inventó. Si la entrevista llegó a producirse, habría que analizarla más a fondo en términos de crítica textual y de fuentes. En el presente texto se defenderá la tesis ―aprovechando la discusión previa de autores españoles sobre el carácter genuino o no de la entrevista― de que hay que abandonar el supuesto de que la entrevista tuvo lugar. En las subsiguientes referencias a esta entrevista, que creemos fingida, acudiremos a una mención abreviada: «entrevista», o «entrevista a Hitler».[3] Seguidamente rastrearemos y analizaremos las vías que han permitido a la «entrevista», una vez publica­da en traducción alemana, acceder inesperadamente al estatus de fuente histórica fidedigna en la investi­gación alemana sobre el nacionalsocialismo. La siguiente discusión pretende contribuir al debate sobre la autenticidad de la «entrevista» con el fin de dejar en claro si se trata de una entrevista falsa, carente de valor para la investigación histórica, o de una valiosa fuente histórica. Eugeni Xammar en 1920 (foto:; Arxiu Nacional de Catalunya)  1.2 El corresponsal en el extranjero Eugeni Xammar  Antes de entrar en más detalles sobre la «entrevista», conviene presentar brevemente a Eugeni Xammar (1888-1973). El catalán es uno de los más destacados periodistas españoles, de una estirpe que hubo de desaparecer en gran medida de la conciencia pública durante los largos años del franquismo. Los artículos que escribió entre 1922 y 1924 como corresponsal en el extranjero desde Alemania para periódicos catala­nes, y entre 1930 y 1936 para el diario madrileño Ahora, sólo volvieron a estar a disposición del público en edición antológica más de veinticinco años tras el final de la dictadura franquista.[4] En tanto que corresponsal extranjero, Xammar adoptaba la perspectiva de observador ajeno al contexto, que, precisamente por su distanciamiento, lograba mostrar a su público español los aspectos grotescos y tragicómicos de la situación alemana. Por otra parte, Xammar estaba siempre bien informado, hasta el último detalle, sobre las personas, configuraciones y aconteceres de Alemania acerca de los que escribía.[5] La lectura de varios periódicos diarios, ciertamente no solo alemanes, constituía un recurso decisivo para mantenerse bien informado.[6] La combinación de su inconfundible estilo y sus amplios conocimientos imprime carácter a sus reportajes desde Alemania, que son asimismo de sumo interés para los lectores e historiadores alemanes que se ocupan de las décadas de 1920 y 1930. En su artículo, Xammar no nos interpela en su condición de nacionalista catalán políticamente conservador, sino ante todo como corres­ponsal de asuntos extranjeros catalán-español, democrático-burgués, activo en Alemania durante la Repú­blica de Weimar. 1.3 Algunos datos sobre el golpe de Hitler-Ludendorff del 8 y 9 de noviembre de 1923   La Revolución de noviembre de 1918 tuvo su inicio en el levantamiento de los marineros de Kiel y pronto se extendió por toda Alemania. Condujo a la proclamación de la república y al derrocamiento de la mo­narquía en Berlín el 9 de noviembre de 1918. El 11 de noviembre de 1918, el armisticio de Compiègne puso fin a las hostilidades de la Primera Guerra Mundial, y el 28 de junio de 1919 se firmó el Tratado de Versalles. La legitimidad de la República de Weimar era cuestionada por grupos y partidos monárquicos, nacionalis­tas, de extrema derecha y antisemitas. En el terreno propagandístico, los interrogantes sobre quién era culpable de la guerra desempeñaron un papel fundamental. El Mando Supremo del Ejército (OHL) intentó culpar a la socialdemocracia, a los políticos demócratas y a la «judería» de la derrota militar del Reich alemán en la Primera Guerra Mundial, una derrota de la que el principal responsable no era otro que el OHL («leyenda de la puñalada por la espalda»). Para los enemigos de la República de Weimar en particular, el 9 de noviembre tenía un alto valor simbóli­co. Un escritor satírico alemán no podría haber sido más sarcástico que Xammar a la hora de penetrar en el meollo de los insultos y mentiras que circularon tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mun­dial; de paso, Xammar también sabe tender un puente que va desde el 9 de noviembre de 1918 hasta el golpe de Estado de Hitler-Ludendorff. El día siguiente de nuestra llegada [a Múnich] era el día 8 de noviembre, vigilia del quinto aniversario de la revolu­ción alemana. La revolución alemana del 9 de noviembre fue organizada deprisa y corriendo por cuatro judíos pagados por Bélgica en el preciso momento en el que el ejército alemán iba a alcanzar la victoria decisiva. Esto en Baviera lo saben hasta los perros y los niños, y cuando llega el día del fin del año de la revolución criminal, los bávaros, con el alma enlutada, llenan las cervecerías hasta los topes. […] Discur­sos, gritos, canciones patrióticas y cerveza. Sobre todo cerveza. […] El aire se espesa y uno respira la atmósfera de golpe de Estado. Lo que parece extraño es que haya tarda­do cinco años en llegar (Xammar 2005, p. 188 ss). Una portada contemporánea de Simplicissimus, que incluimos aquí meramente como ilustración, está dedicada a los bávaros mencionados por Xammar. Fuente: Simplicissimus del 3.12.1923, 28(1923)26, p. 441; en linea: http://www.simplicissimus.info/  Wolfgang Schieder (2023) describe sucintamente el complot Hitler-Ludendorff: Los rumores de un inminente golpe del NSDAP circulaban por Baviera desde principios del otoño de 1923. Hitler encendió los ánimos con mítines multitudinarios y repetidos discursos en el circo Krone. Con todo, no había preparado logísticamente su golpe, si hemos de creer que la idea de dar ese arries­gado paso estaba tomada desde el principio. No era la primera ni iba a ser la última vez en que Hitler actuó de forma vacilante […]. El 26 de septiembre, el gobierno del estado bávaro de Eugen von Kni­lling declaró inesperadamente el estado de emergencia y nombró al ex ministro presidente Gustav Ritter von Kahr comisario general con poderes dictatoriales. Kahr prohibió los mítines públicos del NSDAP y se hizo así con el control. Programó una reunión para el 8 de noviembre en el Bürger­bräukeller de Múnich, a la que estaban invitadas todas las fuerzas antirrepublicanas de Baviera, con la excepción del NSDAP. […] De improviso, el movimiento de Hitler entraba en competencia con los grupos conservadores de Baviera. Esto le obligó a actuar sin preparación. Para adelantarse a Kahr, improvisó y adelantó la fecha del golpe […] (p. 41). El 6 de noviembre de 1923, Hitler y sus compañeros de armas habían tomado una decisión fundamental: organizar un putsch. La fecha inicialmente prevista para la acción era el 10 o el 11 de noviembre. El 7 de noviembre de 1923, Hitler se reunió con los líderes de las organizaciones paramilitares pertenecientes a la Kampfbund para completar los preparativos del golpe.[7] Es en esta reunión cuando se decide adelantar su fecha. A las ocho de la tarde del 7 de noviembre se tomó la decisión de dar el golpe el mismo 8 de no­viembre y aprovechar el acto de von Kahr en presencia del gobierno bávaro y de muchos políticos de alto rango para tomar el gobierno y marchar sobre Berlín al día siguiente. Basándose en «falsos rumores» (Wien 2023, p. 233), los golpistas querían evitar que en el acto del Bürgerbräukeller se crearan hechos que contrarrestaran sus propias intenciones de derrocar al gobierno. La reunión conspirativa no concluyó hasta la noche del 8 de noviembre de 1923. El desarrollo del intento de golpe de Estado en la noche del 8 de noviembre de 1923 y al día siguiente es resumido así por Wolfgang Schieder: Una vez iniciada la reunión, Hitler hizo que las SA acordonaran el Bürgerbräukeller y entró sin anun­ciarse en la abarrotada sala con unos pocos seguidores leales. Se subió a una silla y, ante el barullo que no cesaba, disparó al techo con una pistola. Luego gritó marcialmente: «Ha estallado la revolución nacional. La sala está ocupada por seiscientos hombres fuertemente armados. Nadie puede abandonar la sala. Si no hay calma inmediata, haré colocar una ametralladora en la galería. El gobierno de Bavie­ra ha sido depuesto. Se ha formado un gobierno provisional». Nada de esto era cierto; la proclamación de una «revolución nacional» no era más que una farsa. Pero Hitler consiguió obligar a los tres líderes más importantes de los conservadores bávaros, el comisario general von Kahr, el comandante del Rei­chswehr (fuerzas armadas imperiales) en Baviera, Otto von Lossow, y el jefe de la policía estatal bá­vara, Hans Ritter von Seißer, a aceptar sus intenciones nacionalistas y revolucionarias. Sin embargo, parece que solo lo consiguió después de que el general Ludendorff también apareciera en escena en el Bürgerbräukeller y aprobara la revolución nacional de Hitler. Sin embargo, nada más escapar del Bür­gerbräukeller, el trío de políticos bávaros anuló todas sus promesas y decidió oponerse a los planes golpistas de Hitler y Ludendorff. […] Durante la noche del 8 al 9 de noviembre, los golpistas se dieron cuenta de que sus planes habían fracasado. Para Hitler fue una catástrofe a la que no veía salida. Fue Ludendorff quien propuso un escape con su apodíctica fórmula «marchemos». A sugerencia suya ―no de Hitler―, los golpistas decidieron desfilar por el centro de la ciudad la mañana del 9 de noviembre, posiblemente para ocupar el Ministerio de Guerra bávaro. […] La marcha, de unos dos mil hombres, se constituyó hacia el me­diodía. Encabezada por Ludendorff, Hitler, su íntimo Scheubner-Richter, su guardaespaldas Graf, Hermann Göring y Friedrich Weber, líder nacionalsocialista del partido de extrema derecha «Liga del Oberland». En el Feldherrnhalle, el monumento bávaro a las anteriores victorias monárquicas, los golpistas se encontraron con una unidad armada de la policía estatal, que al parecer abrió fuego contra ellos inmediatamente sin previo aviso. Algunos golpistas respondieron a los disparos. En pocos minu­tos, catorce golpistas y cuatro policías yacían muertos en el suelo. Hitler no fue alcanzado […] (pp. 42 ss.). Tras un infructuoso intento de fuga, Hitler fue detenido el 11 de noviembre y puesto bajo custodia. Los conspiradores del putsch de 1923 durante el juicio. De izquierda a derecha, Pernet, Weber, Frick, Kriebel, Ludendorff, Hitler, Bruekner, Roehm y Wagner ( Bundesarchiv_Bild_102-00344A).  