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Maroc Maroc - AVOZDELAREPUBLICA.ES - A La Une - 04/Sep 07:00

La guerra de España y un pintor de Rosario

La guerra de España y un pintor de Rosario Daniel Campione  Un pintor y grabador rosarino de ideas ácratas, Gustavo Cochet, residente en Barcelona en tiempos de guerra dejó su marca en el campo de las imágenes inspiradas a propósito de la conflagración.  El autor de esta nota ha dado más de una vez su queja sobre el olvido o semiolvido del que son víctimas muchxs de los argentinos y argentinas que actuaron en el conflicto español desatado en 1936. Más de una vez hemos encontrado información acerca de ellos sólo merced a sitios de internet o repositorios españoles. Y un silencio total en las fuentes argentinas, salvo los valiosísimos datos que brinda el diccionario de voluntarios que en años recientes elaboró y publicó el experto argentino Jerónimo Borágina. En el caso del que hoy nos ocupa, tenemos la fortuna de que es recordado en nuestro país hasta hoy. Lo que incluye artículos sobre sus trabajos artísticos, menciones en obras generales sobre historia del arte e incluso alguna reedición de porciones de su obra. Hasta existe un museo dedicado a su vida y labor creadora. Podría sostenerse, y sería cierto, que Cochet se constituye en excepción únicamente porque se destacó como pintor y grabador, amén de haber publicado algunos libros. Y al menos uno entre ellos tuvo amplia repercusión. La salvedad es que en su caso hubo una marcada intersección entre sus creaciones y la guerra de España. Y más todavía, sus ideas anarquistas se reflejaron en muchas de sus obras. Sería muy artificial una separación entre quien consideró su arte como un puesto más de trabajo y su notable intervención en los tres años de guerra. En los que sus pinceles e instrumentos de grabado jugaron un papel insoslayable. Gustavo Cochet en su taller en la ciudad de Santa Fe. Entre Rosario y Barcelona, la anarquía. Gustavo Cochet era argentino, hijo de padre francés y madre con parte de ascendencia indígena. El padre era un modesto educador, al parecer sin título habilitante, cuyas tareas docentes lo obligaban a frecuentes cambios en el lugar de residencia. Nació en 1894, en un pueblo del sur santafesino, Carlos Pellegrini. Otros afirman que en Maciel. Y asimismo hay quien sostiene que vio la luz en la misma ciudad de Rosario, donde luego residió hasta su primera juventud. Fue un destacado artista plástico, reconocido hasta hoy, sobre todo en Rosario. Se lo ha calificado como “meritorio pintor y extraordinario grabador”. Con temprana vocación por las artes plásticas en 1915: viaja a Barcelona (Cataluña) en busca de perfeccionamiento y se establece muchos años allí. Al comienzo trabaja en diversos oficios, de los cuales la restauración fue el más cercano a sus principales inclinaciones. Ingresó como restaurador en el taller de Joseph Dalmau, quien regenteaba la galería barcelonesa que llevaba su apellido. Allí exponían Pablo Picasso, Joan Miró y Joaquín Torres García, entre otros. El argentino se encontró en el epicentro de la vanguardia artística, al menos de la que se expresaba en habla española. Comienza a destacarse en la metrópoli catalana, donde antes de cumplir 25 años, en 1919, hace una exposición individual en la misma galería que lo empleaba. Casi de inmediato buscó nuevos horizontes en la meca artística de su tiempo, París, ya casado con una catalana, Francisca Alonso. Con toda probabilidad sus tempranas incursiones en oficios artesanales o industriales fortalecieron su autoidentificación como trabajador y no como artista en el sentido tradicional con toques de elitismo. Cochet se identificó pronto con la acción sindical en el seno de los gremios de artistas. Por el origen de sus antecesores era ciudadano francés y tuvo que prestar el servicio militar obligatorio. Luego de ese trance que tal vez le resultó penoso, comienza a realizar exposiciones en galerías parisienses, en combinación de obras pictóricas con trabajos de restauración. Cumplido el sueño parisino, en 1928 regresa a Barcelona y expone en algunos de los principales museos hispanos, como el de Arte Moderno de Madrid. Atraviesa luego un período de frecuentes viajes, lo que comprendió un provisorio retorno a Rosario, donde también expone.  