1.4 La estructura del presente ensayo   Tras esta introducción (sección 1), se describe seguidamente el contenido de la «entrevista a Hitler» del 8 de noviembre de 1923, con el fin de sentar las bases necesarias para las explicaciones posteriores (sección 2). La sección tercera da voz a los críticos españoles que han expuesto dudas fundadas sobre la autentici­dad de la entrevista. A continuación (sección 4), se plantean otras objeciones críticas basadas en el estudio de las fuentes. Posteriormente, se explica el antisemitismo exterminador de entonces en Alema­nia, esbozando el contexto en el que se sitúan y deben interpretarse las frases sobre la eliminación de los judíos en la entrevista (sección 5). Sigue un intento de reconstruir el curso de la jornada de Adolf Hitler en aquel 8 de noviembre de 1923 para aclarar si en dicha jornada pudo caber una entrevista con Xammar (sección 6). A continuación, se analiza la recepción de la «entrevista» en Alemania, donde ha llegado a convertirse en una respetada fuente de erudición histórica (sección 7). La sección 8 trata del fantástico reportaje de Xammar sobre el fallido golpe de Estado de Hitler que comenzó la noche del 8 de noviembre. La última parte (sección 9) trata de evaluar la entrevista fingida y el reportaje sobre el golpe en el Bürger­bräukeller, que Xammar no presenció en términos del daño que los artículos podían causar, situándolos en el contexto de la cultura mediática en la España de la época. 2. Descripción del artículo con la «entrevista a Hitler» del 8 de noviembre de 1923  El 24 de noviembre de 1923, el artículo «Adolf Hitler o la necedad desencadenada» apareció en La Veu de Catalunya.[8] El fallido putsch Hitler-Ludendorff del 8 de noviembre quedaba más de dos semanas atrás. Hitler estaba en la prisión de Landsberg am Lech desde el 11 de noviembre de 1923. El artículo contiene la siguiente información sobre el contexto de la entrevista. Se realiza en el despacho de Hitler en la redacción del VB. Hitler lleva su familiar gabardina con una cruz de gancho bordada en la bocamanga, no se quita la gorra, saluda con un marcial golpe de talón, ofrece a Xammar (y a su acompa­ñante Josep Pla) sendas sillas y empieza a decir que los españoles son bienvenidos en Baviera, mientras que los italianos, ingleses, rumanos y holandeses no son de fiar: todos judíos. Queda así introducida la cuestión judía como tema destacado. [Hitler:] La cuestión judía es un cáncer que roe el organismo nacional germánico. Un cáncer político y so­cial. Afortunadamente, los cánceres políticos y sociales no son una enfermedad incurable. Tenemos la extirp­ación. Si queremos que Alemania viva, debemos eliminar a los judíos… [Xammar:] ¿A garrotazos? [Hitler:] Ojalá, si no hubiera tantos. El pogromo es una gran cosa, pero hoy por hoy ha perdido buena par­te de su eficacia medieval. […] ¿Qué ganaríamos con apalear la población judía de Múnich si en el resto de Alemania los judíos continuaran siendo, como ahora, los dueños del dinero y de la política? En toda Alema­nia hay más de un millón de judíos. ¿Qué quiere hacer? ¿Los quiere matar a todos en una noche? Sería la gran solución, evidentemente, y si eso pudiera ocurrir la salvación de Alemania estaría asegurada. Pero no es posible. Lo he estudiado de todas maneras y no es posible. El mundo se nos echaría encima, en lugar de darnos las gracias, que es lo que debería hacer. […] Ya hemos visto que el pogromo no era posi­ble. No queda sino la expulsión: la expulsión en masa. Con la expulsión de los judíos hace más de cuatro siglos, España… [Xammar:] ¿Cree usted que hizo un buen negocio? (Xammar 2005, pp. 206-207, énfasis añadido, KB). En dos ocasiones, Xammar interrumpe al monologante Hitler. En una de ellas le pregunta, de forma un tanto maliciosa y provocativa, si los judíos deberían ser destruidos a porrazos. El Hitler de la «entrevista» responde que ésa sería la mejor solución, pero que un pogromo ya no puede ser una solución hoy en día, y que la expulsión masiva es el método recomendable. Cuando Hitler quiere referirse a la expulsión de los judíos en España, Xammar lo interrumpe de nuevo con una pregunta que alude a la clásica pregunta sobre si la expulsión de los judíos ha perju­dicado a la economía española. El Hitler de la «entrevista» no responde a esta pregunta. En vez de ello, desarrolla su argumento de que el error de los Reyes Católicos fue permitir la conver­sión de los judíos para evitar la expulsión, y repite que la solución al problema pasa por la expul­sión de toda la raza judía. El problema judío, entérese de una vez por todas, no es religioso. Es un problema de raza. El modo de re­solverlo es la expulsión. Pero la expulsión rigurosa de todos cuantos sean de raza judía, tanto los practi­cantes como los indiferentes y los conversos (Xammar 2005, p. 207, énfasis añadido por KB). El artículo también contiene referencias al tipo de antisemitismo vigente en Baviera por entonces. El Hi­tler de la «entrevista» le dice a su entrevistador que, ciertamente, teniendo Xammar la nariz que tiene, habría sido objeto de alguna paliza. Declara este: «Hitler se ríe, y yo también, pero no tan a gusto como él» (Xammar 2005, p. 207). Constan documentalmente ataques y lesiones a judíos por nazis de la época (Reinicke 2018). También es conocida e históricamente documentada la expulsión de judíos de Baviera a instancias del Comisario General del Estado Gustav von Kahr, a quien el gabinete bávaro había otorgado poderes dicta­toriales el 26 de septiembre de 1923. El Hitler de la «entrevista» se refiere a ello: [Hitler:] En Baviera la expulsión de judíos ya ha empezado, pero con timidez. Von Kahr expulsa, poco a poco, a todos los judíos que no son ciudadanos bávaros. Es muy poca cosa, pero hay que reconocer que no puede hacer más. Von Kahr tiene las manos atadas. [Xammar] ¿Por quién, si se puede saber? [Hitler:] Se va a quedar de piedra. El defensor principal de los judíos en Baviera es el arzobispo de Múnich, el cardenal Faulhaber (Xammar 2005 p. 207). Esta declaración no solo se emite en la «entrevista a Hitler». Ya había sido publicada dos días antes en el Vö­lkischer Beobachter. El 6 de noviembre, dos días antes del putsch, el Völkischer Beobachter había reaccionado al sermón de Faulhaber con ocasión del día de los Santos con un artículo titulado «El cardenal Faulhaber como protector de los judíos»; lo atacaba en tanto que «protector de los judíos» porque había afirmado «que los judíos también son seres humanos y que no debemos dejarles pasar hambre y frío en invierno». Pero todavía en el Congreso Católico de 1922, sin embargo, había hablado «de forma muy diferente» «utilizando palabras muy duras contra la prensa judía» (An­tonia Leugers 2014). Desde el punto de vista de los lectores catalanes, es probable que la «entrevista» haya constituido una lectura sumamente divertida que juega con el horror: infoentretenimiento. Llama la atención poderosa­mente la forma periodística que reviste el tema de la expulsión de los judíos en la «entrevista». La expul­sión de los judíos orientales de Baviera en 1923, la expulsión de los judíos en España bajo los Reyes Ca­tólicos y, en el futuro, la expulsión masiva por Hitler, se convierten en un relato bien trabado. El lector español atento comprende a través de la comparación: este Hitler es aún más antisemita, aún más radical, aún más racista que los Reyes Católicos. Si la «entrevista» se representara como una pieza teatral, parecería un esperpento o un farsa de labriegos, según los énfasis creativos del director.[9] La risa podría quedarse atascada en la garganta de algunos. Los protagonistas de la obra son, por un lado, un periodista español culto, brillante, provocador, entrometido; por otro, un patán poco presentable con un antisemitismo delirante. El propósito de la obra es divertir e instruir (¡!) al público. Hoy, la «entrevista» parece una fantasía literaria. A continuación, se analizarán con más detalle algunos aspectos del contenido. http://www.elpunt.cat  3. Las dudas de los intelectuales catalanes sobre la legitimidad de la «entrevista»  En España, especialmente en Cataluña, se han planteado una y otra vez dudas sobre si la «entrevista a Hitler» fue una falsificación. En 2000, dos años después de la publicación de la edición catalana de los artículos de Xammar escritos entre 1922 y 1924 (Xammar 1998), se discutió públicamente por primera vez si la «entrevista» era una invención. Existen esencialmente dos pequeños artículos en periódicos cata­lanes en los que se argumentan las dudas sobre su autenticidad. También hay un artículo más extenso de Pla Barbero (2018) en la revista literaria Cuadernos Hispanoamericanos, que intenta reconstruir el deba­te y marca sus propios acentos.[10] El periodista Lluís Permanyer (2000) escribe en La Vanguardia que la «entrevista a Hitler» era probable­mente una invención, aunque no puede demostrarlo con datos irrefutables (Permanyer 2000, p. 2). En primer lugar, a Permanyer le parece poco probable que Hitler hubiera concedido una entrevista a los dos periodistas precisamente en el agitadísimo día del golpe de Estado. En segundo lugar, el artículo no se publicó hasta el 24 de noviembre de 1923, es decir, en un momento en que Hitler ya estaba encarcelado tras el fallido golpe de Estado y no podía defenderse de las declaraciones que se le atribuyen, viéndolo del revés, el periodista podía tomarse impunemente muchas libertades en cuanto al contenido. El tercer argumento ―y el más importante― esgrimido por Permanyer contra la autenticidad de la entre­vista se basa en un examen de toda la obra de Xammar y Pla, que nunca volvieron a referirse a esta «en­trevista», ni siquiera en sus textos autobiográficos. Según Permanyer, es difícil imaginar que alguien haya podido olvidar sin más un encuentro con Hitler, aunque fuera breve. Resume pues Permanyer la cuestión: «En fin, una diablura inocente que cuadra con el perfil de Xammar, de Pla y también con el estilo de la época» (Permanyer 2000, p. 2). Unos años más tarde, en 2009, el escritor Albert Sánchez Piñol, tampoco un desconocido en Alemania, retoma el caso en un breve artículo titulado «Mèrit i misteri» en el diario catalán Avui, en la estela de Per­manyer. Como este, considera muy probable que la «entrevista a Hitler» sea una invención y que la «en­trevista» nunca tuvo lugar, pero no quiere zanjar la cuestión. Como Permanyer antes que él, duda de que Hitler hubiera podido encontrar tiempo para una entrevista el día del golpe de Estado del 8 de noviembre de 1923. Sospecha que el contenido de lo que tenemos ante nosotros podría proceder de rumores o de terceras personas cercanas a Hitler y no del propio Hitler. Los periodistas podrían haber añadido lo que se les ocurriera. También se refiere al hecho de que Hitler estaba en prisión en el momento de la publicación tras el fallido golpe de Estado. En otras palabras, Xammar tenía suficiente información, de fuentes diversas, para elaborar una entrevista con Hitler sin contar con Hitler. En particular, Sánchez Piñol ve improbable que Hitler hubiera revelado a dos desconocidos algo que, por lo demás, evitó en la medida de lo posible: hacer una declaración pública precisa sobre su objetivo de exterminar a los judíos.[11] Sánchez Piñol también sospecha que las referencias a la historia de España en la «entrevista» son añadidos casi gratuitos de Xammar que no parecen corresponderse con los conocimien­tos de Hitler.[12] Sánchez Piñol ofrece una explicación plausible para el silencio de Xammar, mantenido durante toda su vida, sobre la «entrevista a Hitler». Cuando Hitler llega realmente al poder en 1933, pasa de ser un bufón fracasado a convertirse en un respetable objeto de investigación histórica, de modo que incluso sus prime­ras declaraciones pasen a ser muy relevantes para la investigación sobre el nazismo y Hitler. Habría sido vergonzoso que se asociara a los periodistas con una entrevista ficticia. Como en el caso de Permanyer, la conclusión vuelve a acudir al argumento «[es] típico de Pla y Xammar» y el breve artículo termina con una dosis de humor: «Vaya par. ¿Ves lo brillantes que eran? Incluso cuan­do la pifian, no se puede evitar hablar de ellos».[13] También es interesante el artículo de Pla Barbero, filólogo y especialista en Josep Pla, que conoció los artículos de Permanyer y Sánchez Piñol y trató con detalle el estatus de la «entrevista» (Pla Barbero 2018, en línea). Sostiene que la «entrevista» de alguna manera existió, pero al mismo tiempo reconoce que el contenido de la «entrevista» publicada estaba totalmente al arbitrio de los periodistas. Escribe: «[Xammar y Pla] tenían todas las credenciales literarias necesarias para haber reescrito el recuerdo de su entrevis­ta con Adolf Hitler, fuera como fuera este encuentro, fugaz, improvisado, predeterminado, exclusi­vo o con otros periodistas» (Pla Barbero 2018, en línea). Pla Barbero demuestra así lo que le cuesta prescindir de la idea de que la «entrevista» existió de algún modo. Por ello, a diferencia de Permanyer y Sánchez Piñol, no interpreta el silencio sobre la «entrevista» como un indicio claro de que se trataba de una entrevista falsa. En cambio, se pregunta por qué los perio­distas nunca volvieron a referirse a la «entrevista»: «quizás no se sintieron nunca muy orgullosos de ello. O temían que se les reprochara no ha­ber detectado en el dictador al loco peligroso que ya era». La discusión española sobre el asunto ofrece un resultado importante: afloran serias dudas de que la «en­trevista» pudiera haber tenido lugar el 8 de noviembre de 2013, el día del golpe, como afirma Xammar. Sin embargo, no puede dudarse de que Xammar podría haber tenido suficiente conocimiento de diversas fuentes para inventar una «entrevista a Hitler». Otro argumento en contra de la autenticidad de la «entre­vista» es que contiene declaraciones de Hitler que no parecen encajar con él, como la abierta referencia al exterminio de judíos ante dos extranjeros, o las declaraciones sobre la historia de España. El hecho de que Hitler estaba en la cárcel cuando se publicó la «entrevista» alimenta aún más la sospecha de que se puso en boca de Hitler, con desahogo, cosas que procedían de la imaginación de Xammar. Por tanto, aun en caso de haber existido una reunión entre Xammar y Hitler, el contenido reproducido en el artículo del periodista sería fruto de una manipulación y falsificación, y, por lo tanto, completamente desechable como fuente histórica. Sería indistinguible lo que se debe a la imaginación de Xammar y lo que Hitler dijo realmente. Un argumento de peso a favor de que la «entrevista» fue inventada en su totali­dad o en gran parte es el hecho de que después de que Hitler llegara al poder y se convirtiera en una figu­ra histórica, los periodistas no volvieron a referirse a la «entrevista», nunca más en toda su vida.   4. Algunos aspectos complementarios desde el punto de vista de la crítica de fuentes  A la luz de las fuentes disponibles, la cuestión de qué dimensión tuvieron las supuestas reunión y entre­vista merece ser analizada. Xammar afirma que se les concedió «una entrevista», pero ¿fue realmente una entrevista? En una entrevista, el entrevistado sabe que lo que diga se publicará en un determinado órgano de prensa. En una entrevista entre un corresponsal extranjero y un político, también cabe suponer que el político intenta deliberadamente decirle al periodista lo que quiere que se publique. Es muy diferente, por ejemplo, si el Hitler de la entrevista suponía que estaba concediendo una entrevista destinada a ser publi­cada en un periódico (catalán) o si pensaba que el encuentro era una conversación informal y privada con personas afines. El propio título del artículo y la caracterización de Hitler como un «un necio monumental, magnífico y destinado a hacer una carrera brillantísima (De esto último él está aún más convencido que nosotros mis­mos)» (Xammar 2005, p. 204) dejan claro que este artículo no llegó a oídos de Hitler ni de ninguno de sus compañeros de armas. Xammar, que trabajó como corresponsal extranjero en Alemania hasta 1937, debió de sentirse aliviado de que los nazis, obviamente, nunca se enteraran de sus cáusticas valoraciones sobre Hitler. Eso podría haberle costado caro ante unas SA y una Gestapo vengativas y asesinas. Por esta razón, Xammar no tuvo ciertamente ninguna motivación para atraer atención hacia sus artículos sobre Hitler hasta 1945. Una segunda cuestión ya ha sido abordada por los autores catalanes escépticos. ¿Hasta qué punto puede diferir lo publicado de lo realmente dicho y cómo afronta el historiador esta diferencia? Los autores espa­ñoles se preguntaron sobre todo qué había añadido Xammar como producto de su imaginación. Además, habría que preguntarse si Xammar recordaba todo correctamente cuando escribió su artículo. Sería preci­so averiguar si la entrevista fue grabada de alguna forma o si la memoria y la capacidad de recordar del periodista fueron la única base de la reproducción. También habría que preguntarse hasta qué punto Xam­mar entendía el alemán (de Hitler) en aquella época, en 1923. El hecho de que tradujera el Dr. Faustus de Thomas Mann después de la Segunda Guerra Mundial no significa necesariamente que ya dominara per­fectamente el alemán más de veinte años antes, en el otoño de 1923. Hay otros detalles en el artículo que no cuadran. Se habla de una gorra, que Hitler no se quitó. Las fotos de la época, que circulan por internet y en publicaciones impresas, muestran a Hitler sin gorra o con un sombrero blando. La idea de que Hitler pudiera dar un taconazo marcial ante Xammar y Pla tampoco parece creíble. El placer de Hitler por reunirse con los españoles también parece inverosímil, incluso si se tiene en cuenta el hecho de que el dictador Primo de Rivera había llegado recientemente al poder en Es­paña. En la «entrevista» es esta alegría la que supuestamente motiva a Hitler a expresarse con especial franqueza.[14] En cambio, inesperadamente, los italianos salen muy mal parados («todos judíos»), pese a que Hitler era apasionado admirador del fascismo italiano, lo usaba de modelo, y gustaba de encontrarse con Mussolini.[15] En cuanto al contenido, la forma en que Hitler se refiere a la «mejor solución» en la «entrevista» no enca­ja con la argumentación habitual de Hitler en aquella época. En una época en la que Hitler se pronunciaba públicamente en contra de los pogromos y a favor de un «antisemitismo de la razón», el fanfarroneo sobre los pogromos no suena coherente.[16] En este contexto, una comparación con el artículo de Josep Pla sobre la supuesta reunión con Hitler también resulta reveladora. Ambos inventaron (o falsificaron) la «entrevista», cada uno a su manera. El artículo de Pla se publicó el 28 de noviembre de 1923, unos días después del de Xammar (reproducido en Xammar 2005, pp. 208-213). Es interesante observar que todo el exceso verbal sobre el exterminio de los judíos, que Xammar pone en boca de Hitler, no aparece en Pla. En otras palabras, el delirante fanatismo antisemita de Hitler, que está en el centro de lo publicado por Xammar, no desempeña ningún papel en lo escrito por Pla. Otro detalle interesante es que Josep Pla (que no entiende alemán) habla de un monólogo en su versión y ni siquiera desea ofrecer la apariencia de una conversación con Hitler. Por otra parte, mientras Pla subraya en su artículo que Hitler quería una nueva guerra, este aspecto no aparece en el artículo de Xammar. En las versiones que ofrecen Pla y Xammar sobre la entrevista, la forma y el contenido son tan diferentes que la credibilidad de los relatos de ambos periodistas se resiente. En cuanto al contenido, tampoco parece muy convincente la afirmación tajante que hace el «Hitler de la entrevista» cuando insiste en la expulsión masiva como método a elegir. Por un lado, el NSDAP no espe­cificó qué métodos utilizaría para perseguir a los judíos hasta 1933. En segundo lugar, el programa de veinticinco puntos del NSDAP de 1920 ya incluía una combinación de medidas previstas: «privación de todos los derechos civiles, prohibición de ocupar cargos públicos y de ejercer la prensa para los judíos alemanes, su expulsión en caso de desempleo y la expulsión de la mayoría de los judíos inmigrantes» (Wikipedia: Solución final 2024). Los editores de la edición crítica del Mein Kampf consideran que el antisemitismo de Hitler en aquella época se caracterizaba por el rechazo de los pogromos, la lucha legal y la eliminación de los derechos de los judíos y, en última instancia, la expulsión total de los judíos (Institut für Zeitgeschichte 2022: Mein Kampf, volumen 1, capítulo 2, comentario 172). Tampoco aquí se mencio­nan explícitamente los medios que debían emplearse para alcanzar este objetivo, ya que no existía la correspondiente decisión. En conjunto, la abundancia de pruebas tendentes a sugerir una falsificación es abrumadora. Sin embargo, el argumento más sólido en contra de la autenticidad de la entrevista es el hecho de que todavía no existe ningún documento o testimonio de un tercero que demuestre que la «entrevista» tuvo lugar realmente. O, dicho de otro modo: lo crucial no estriba en demostrar que la «entrevista» no tuvo lugar, sino en confir­mar que la entrevista se realizó. En este sentido, se requiere una inversión de la carga de la prueba. Hay que buscar en las memorias de los empleados de VB, en los diarios y notas de colegas, amigos y familia­res, en las notas de otros periodistas extranjeros que tuvieron trato con Xammar. Mientras no haya prue­bas positivas de un encuentro correspondiente entre Xammar y Hitler, debe suponerse una entrevista ficti­cia. Hitler en la prisión de Landsberg tras su condena por la tentativa golpista de 1923  5. Sobre el antisemitismo aniquilador en Alemania y en la «entrevista» de Xammar  A veces se afirma que Hitler dio a conocer su antisemitismo radical de forma inusualmente abierta en la «entrevista», como nunca lo había hecho antes. La presentación de la edición española aún hoy habla de una «turbadora entrevista» que Xammar (y Pla) realizaron al futuro dictador en 1923 y «en la que este ya prefigura el holocausto» (Acantilado 2024, en línea). El prefacio de la traducción alemana del libro tam­bién se refiere a la entrevista «en la que Hitler esbozó con toda franqueza sus planes para el exterminio de los judíos […]» (Berenberg 2007, p. 9). Otros autores van incluso más lejos y encuentran en la «entrevista» referencias a los planes de exterminio de los judíos, al Holocausto y a la Solución Final. En un comentario de Arcadi Espada (2005) en El País, por ejemplo, se cita un pasaje de la «entrevista», que es interpretado como una anticipación del Holocaus­to. Espada lee la «entrevista» como si el asesinato masivo de los judíos fuera lo que Hitler propuso y ella constituyera en realidad el primer anuncio de la Solución Final.[17] Situar el mundo de pensamiento de Hitler en el contexto del «antisemitismo de exterminio», como deno­mina Peter Schäfer al fenómeno (2000, pp. 229 y ss.), puede ayudar a categorizar mejor los pasajes rele­vantes de la «entrevista». El hecho es que en Alemania se generalizó un antisemitismo de exterminio des­de principios del siglo xix, el cual se radicalizó aún más apoyándose en teoría racial en la segunda mitad del siglo xix. Los judíos no debían ser integrados, sino eliminados. Sería más moderno hablar del objeti­vo de la limpieza étnica por motivos raciales. Los medios para este fin se denominan destierro, reasenta­miento, deportación (por ejemplo, a Madagascar como propuso de Lagarde en 1885), exterminio. En este antisemitismo radical tradicional siempre anidaba una pregunta latente y una sorda amenaza refe­rente a qué medios drásticos podrían usarse para deshacerse de los judíos, cómo podrían ser eliminados. Por esta razón, los documentos del antisemitismo aniquilacionista también contienen el «presagio» de una solución final. Dos ejemplos lo ilustran. Christian Jansen ha analizado el Judenspiegel de Hartwig von Hundt-Radowsky de 1818. Consigue de­mostrar que los primeros elementos centrales del antisemitismo racista y eliminatorio ya estaban formula­dos, como ilustra la siguiente cita. [Hundt propone] la esterilización de todos los judíos varones, una prueba más de su convicción racial acerca de la incorregibilidad de los judíos y de la modernidad de su programa de persecución genética. Se mostraba inflexible al afirmar que solo la eliminación completa de los judíos podría salvar a la sociedad mayoritaria: «Lo mejor, sin embargo, sería limpiar completamente el país de esa plaga, y para ello hay dos formas de hacerlo. O bien exterminarlos por completo, o bien expulsarlos […] del país. […] Lo preferible sería llevar a todos los judíos de Alemania […] a la frontera, de camino a la tierra prometida» (Jansen 2011, p. 32). Alexander Bein, investigador del antisemitismo moderno, ve «el primer y más significativo intento de apuntalar científicamente el ahora emergente movimiento antisemita […] a través de la filosofía, la biolo­gía y la historia» en la obra La cuestión judía como asunto de raza, moral y cultura (1881) del filósofo y economista nacional berlinés Eugen Dühring (1833-1921). El argumento de los antisemitas de que la cuestión judía era cosa de raza y no de religión, y que por tanto convertirse al cristianismo no podía ser una solución, no era por lo tanto nada nuevo en 1923. Presentar [la cuestión judía] como una cuestión de religión es, en opinión de Dühring, un engaño y una ofuscación deliberados. «Incluso si todos los judíos se convirtieran a las iglesias dominantes, como deseaban los liberales, la cuestión judía no dejaría de existir. Al contrario, solo aumentaría el peligro y la amenaza para el pueblo». Dühring está seguro de que se impondrá la evidencia de «cuán incompatible con nuestros mejores instintos es la implantación de las características de la raza judía en nuestro ser. Según ello, la cuestión judía pertenece menos al pasado que al futuro. […] Una vez que esta raza ha sido entendida a fondo», dice Dühring ofreciendo claras pistas para el futuro, «uno se fija desde el principio otra meta, para la cual el camino no puede allanarse sin los medios más poderosos. Los judíos son […] una Cartago interna, cuyo poder los pueblos modernos deben romper para no sufrir de él la destrucción de sus fundamentos morales y materiales» y en otro lugar escribe Dühring: «Lo judío […] no puede eliminarse de otro modo que no sea por la eliminación de los propios judíos» (Bein 1958, p. 347). Bein concluye que «la era de Hitler en realidad no tenía nada que añadir a los teóricos del antisemitismo» (Bein 1958, p. 360).[18] La novedad no está en el pensamiento, sino en el hecho de que con el NSDAP nace un partido político que se caracteriza por un antisemitismo extremo, más o menos claramente expresado y violentamente practicado, según las circunstancias.[19] Un discurso del 6 de abril de 1920 muestra claramente a Hitler en esta tradición de formular, por un lado, la máxima amenaza posible, pero sin especificar los medios: Nos inspira la determinación implacable de llegar a la raíz del mal y exterminarlo sin contemplacio­nes. Para lograr nuestro objetivo, cualquier medio debe ser aceptable para nosotros, incluso si tenemos que coaligarnos con el diablo (reimpreso en Jäckel/Kuhn 1986, documento 61, pp. 184-204). Pero incluso el vocabulario ―«erradicar», «eliminar», «suprimir», «extirpar», «hacer inofensivo», «ex­terminar», «destruir» o incluso, como en la presente cita, «exterminar»―, asociado a la noción enferme­dades, alimañas o parásitos, sigue formando parte del antisemitismo de exterminio tradicional. Cuando Hitler habla en la «entrevista» de un «tumor canceroso que se puede extirpar», sigue fiel al len­guaje del viejo antisemitismo de exterminio. Nada se pone en boca o se atribuye al Hitler de la «entrevis­ta» en términos de antisemitismo que no pudieran conocer ya quienes, como Xammar, estaban familiari­zados con Hitler, sus declaraciones y apariciones en cervecerías o en el circo Krone, el programa del NS­DAP, el horizonte mental del antisemitismo tradicional, ideológicamente adaptado por vía racial, y la situación de Múnich en 1923. Así lo confirma una entrevista que Hitler concedió en octubre de 1923 al periodista George Sylvester Viereck de The American Monthly, según Domeier un «simpatizante nazi» (2021, p. 426).[20] En dicha ent­revista, Hitler afirma: Los judíos no son alemanes. Son un pueblo extranjero entre nosotros y se manifiestan como tal. […] Somos como un tuberculoso que no se da cuenta de que está condenado si no expulsa los microbios de sus pulmones. Las naciones, como los individuos, tienden a bailar de forma más frenética cuando están al borde del abismo. Por eso, digo, necesitamos medidas correctivas violentas, una medicina fuerte, tal vez una amputación. […] Queremos purgarnos de los judíos, no porque sean judíos, sino porque tienen una influencia nociva (Jäckel/Kuhn 1986, documento 578, pp. 1023-1026; traducción, PRC).[21] Hitler durante una gira de propaganda (Bundesarchiv Bild 102-00204). Según https://www.hitler-ahive.com/index.php?t=Hans%20Klotz la fotografía estaría fechada el 16 de septiembre de 1923.rc  El sueño (o la pesadilla) de una solución final siempre está latente en el lenguaje del viejo antisemitismo de exterminio. Sin embargo, ni leyendo a Hundt, ni a Dühring, ni al «Hitler de la entrevista», puede dedu­cirse una anticipación mental o un anuncio de lo que significó históricamente la Solución Final en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Lo que los historiadores y el público entienden por Solución Final es el asesinato sistemático de todos los judíos europeos en todos los territorios bajo control del régi­men nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En este contexto, la Solución Final ha de entenderse como un eufemismo destinado a evitar hablar de asesinato masivo sistemáticamente planificado. La decisión política de asesinar sistemáticamente a todos los judíos europeos es fechada por los historiadores en oto­ño/invierno de 1941. Por lo tanto, situar la Solución Final, es decir, el Holocausto, en la mentalidad de 1923 es una proyección hacia atrás históricamente inaceptable. 6. La agenda de Hitler el 8 de noviembre de 1923, un día sin entrevistas  Los escépticos (entre ellos Jordi Amat 2019) dudan de que la «entrevista a Hitler» pudiera haber tenido lugar en la redacción del VB el día del putsch, el 8 de noviembre, como indica Xammar. En cualquier caso, la reconstrucción de la agenda de Hitler el 8 de noviembre de 1923 sugiere que la «entrevista» no tuvo lugar, ni en ese lugar ni ese día.[22] Todavía no hay pruebas factuales que apoyen otra alternativa: que la entrevista con Hitler pudiera haberse efectuado en otro día y lugar. La decisión de dar un golpe de Estado el 8 de noviembre de 1923 no se tomó hasta las ocho de la tarde del día anterior, el 7 de noviembre de 1923. El escaso tiempo de preparación aumentó inevitablemente la presión temporal y redujo las posibilidades de éxito del plan. Por lo tanto, el número de acciones que había que planificar, organizar y poner en marcha en un plazo mínimo era considerable. Esto incluía de­terminar el curso exacto de los acontecimientos, involucrar y fichar a los co-conspiradores, organizar las tropas de la Kampfbund y proporcionar apoyo propagandístico a través de agitadores y oradores, publicar un número especial de la VB, imprimir octavillas y carteles. Después de medianoche, hacia la una de la madrugada del 8 de noviembre de 1923, Hitler parece haberse reunido con Hermann Esser (redactor del VB en 1920, jefe de propaganda del NSDAP en el Reich de 1923 a 1925) en su piso de Thierschstrasse 41. Por la mañana, a las diez, Hitler habría convocado a Ru­dolf Hess en su piso para explicarle sus cometidos en la ejecución del golpe (Wien 2023, p. 268). No está claro si Hitler pudo entrevistarse seguidamente con Hermann Esser, «que guardaba cama por ictericia» (Görtemaker 2023, p. 144), como defiende un biógrafo de Hess.[23] Lo que es indiscutible es que Hitler fue llevado por su conductor esa mañana a la residencia privada de Ernst Pöhner y mantuvo con él una con­versación de una hora. Al antiguo jefe de policía de Múnich se le ofreció el cargo de primer ministro tras el putsch. Pöhner aceptó. Hitler no apareció por la redacción del VB hasta alrededor del mediodía, como describe Volker Ullrich: «A la hora de comer, Hitler, pálido de excitación, fusta en mano, irrumpió en la redacción del Völkischer Beobachter y declaró al sorprendido redactor jefe Alfred Rosenberg y a Ernst Hanfstaengl, que también estaba presente, que se había decidido a dar el golpe de Estado» (Ullrich 2022, p. 199). En la redacción del VB se pusieron entonces en marcha los preparativos periodísticos y propagandísticos para respaldar el golpe y la esperada toma del poder por Hitler. Como el golpe planeado seguía siendo un secreto, la redac­ción de la VB habría tenido cuidado a partir de ese momento de no permitir el acceso a la redacción a personas desconocidas.[24] Ernst Hanfstaengl, un germano-estadounidense admirador de Hitler, que por entonces hacía las veces de portavoz de prensa extranjera del NSDAP, se puso en contacto con los periodistas estadounidenses Larry Rue (Chicago Tribune) y H. R. Knickerbocker (Conradi 2007, p. 86) y al parecer también facilitó a otros corresponsales extranjeros información avisando de que merecía la pena ir al Bürgerbräukeller por la tarde. Lo que hizo Hitler en la tarde del 8 de noviembre y cuál fue su paradero no es algo que pueda reconstruir­se a la ligera. Una nota de Hanfstaengl, que deseaba urgentemente comunicarse con Hitler por la tarde, dice: «No se pudo localizar a Hitler en ningún sitio. Se dijo que estaba en el mando de la división con el capitán Dietl para deliberaciones de peso» (Hanfstaengl 1970, p. 131).[25] Si Hitler hubiera estado en las habitaciones del VB por la tarde, Hanfstaengl no habría permanecido ajeno a ello. Con qué otras personas y en qué lugares se reunió Hitler esa tarde puede quedar de momento en el aire. En cualquier caso, parece seguro que no hubo reuniones en las salas del VB donde Xammar afirma haber entrevistado a Hitler.[26] Alrededor de las 18 horas, Hitler se encontraba en el Alto Mando de las SA en la Schellingstrasse, donde esperaba a Max Erwin Scheubner-Richter. A las 19 horas Hitler «visitó de nuevo la redacción del Völkischer Beobachter y el Alto Mando de las SA en la Schellingstrasse. Hitler invitó a Rosenberg a ir con él al Bürgerbräu. Hitler se sentó junto al conductor en la parte delantera, su guardaespaldas Graf con Rosen­berg en la parte trasera» (Wien 2023, p. 283). Hitler y Rosenberg llegaron al Bürgerbräu poco después de las 20.00 horas (ibid., p. 283). De la lectura de la literatura secundaria consultada se puede concluir que Hitler apareció solo una vez, visiblemente alterado, en el VB, sobre el mediodía, para informar a personas selectas sobre los planes del putsch, pero que ese día no había estado previamente en la redacción. Probablemente tampoco estuvo en el VB por la tarde, pues Hanfstaengl, que lo estaba buscando, se hubiera percatado de ello. Parece además bien poco probable una entrevista con visitantes extranjeros desconocidos en las salas del VB en la tarde del 8 de noviembre de 1923, debido a los complejos requisitos de organización y comunicación de los preparativos del golpe, el ritmo frenético y la tensión asociados, así como las obligaciones de secreto y seguridad. Al final de la tarde Hitler acude al VB con su chófer, su guardaespaldas y Rosenberg poco an­tes de partir hacia el Bürgerbräu. Que Hitler se hubiera tomado un tiempo considerable en estas circunstancias para que dos españoles que le eran desconocidos escucharan sus puntos de vista sobre la cuestión judía, así como sus ideas de política económica,[27] es altamente improbable, al igual que es improbable que tal entrevista hubiera pasado des­apercibida y nadie la hubiera considerado digna de ser grabada o recordada. Ni Ernst Hanfstaengl, el «enlace con la prensa extranjera» (Hanfstaengl 1970, p. 135), que dedicó varias páginas de sus memorias a los acontecimientos del día de la intentona golpista, ni el diario de Paula Schlier, que trabajaba como secretaria en la redacción del VB, contienen referencia alguna a la entrevista o a los periodistas españoles. Sin duda, ambos habrían considerado notable una entrevista concedida por Hitler el día del golpe.   7. La «entrevista a Hitler» como fuente para la investigación sobre nazismo en Alemania  Una traducción al alemán del artículo de Xammar que contiene la «entrevista a Hitler», fue publicada por primera vez en 2007 por la editorial Berenberg como parte de la colección de artículos titulada Das Sch­langenei. Berichte aus dem Deutschland der Inflationsjahre 1922-1924 (Xammar 2007, pp. 145-148). En un principio no se suscitaron sospechas sobre la autenticidad de la entrevista descrita. Ni había moti­vos para ello. Y es que la propia introducción editorial a las ediciones catalana y castellana (González Prada 2005, p. 10) no dudaba en ningún momento de que esa entrevista hubiera tenido lugar realmente. Como ya se ha señalado, en el prefacio de la traducción alemana del libro se afirma que a Xammar y Pla «se les concedió una entrevista exclusiva» en la que «Hitler expuso sus planes para el exterminio de los judíos […] con toda franqueza» (Berenberg 2007, p. 9). El libro en su conjunto fue, con razón, muy bien recibido por periodistas e historiadores alemanes. Y así se inicia la andadura de la «entrevista» en tanto que fuente relevante para la investigación sobre Hitler. A partir de las observaciones introductorias del editor, que nadie puso en tela de juicio, una interpretación se impuso entre los autores de las reseñas. No cabía duda de que la «entrevista» tuvo lugar realmente el 8 de noviembre de 1923. Christian Welzbacher (Süddeutsche Zeitung, 9 de octubre de 2007) se suma a la conversación sobre una entrevista exclusiva y habla de un «momento periodístico estelar», y Volker Ullrich de «una de las escasas entrevistas que un corresponsal extranjero pudo mantener con Hitler en aquella época, pocas horas antes del intento de golpe de Estado» (Die Zeit, 4 de octubre de 2007). El historiador Ernst Piper (Tagesspiegel 07.01.2008) deduce del texto que Hitler «parloteaba abiertamente sobre sus planes de exterminio de los judíos». La lectura que hace Wera Reusch (Deutschlandfunk 4.10.2007) la lleva a considerar que Hitler explicó en aquella ocasión su programa político con total franqueza y, entre otras cosas, anunció el exter­minio de los judíos. Sin embargo, una lectura atenta de la «entrevista a Hitler», como ya se ha argumenta­do anteriormente, muestra que no puede concluirse que allí se revelaran los planes de Hitler para el exter­minio de los judíos. En 2014, la historiadora Edith Raim analizó en detalle la «entrevista a Hitler». Aspiraba a usar la entrevis­ta para «redefinir el papel del antisemitismo de Hitler en relación con el sorprendente contraste entre la palabra hablada y la escrita» (Raim 2014, p. 53). Podría la entrevista ofrecer evidencias de que Hitler expresaba su antisemitismo de forma más contundente en el discurso oral que en el escrito. Por último, la «entrevista» adquiere su consagración entre los historiadores al ser utilizada como fuente en la edición crítica de Mein Kampf (Institut für Zeitgeschichte 2022, nota 172, en línea). Los historiadores Domeier (2021) y Dipper (2022), por citar dos ejemplos, ya utilizan la «entrevista» en sus obras de forma habitual como fuente plenamente establecida, que no suscita sospechas. Las reseñas muestran el asombroso poder de los «paratextos», en particular el encuadre mediante prefa­cios e introducciones. El «encuadre» por parte de editores competentes genera confianza y reduce el posi­ble escepticismo y las dudas sobre la autenticidad de la entrevista. Por eso no es de extrañar que las rese­ñas de los diarios se basen en lo que queda sentado en los prefacios.[28] Por supuesto, se habría esperado un tratamiento más crítico de las fuentes por parte de los historiadores, que tienen que preguntarse qué valor tiene la entrevista como fuente histórica. Independientemente de si la reunión y la entrevista tuvieron lugar realmente o no, una crítica en profundidad de las fuentes podría haber llevado a darse cuenta de que el valor de la entrevista como fuente histórica es extremadamente cuestionable. Los argumentos críticos más importantes contra la autenticidad de la entrevista ya se han mencionado anteriormente. Una cuestión específica de crítica de fuentes se plantea en relación con la traducción de la que partieron los revisores e historiadores alemanes. Desde este punto de vista, es interesante la traducción del español «eliminar» como «aniquilar». En catalán y castellano, «eliminar» puede significar tanto «retirar, quitar de enmedio» como «aniquilar, exterminar». Dado que Hitler utilizó la frase «quitar de enmedio a los judíos» varias veces, «retirar» también habría sido una traducción posible y plausible en el contexto de la entre­vista. Ello sería semánticamente compatible con una expulsión masiva, mientras que si elegimos la tra­ducción en su acepción extrema (exterminar), implica matar y asesinar. Las dudas sobre la autenticidad de la entrevista sólo se plantearon tardíamente en Alemania, y no por parte del gremio de historiadores. En 2022, Frank Henseleit, redactor, traductor y editor de las obras de Manuel Chaves Nogales, habla de la «entrevista a Hitler» de 1923 (Henseleit 2022, p. 30). Lo hace en el contexto de su introducción al volumen Deutschland im Zeichen des Hakenkreuzes, una recopilación de reportajes de Chaves Nogales desde Alemania en abril y mayo de 1933 para el periódico Ahora[29]. Utiliza una especie de digresión titulada «Eugeni Xammar y Josep Pla inventan una “entrevista” con Adolf Hi­tler: una farsa». En esta digresión, acusa a Xammar (y a Pla) de «fraude» en lo tocante a la «entrevista a Hitler» y a la editorial alemana de «dudosa práctica editorial» porque «no investigó el fraude periodístico a pesar de las repetidas referencias» (ibid. p. 35). Henseleit ve el contenido esencial de la «entrevista» en «el anuncio de Hitler de que quería exterminar a los judíos como programa político prioritario» (ibid., p. 31). Dado que estas declaraciones fueron puestas en boca del «Hitler de la entrevista» por Xammar, Henseleit se pregunta por la motivación subyacente de Xammar. En su opinión, la «entrevista a Hitler» atestigua «un profundo antisemitismo en parte de la élite española y catalana» (ibid.., p. 32). «Las fantasías de Xammar sobre cómo resolver el “problema” […] surgieron de forma bastante obvia de un profundo antisemitismo…». (ibid., p. 33). Pero no hay justifica­ción ni pruebas de que el artículo de Xammar del 24 de noviembre de 1923 exprese, no el antisemitismo de Hitler, sino el de Xammar y el de ciertas élites españolas. Cabe señalar que Henseleit ha llevado el debate sobre la autenticidad de la entrevista al ámbito germano­parlante, y también coincide en señalar que en la discusión catalana y española es difícil liberarse de la idea de que la «entrevista a Hitler» existió de alguna manera (Henseleit 2022, p. 30s.). Hitler en 1925 (foto: archivo DPA/merkur.de)  8. Un artículo perfecto sobre el golpe de Hitler, escrito por alguien que no estuvo allí  El relato de Xammar sobre el golpe en el Bürgerbräukeller ha sido ampliamente elogiado en la prensa alemana. Ofrecemos algunos ejemplos: el editor y autor de la introducción, Heinrich von Berenberg (2007), fija el tono: «Ha producido algunas de las mejores y más sarcásticas páginas jamás escritas sobre el golpe de Hitler en Múnich en noviembre de 1923. Casi se podría pensar que Lion Feuchtwanger lo había estudiado antes de escribir su novela política clave Éxito» (2007, p. 9). Paul Stänner (2008) opina en Deutschlandfunk: «Xammar ve los acontecimientos en Alemania, país que recorrió extensamente, como un espectador teatral que contempla un drama o como alguien que va al cine a ver una película: Hitler como actor en una de vaqueros; la crónica de este golpe de estado entre los va­pores de cerveza y los humos de tabaco del Bürgerbräukeller ofrece una descripción encantadoramente cómica de una farsa macabra. Xammar sabía con quién estaba tratando, había entrevistado a Hitler poco antes». Volker Ullrich (Die Zeit) aprecia en la crónica de Xammar «una de las descripciones más reveladoras de este acontecimiento, que oscila entre la seriedad sangrienta y lo grotesco» (Ullrich 2007). Andreas Mix (Berlíner Zeitung) sintetiza así: «con este reportaje grandilocuente, Xammar caracteriza el golpe de Esta­do de Hitler como una travesura de aficionados a cargo de pequeños burgueses fanfarrones: un espectácu­lo hecho de espesa alegría cervecera y grandes gestos» (Mix 2007). Ernst Piper (Tagesspiegel) descubre «un análisis claro de los acontecimientos que expone el intento de putsch en toda su ridiculez» (Piper 2008). El núcleo decisivo en la presente discusión es el universalmente asumido testimonio presencial de Xam­mar, que aquí cuestionamos. Si se lee la obra estándar sobre el putsch de Hitler de 1923 de Harold J. Gordon jr. (1971, pp. 256-261), se aprecian claras divergencias con respecto a la versión de Xammar no solo en los detalles, sino también en el curso general de los acontecimientos en el Bürgerbräukeller. Como Xammar escribía para un público español, la exactitud puede haber sido menos importante para él que la exageración y la simplificación efectista, independientemente de si estuvo allí o no. Lo especial de la descripción que hace Xammar del golpe no constituye el valor principal de su relato, como tampoco la exactitud de lo que describe. El mérito más destacable radica en sus extraordinarias dotes estilísticas, que incluyen la autoironía y el sarcasmo (véase la cita de la sección 1.4). Al principio del artículo sobre el golpe, Xammar escribe con autoironía (consciente de que no estuvo allí): Elaborar una relación de los hechos que permita al lector hacerse cargo, sin haber estado allí, de lo que ha sido este golpe de Estado de Baviera, reconocemos que es tarea superior a nuestras fuerzas. Lo vamos a intentar, de todos modos, porque ésta es la forma que tenemos de ganarnos la vida y no nos queda otro remedio (Xammar 2005, p. 187). La prueba de que él mismo no estuvo allí la proporciona un pasaje de sus memorias, grabado en 1974/75, que no puede ser más claro: Aquella tarde, Josep Pla y yo saciábamos la sed en el Franziskaner Bräu. […] Ya he dicho, ¿no?, que aquella tarde en que Josep Pla y yo nos quitábamos la sed en el Franziskaner Bräu, en otra bodega muniquesa ―la Hofbräu, si no me equivoco― estaban ocurriendo grandes cosas. De corta duración, pero grandes. Para ser exactos, un golpe de Estado organizado por una variopinta colección de grupos y facciones de derechas, tanto autorizados públicamente como clandestinos, encabezados por tres grandes personalidades: el general Ludendorff, primer adjunto del mariscal von Hindenburg durante la guerra, el jefe del gobierno bávaro von Kahr y la joven estrella del delirante patriotismo germánico, Adolf Hitler. Cuando Josep Pla y yo nos acostamos en la noche más bien fría del 9 de noviembre, ni él ni yo teníamos idea de que aquella noche sería histórica. Y, como leímos en los periódicos al día si­guiente, de forma espectacular (Xammar 1991, pp. 265 y ss., traducción PRC).[30] De hecho, el curso del intento de golpe se conoció con bastante detalle a través de diversas declaraciones de von Kahr, que constituyeron la base de muchos reportajes periodísticos (Bischl 2023). Poco después de frustrar el golpe, parte de la prensa alemana también reconoció el carácter chapucero y grotesco del acon­tecimiento y lo explotó. El 10 de noviembre de 1923, Ernst Feder puso el título «El fin de la carnavala­da» a un suelto en el Berliner Tageblatt, y la noticia se conoció también en América. Larry Rue, que real­mente estuvo presente, escribió sobre los acontecimientos en el Chicago Tribune del 11 de noviembre bajo el título «Tribune Man Gives First Eyewitness Story of Ludendorff’s Ill-fated Bavarian Coup». El artículo también inventa el término «opera bouffe revolt» para referirse al intento de golpe.[31] Por lo tanto, Xammar aún tuvo tiempo de hacer consultas, reunirse con colegas, leer periódicos alemanes e internacionales y trabajar en su artículo, que se publicó el 17 de noviembre de 1923 en el periódico cata­lán La Veu de Catalunya con el título «El golpe de estado como espectáculo» (2005, pp. 187-192.).   9. Consideraciones finales  En esta contribución al debate hemos presentado argumentos en defensa de la opinión de que esta «entre­vista», no confirmada por nadie ―ni por el propio Xammar ni por nadie más―, nunca tuvo lugar. Consi­deramos necesario invertir la carga de la prueba. No es necesario probar que la entrevista no tuvo lugar, sino que deben encontrarse pruebas positivas que demuestren, en su caso, que la entrevista en cuestión sí tuvo lugar. Mientras no existan tales pruebas, hay que suponer que la entrevista es una invención literaria. Los historiadores deberían renunciar a la entrevista como fuente fiable. Hay cierta paradoja en el hecho de que Eugeni Xammar probablemente nunca habló de su entrevista inventada para no quedar como un fal­sario ante el gremio de historiadores y el público. Este silencio, sin embargo, hizo posible que la «entre­vista» fuera considerada auténtica y utilizada como fuente histórica cuando fue redescubierta y reeditada. Otro resultado importante de la discusión aquí presentada es que, aun si surgieran pruebas de una conver­sación entre Xammar y Hitler, la «entrevista a Hitler» no pasaría a ser una fuente históricamente fiable. Porque es más que obvio que los comentarios de Hitler en esta «entrevista» dependen decisivamente de la imaginación literaria de Xammar. La extraordinaria influencia de los prólogos e introducciones de editores y redactores de renombre en la percepción e interpretación de los textos en las reseñas pertinentes resulta ser asombrosa. La fiabilidad y reputación de estas autoridades han impedido que se plantearan preguntas escépticas y se acometiera la imprescindible crítica de fuentes. Un ejemplo que pone especialmente de manifiesto este problema es la interpretación de los pasajes sobre la cuestión judía en la «entrevista». Los editores y redactores han marcado la pauta. Se quisieron adivinar evidencias de los planes de Hitler para exterminar a los judíos e incluso se prefiguró el Holocausto y la Solución Final. Algunos incluso consideran que el texto es profético en este sentido. Pero el texto, leído con atención, no permite tales interpretaciones. Proyecciones retrospectivas tras la catástrofe conducen a falsas interpretaciones científicamente inadmisibles. Estas interpretaciones también ignoran y distorsionan la evidente intención de Xammar. No pretendía profetizar nada, sino presentar a Hitler y su antisemitismo fanático como espantosos y al mismo tiempo como francamente ridículos y grotescos. Una falsificación es una falsificación. De acuerdo con ello, Xammar no puede ser exonerado de la acu­sación de haber violado la ética profesional periodística. De otro orden es la cuestión del daño que Xam­mar pueda haber causado con su falsa entrevista. El perjuicio causado a sus lectores es probablemente insignificante. Del lado positivo, Xammar demostró drásticamente a sus lectores el antisemitismo radical y eliminatorio de Hitler, pero también les proporcionó un conocimiento detallado de la Baviera antisemita cuando informó sobre la expulsión de los judíos orientales en Baviera o sobre el conflicto del NSDAP con la Iglesia católica en la persona del cardenal Michael von Faulhaber. El valor principal de los reportajes de Xammar desde Alemania, según nuestra interpretación, estribaba no en su factualidad (que a menudo era deficiente), sino en su conocimiento excepcionalmente bueno de la situación alemana y su estilo inconfundible y ameno, que se unían para formar una forma específica de infoentretenimiento. En aras a una evaluación ponderada, que no solo aplique los estándares actuales al pasado, habría que incluir también las condiciones de contorno características de la «industria periodística española y sus estilos de redacción» en el marco de una crítica de fuentes extendida, «a fin de comprender los contextos en los que se escribieron los artículos» (Welzbacher 2007). Merece la pena recordar la apreciación de Permanyer de que una entrevista ficticia era por entonces total­mente acorde con el carácter de Xammar y Pla y con el estilo de la época. La referencia al estilo de la época es interesante porque podría significar que (ya) entonces, en los años veinte, era más importante ofrecer una buena historia que una que se ciñera estrictamente a los hechos y en la que fuera esencial haber estado allí. Una buena historia significaba contar al lector algo emocionante desde una perspectiva en primera perso­na. Para ello era útil la garantía explícita de que el reportero era un testigo presencial. Esto puede verse también, por ejemplo, en el caso del periodista y reportero estrella Manuel Chaves Nogales, aureolado como ningún otro por el prestigio de ser el «hombre que estuvo allí». En su reportaje sobre la defensa de Madrid durante la guerra civil, dice estar presente en Madrid como autor, pero como persona es demostra­ble que estuvo en Valencia durante aquellos días (Morató 2023, p. 20). Xammar no pudo defraudar las expectativas de los lectores de la época en cuanto a la exigencia de que el autor estuviera allí e informara de experiencias vividas. Sus artículos, ambientados en el día del golpe hitleriano del 8 de noviembre de 1923, habrían resultado frustrantes y aburridos si se hubieran limitado a ser una recopilación de lo que había leído y de lo que había averiguado a través de conversaciones. La «entrevista» también podría haberse reconstruido y presentado como un relato del antisemitismo radical y fanático de Adolf Hitler a partir de discursos, documentos y conversaciones con nazis. Pero ello no era una opción atrayente. Frente a un Adolf Hitler indefenso en la cárcel, Xammar se arriesgó a intentar sacar adelante una entrevista ficticia a modo de esperpento que sacara chispas de un tema que en aquel momen­to solo interesaba moderadamente (estando el NSDAP ilegalizado e Hitler en la cárcel). Se entiendan como se entiendan, los artículos de Xammar del 8 de noviembre de 1923 siguen inspirándo­nos hoy en día para reflexionar sobre las falsificaciones, la verdad literaria y la crítica rigurosa de las fuentes.  Eugeni Xammar saliendo de la cancillería en Berlín en 1932 (foto de la portada de «Crónicas desde Berlín, 1930-1936». Acantilado, 2005)  10. Bibliografía consultada  Acantilado: Texto editorial a E. Xammar: El huevo de la serpiente: en línea: https://www.acantilado.es/catalogo/el-huevo-de-la-serpiente/ [consultado por última vez el 14.4.2024]. Amat, Jordi: El hombre tras el mito. La Vanguardia, 14.06.2019; en línea: https://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20190614/462866908349/el-hombre-tras-el-mito.html [consultado por última vez el 15.04.2024]. ―: Múnich: de la revolución al nazismo. La Vanguardia, 29.09.2019; en línea: https://www.lavanguardia.com/cultura/culturas/20190929/47652660580/hitler-primera-guerra-mundial.html [consul­tado por última vez el 14.6.2024]. 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Además de los dos artículos periodísticos mencionados, Xammar también publicó, sobre el putsch de Hitler, el artículo «Von Kahr explica el golpe de estado de Múnich» (ibid., pp. 200-203) el 23 de noviembre de 1923. Más de un mes antes, el 9 de octubre de 1923, ya había presentado en el mismo periódico una breve y cáustica caracterización de Hitler, basada en una fotografía (ibid., pp. 168-169). Las citas de los artículos se retoman en la traducción de Ana Prieto Nadal (Xammar 2007). [2]      Políticamente, cabe destacar que la censura establecida por Primo de Rivera  intervino en el texto de Xammar del 24 de noviembre tachando tres líneas de una columna. Una y otra vez se ha conjeturado que la supresión afectaba a un pasaje sobre la expulsión de los judíos de España. Otro motivo de cábalas es el hecho de que Xammar dejara de escribir para La Veu de Catalunya por un tiempo, tras el 24 de noviembre, lo cual ha sido puesto en relación, sin pruebas pero sin titubeos, con el artículo censurado que, según se dice, le costó el puesto (González Prada 1998, von Berenberg 2007, Henseleit 2022). Por cierto, el artículo apareció cuatro días después, en castellano, (sin los pasajes tachados y, por supuesto, sin el texto desconocido previamente redactado para La Veu de Catalunya) en La Correspondencia de Valencia (Xammar 1923, en línea), periódico que en aquel momento representaba la posición de los regionalistas valencianos próximos a Francesc Cambó. Sobre la valoración política de los acontecimientos en el seno de la Lliga Regionalista y sus órganos de prensa, hay que señalar que muchos catalanistas conservadores de la Lliga, aunque no todos, acogieron favorablemente la dictadura de Primo de Rivera, al menos en un primer momento (Smith 2010). Ello llevó a una virtual escisión dentro de La Correspondencia de Valencia, con algunos opositores a la dictadura que abandonaron la redacción (entrada «La Correspondencia de Valencia» en Enciclopèdia.cat 2024, en línea). [3]      Cabe añadir en este punto que el posteriormente célebre periodista y escritor Josep Pla publicó un artículo titulado «Cosas de Baviera: Hitler (monólogo)» en el diario catalán La Publicitat unos días más tarde que Xammar, concretamente el 28 de noviembre. El contenido de este artículo se supone también inspirado en el encuentro con Hitler (Xammar 2005, pp. 208-213). «El monólogo de Hitler» debe considerarse tan ficticio como la «Entrevista a Hitler». Por cierto, no cabe duda de que el alemán era una lengua del todo ajena para Pla. [4]      En 1998, se publicaron de nuevo los artículos de Xammar de los años 1922-1924 en catalán con el título L’ou de la serp (Xammar 1998). En 2005 se tradujeron al castellano (El huevo de la serpiente, Xammar 2005). Una traducción al alemán de la colección de ensayos titulada Das Schlangenei. Berichte aus dem Deutschland der Inflationsjahre 1922-1924 [El huevo de la serpiente. Informes desde la Alemania de los años de la inflación, 1922-1924] fue publicada por Berenberg Verlag (Xammar 2007). Los artículos escritos para Ahora en los años treinta han aparecido en 2005 con el título Crónicas desde Berlín (1930-1936). [5]      Los artículos disponibles en línea de Charo González Prada (1998) y Jordi Amat (2019) ofrecen una breve información sobre la figura de Xammar, al igual que la excelente introducción de Charo González Prada (2005) a las Crónicas desde Berlín. [6]      A Xammar lo describe Josep Pla como «terrible devorador de diarios» (cit. González Prada 2005, p. 18). [7]      La Deutscher Kampfbund [liga alemana de combatientes], una coalición de organizaciones paramilitares, incluía a las SA (Hermann Göring), la Bund Reichsflagge [liga de la bandera imperial] (Adolf Heiß) y la Bund Oberland [liga del Oberland] (Friedrich Weber). El líder militar de la Kampfbund era el teniente coronel retirado Hermann Kriebel (1878-1941), mientras que Max Erwin von Scheubner-Richter (1884-1923) ocupaba el cargo de director gerente. Adolf Hitler asumió la dirección política de la Kampfbund el 25 de septiembre de 1923 (Zelnhefer 2024). [8]      Tanto la versión en catalán del artículo como la publicada en castellano están disponibles en línea (véase en la bibliografía: Xammar 1923). [9]      La historiadora Edith Raim, que asume la autenticidad de la «entrevista», confirma sin querer la impresión de que se trata de un montaje. De la «entrevista» deduce que el 8 de noviembre de 1923 Hitler se dirigió a los periodistas catalanes de forma «ordenada y locuaz» y especula con la posibilidad de que se sintiera «animado a hablar abiertamente por la perspectiva de la proyectada “toma del poder” a través del golpe» y que el lenguaje inusualmente claro pudiera estar relacionado con el hecho de que reconociera «espíritus afines» en los españoles, que se declaraban partidarios del dictador Primo de Rivera (Raim 2014, pp. 58-60). [10]    Estos tres autores examinaron explícitamente la cuestión de la autenticidad de la entrevista. Las dudas sobre el carácter genuino de esta también emergen como comentarios colaterales de otros autores, como el ya mencionado Jordi Amat (2019). El historiador e investigador de medios de comunicación Guillamet Lloveras escribe: «Una hipòtesi versemblant és que es tracti d’una entrevista fictícia» (2022, p. 16 ss.). El historiador Josep Maria Fradera (citado en Nopca 2023, en línea) afirma: «es lícito preguntarse si la famosa entrevista se produjo o no». [11]    De hecho, es improbable que Hitler accediera a revelar nada nuevo a dos desconocidos. No obstante, contrariamente a lo que sugiere Sánchez Piñol, según la opinión que desarrollaremos más adelante (véase la sección 5 para más detalles), la «entrevista» no ofrece datos nuevos sobre el exterminio de los judíos, sino que se nutre de generalidades, bien conocidas, del entorno antisemita. [12]    Es difícil juzgar hasta qué punto Hitler conocía la historia española. Al menos merece la pena mencionar que en «Mein Kampf» no se ocupa de la expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos. En otro lugar presenta al dictador español Primo de Rivera como una especie de Mussolini: «Un general catalán marchó contra Madrid, primero con una brigada, pero luego con una división, y finalmente todo el país se puso a sus pies. Cuando se pone en marcha, todavía no está ganada toda España, Madrid no es España, pero está ganada» (Jäckl/Kuhn 1986, p. 1116 (28 de febrero de 1924, el tercer día de instrucción en el juicio Hitler-Ludendorff). [13]    En el original: «Quin parell. Veuen com eren uns genis? Fins i tot quan l’espifien no pots no parlar d’ells». [14]    Alfred Rosenberg, a la sazón redactor jefe del VB, estaba manifiestamente muy interesado por la recién instaurada dictadura española, como demuestra una anotación del diario de Paula Schlier. Schlier era periodista de tendencia socialdemócrata. Se hizo emplear por el VB como secretaria con el fin de obtener encubiertamente información sobre el NSDAP. Anota en su diario que el 28 de octubre de 1923, un partidario español de Primo de Rivera acudió a la redacción y mantuvo una enjundiosa conversación con Rosenberg: «Hoy ha estado aquí un español, un revolucionario fanático, que ha traído noticias del vuelco político en su patria. Fue recibido como un príncipe y se sentó en la habitación del redactor jefe. R. me había mandado llamar para que ayudara a taquigrafiar lo más sustancial del relato del español. […] Durante el relato de este, me pareció que el redactor jefe se sentía cada vez más boyante y animado. Se levantó y estrechó la mano del español. Su ironía se había desvanecido. No llegó a decir: “la revolución de España será un incentivo para nosotros”; pero se le leía en la mirada que dirigió a los ojos del extranjero mientras lo acompañaba a la puerta» (Schlier 2018, ebook, p. 85). [15]    Las notas de Leo Lania son interesantes en este contexto. También en octubre de 1923, este periodista políticamente de izquierdas, que hablaba un excelente italiano, se había presentado de incógnito en la redacción del VB con una carta de recomendación falsificada del hermano de Mussolini como «enlace entre el partido fascista y el “movimiento hermano alemán”» (Lania 1954, p. 227). Recibió un trato excelente, se le asignó un intérprete, mantuvo conversaciones con Hitler y otros peces gordos nazis antes de ser desenmascarado al cabo de ocho días y lograr salir con vida a duras penas. Su experiencia demuestra el gran interés de los nacionalsocialistas por los contactos con los fascistas italianos. Basándose en sus encuentros con Hitler, escribió: «Su convicción [la de Hitler] de su misión y su grandeza era absolutamente genuina. En este sentido era franco. También en su antisemitismo» (1954, p. 227). Lania comprendió asimismo que Hitler reunía entre sus objetivos la futura conquista del poder con la militarización de Alemania y una nueva guerra. Poco tiempo después, Lania escribió sobre sus aventuras y hallazgos en el Vossische Zeitung. [16]    El rechazo de los pogromos se encuentra explícitamente en los siguientes documentos: (1) Jäckel/Kuhn 1986, documento nº 61: Múnich, 16 de septiembre de 1919: Carta a Adolf Gemlich = dictamen pericial sobre antisemitismo elaborado por encargo de sus superiores militares, pp. 88-90 y ss. (2) Jäckel/Kuhn 1986, documento nº 91: Múnich, 6 de abril de 1920: Contribución al debate en una reunión del NSDAP, pp. 119 ss. (3) Jäckel/Kuhn 1986, documento nº 136: Múnich, 13 de agosto de 1920: Discurso en una reunión del NSDAP, «¿Por qué somos antisemitas?», pp. 184-204. [17]    Y en caso de que Xammar se hubiera inventado la «entrevista», según añade Espada, entonces el periodista habría predicho proféticamente la solución final. Pero esta opinión no se ve respaldada por el texto, ni por la intención de Xammar. Xammar no quería cuchichear sobre un futuro sombrío, sino, según el punto de vista aquí propuesto, hacer ver a sus lectores que las opiniones de Hitler sobre el problema judío eran, ciertamente espantosas, pero también «divertidísimas» (Xammar 2005, p. 208) y que no había que tomar en serio a Hitler. [18]    Roman Töppel, investigador de los antisemitas contemporáneos que influyeron de forma particular en el pensamiento racial de Hitler, nombra a Richard Wagner, Houston Stewart Chamberlain, Julius Langbehn, Heinrich Claß, Theodor Fritsch, Erwin Baur, Eugen Fischer, Fritz Lenz, así como a Paul Bang, Dietrich Eckart, Otto Hauser, Hans F. K. Günther y Alfred Rosenberg (Töppel 2016, p. 31). [19]    Töppel también señala (2016, p. 21) que «judío» y «judaico» acabaron convirtiéndose en claves de todo aquello contra lo que luchaban los nacionalsocialistas. Y, en efecto, citas en que se asocia judaísmo con marxismo, pacifismo y democracia se encuentran con frecuencia. He aquí un ejemplo: «Alemania solo podrá vivir si se barre con escoba de hierro la pocilga de la corrupción judía, la hipocresía democrática y el fraude socialista» (Völkischer Beobachter, 15 de mayo de 1921, reimpreso en Jäckel/Kuhn 1986, pp. 393 y ss.). [20]    Hitler concedió la primera entrevista destinada al exterior al corresponsal en el extranjero Karl von Wiegand, la cual apareció en The Bridgeport Telegram el 13 de noviembre de 1922 (Domeier 2021, p. 350). El corresponsal del diario ABC en Berlín, Javier Bueno García, que firmaba sus artículos como Azpeitua, publicó la que probablemente sea la primera entrevista con Hitler en un periódico español el 6 de abril de 1923 (Pla Barbero 2018, en línea). [21]    En el original: «The Jews are not German. They are an alien people in our midst and manifest themselves as such […] We are like a consumptive, who does not realize that he is doomed unless he expels the microbes from his lungs. Nations, like individuals, are apt to dance most wildly when they are nearest the abyss. Hence, I say, we need violent correctives, strong medicine, maybe amputation. […] We wish to purge ourselves from the Jews not because they are Jews, but because they are a disturbing influence». [22]    Para reconstruir los acontecimientos del 8 de noviembre de 1923 hemos usado principalmente el meticuloso trabajo de Bernhard Wien sobre los intentos de golpe de Estado de 1923 (Wien 2023). Sin embargo, ha de señalarse que la comunidad investigadora no parece haber elaborado ninguna cronología confirmada y detallada de lo que hizo Hitler ese día. [23]    Hitler había hablado con Esser tan solo unas horas antes, pero ello no descarta que hiciera además una visita al «afectado en su salud» (Wien 2023, p. 311). En cualquier caso, está claro que Esser participó de diversas formas el 8 de noviembre de 1923, por ejemplo, en las labores de propaganda que respaldaron el putsch (ibid., p. 307 y ss.) o como orador en el Löwenbräukeller por la noche (ibid., p. 311 y ss.). [24]    Paula Schlier describe vigorosamente lo ocurrido en la redacción en la noche del 8 de noviembre y al día siguiente en su diario, que fue publicado más tarde (Schlier 2018). [25]    En la entrada de Wikipedia sobre Eduard Dietl (Wikipedia: Eduard_Dietl 2024) se afirma que desde la primavera de 1923 impartía entrenamiento militar a las SA de Múnich; en la noche del 8 de noviembre de 1923 se iba a celebrar una sesión de entrenamiento nocturno para unidades de las SA, la Liga del Oberland y la Hermannbund. Es plausible suponer que Hitler se reunió con Dietl la tarde anterior al golpe planeado, en el cual estaba previsto que se desplegaran tropas de la Kampfbund. [26]    Por cierto, el propio Xammar ofrece indicaciones falsas sobre el paradero de Hitler en la tarde del 8 de noviembre de 1923, pues escribe en su artículo del 23 de noviembre «Von Kahr explica el golpe de Múnich» que Hitler había estado asistiendo a una reunión con von Kahr en esas horas. Es evidente que no fue así. Los hechos son complicados y sólo tienen un interés marginal. El artículo de Xammar se basa en una declaración bien documentada del Comisariado General del Estado del 9 de noviembre de 1923 y en otra declaración procedente de una conferencia de prensa el 10 de noviembre de 1923, a la que Xammar asistió. Xammar cita a von Kahr así: «En la tarde del ocho de noviembre, me reuní con representantes de las asociaciones y sociedades patrióticas para una discusión final». Allí, von Kahr argumentó que era demasiado pronto para la acción directa y continuó: «Esa es mi opinión, y después de darla a conocer, todos los presentes, incluidos Hitler y Ludendorff, estuvieron de acuerdo». En su declaración, sin embargo, von Kahr hace referencia a una reunión celebrada el 6 de noviembre. Dice textualmente: «Dos días antes de la reunión, que fue interrumpida por el ataque de Hitler, mantuve una discusión profunda y confidencial con todos los representantes y dirigentes de las asociaciones nacionales bávaras; Hitler y el jefe militar de la Kampfbund también estaban presentes» (Bischel 2023, p. 68: declaraciones en la rueda de prensa del Comisariado General del Estado del 10 de noviembre de 1923). Así que ello ocurría sobre la tarde del 6 de noviembre. A ello se añade, cosa que Xammar no podía saber, que más tarde, el 10 de diciembre, la Comisaría General del Estado tuvo incluso que admitir «que Hitler no estaba presente en el debate» (Bischel 2023, p. 105). Pla Barbero (2018 en línea) supone, basándose en el engañoso artículo de Xammar, que Hitler asistió a la reunión en la tarde del 8 de noviembre y que, por tanto, sólo tuvo tiempo de reunirse con Xammar y Pla en la mañana del 8 de noviembre. [27]    «Mañana tendremos ocasión de exponer sus concepciones económicas y políticas» (Xammar 2005, p. 208), se anuncia al final de la «entrevista». Según los editores alemanes, el artículo anunciado no se materializó porque Xammar dejó de ser empleado de La Veu de Catalunya después de la primera parte de la «entrevista» (Xammar 2005, p. 148). [28]    Otras reseñas que también dan por supuesta la autenticidad de la entrevista proceden de Sabine Fröhlich (NZZ, 8 de octubre de 2007), Marie Luise Knott (taz, 13 de octubre de 2007), Rainer Hank (FAZ, 3 de junio de 2008), Wolfgang Benz (Zeitschrift für Geschichtswissenschaft 2007), s.a. (Cicero 2007) y, en fecha más reciente, Armin Fuhrer (Focus, 3 de junio de 2022). [29]    Una reseña detallada de este libro se publicó en Spanienecho (Böhle 2024). [30]    En el original: «Aquell vespre Josep Pla i jo ens fèiem passar la set al celler de la Franziskaner Bräu […]. Deia, doncs, que aquell vespre, mentre Josep Pla i jo ens fèiem passar la set a la Franziskaner Bräu, en un altre celler de Munic ―el de la Hofbräu, si no vaig errat― passaven coses grosses. Efímeres, però grosses. Exactament, un cop d’Estat organitzat per una munió bigarrada de grups i grupets de dreta, públics i clandestins, al davant de la qual s’havien posat tres grans personatges: el general Ludendorff, primer lloctinent del mariscal Von Hindenburg du­rant la guerra, el cap del govern bavarès Von Kahr, i la jove estrella del patriotisme germànic delirant, Adolf Hit­ler. En ficar-nos al llit Josep Pla i jo, aquella nit del 9 de novembre era més aviat freda, ni ell ni jo no sospitàvem que fos històrica. Ho fou, segons llegírem als diaris de l’endemà d’una manera espectacular» (Xammar 1991, pp. 265 y ss.). [31]    Un capítulo del libro de Gary Klein (1997) examina el tratamiento periodístico del golpe y el eco producido en tres periódicos: New York Times, Chicago Daily Tribune y Chicago Daily News. Según Klein, Ludendorff estuvo mucho más expuesto a las implacables burlas y mofas de la prensa estadounidense que Hitler (p. 18). En una caricatura, él, y no Hitler (como en Xammar), aparece como «dictador por un día». Katherine Blunt (2015) analizó la valoración de Hitler realizada en el New York Times, The Christian Science Monitor y The Washington Post antes y después del putsch de Hitler (1923-1924). Llega a la conclusión de que Hitler había dejado de ser tomado en serio tras el fallido golpe, y que su posterior ascenso fue una sorpresa para muchos estadounidenses. Fuente: (En alemán: Spanienecho, 5 de julio de 2024; traducción de Pascual Riesco Chueca, Spanienecho, 7 de agosto de 2024. https://spanienecho.net/2024/08/07/eugeni-xammar-adolf-hitler-o-la-simpleza-desencadenada/.  ) Portada: Redacción del Völkischer Beobachter en la Thierschstraße 11, de Munich en 1927 (Bayerische Staatsbibliothek, Bildarchiv hoff-670) Ilustraciones: Spanienecho y Conversación sobre la historia Fuente → conversacionsobrehistoria.info La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano

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