Ya con una estada más prolongada (tres años), en su ciudad de origen edita un ilustrativo libro que combina la biografía con el enfoque de las bellas artes, titulado Diario de un pintor, de 1933. Como para tantos, la segunda república española fue su oportunidad para que afianzara sus ideas y fortaleciera su militancia. No como mero defensor de la república, sino con posiciones mucho más radicales. Radicado otra vez en Barcelona en 1934 se une a la Federación Anarquista Ibérica (FAI), la organización sostenedora de la ideología anarquista. Y a través de ella se integra en la central sindical, la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T). Hay testimonios de que su fervor militante alcanzaba cotas altas. Tanto que profesaba menosprecio hacia los sindicalistas que no profesaban “la Idea” y en consecuencia no se integraban a las FAI. Su participación en esta última dio lugar a escritos donde reflexionaba sobre la ubicación de los artistas en el proceso revolucionario hispánico. Correlacionó a menudo su producción artística con sus convicciones sociales. Sus temas de inspiración pasaron a ser las fábricas, la vida obrera, los suburbios, la zona portuaria. Artista y militante a la hora de la guerra. Con el golpe reaccionario del 18 de julio de 1936, Cochet comenzó por cerrar su taller y manifestó su voluntad de convertirse en miliciano del antifascismo. El artista rosarino nunca fue a la primera línea del frente. Por empezar no estaba en una edad adecuada para hacerlo, tenía 42 años al comenzar la guerra. Sí encontró muy ricas formas de colaboración con el esfuerzo de guerra: “El 19 de julio de 1936 cerré las puertas de mi taller en Barcelona y allí quedaron inconclusas las obras que estaban en curso de ejecución; ¿en qué podían servirle mis pinturas al pueblo en armas en su magna lucha? En nada absolutamente.  (…) y si nunca tiré un solo tiro, fue únicamente porque para eso sobraban valientes, pero no rehuí nunca a ningún peligro, contribuyendo con todo lo que contaba a mi alcance para conseguir el triunfo final”. Actúa en una oficina de inscripción de voluntarios para el frente; es luego delegado oficial de la censura en el Correo; se desempeña más tarde en una repartición encargada de visar pasaportes; y es nombrado, por último, secretario del Ministerio de Cultura del gobierno catalán. Cochet, como militante republicano anarquista, apoyó al gobierno republicano con entusiasmo y compromiso. Participó como presidente del sindicato de artistas plásticos de la Confederación Nacional de Trabajadores, y desde allí jugó un rol crucial en la salvaguarda del patrimonio artístico catalán, cuyo rescate constituyó el patrimonio base para la creación del “Museo Nacional de Cataluña”.  Contribuyó al salvataje de obras de arte realizado por la FAI con la convicción de que “… las obras salvadas en la revolución que antes adornaban las casas de los banqueros y comerciantes, deberán en el futuro adornar las casas y locales de los sindicatos o los ateneos donde se reúnan los trabajadores”. En su Diario anotó “… puedo adjudicarme sin jactancia alguna, haber contribuido eficazmente a salvar la demolición de la Catedral de Manresa, una de las más puras de arte gótico en Cataluña”. Las obras recuperadas en la campaña de salvataje fueron expuestas en abril de 1937 en el local de la sección de bellas artes de la CNT. También fue secretario de Propaganda y Organización del Casal de la Cultura de Barcelona, desde donde impulsó la propuesta de que “… el obrero llegue a poder conseguir y adquirir obras de arte con que embellecer su hogar” restituyendo a los artistas su rol de “humildes obreros” e iniciando el “renacimiento del arte popular”. Sostenía que del Casal de la Cultura debían salir “… las obras que decoraran los ateneos, las bibliotecas, los sindicatos, los teatros, las salas de las asambleas … los artistas del futuro”. Atropellos dentro del campo republicano. No estuvo al margen de la denuncia de la despiadada represión que los comunistas desataron sobre las posiciones libertarias a mediados de 1937, segundo año de guerra. En agosto de 1937, el local de los artistas de la CNT es cerrado por la fuerza. En repudio de este hecho, Cochet dirige una carta abierta al público en la que expresa: «Cerca de tres meses hace que el local de la sección de Bellas Artes y profesiones liberales CNT fue clausurado por el P.S.U.C.” “Todos recordaréis la magna exposición de obras de arte salvadas por la F.A.I. en la revolución; y bien, esta exposición era el principio de toda una vasta campaña artística que pensábamos realizar con la fundación del taller confederal en el que los artistas, como en una colmena, habíamos emprendido la tarea revolucionaria, renovadora, rehabilitando el arte sumido hasta ahora en el mercantilismo.” “Íbamos al encuentro de una nueva vida para los artistas y el pueblo. No con pretensiones y pompas sino sencillamente, como nuevos obreros, como artesanos, incorporándonos con dignidad en la calidad de trabajadores y productores; (…) Y bien, todas nuestras aspiraciones, nuestros anhelos han sido truncados por la incomprensión, la desunión, la maldad y la falta de confraternidad.” Artista polifacético, Cochet ocupó un lugar importante en la lucha civil y cultural durante el conflicto. Su movilización lo llevó asimismo a actuar públicamente mediante alocuciones radiofónicas, discursos e ilustraciones que acompañaban artículos de prensa de marcada tendencia política, como los editados en la revista Tierra y Libertad.  En noviembre de 1936 deja una atinada reflexión sobre el papel del artista en la guerra:” Cuando un pueblo está en armas, no ha de excluirse nadie y la voz del artista, ha de tener el mismo acento del clarín de combate y no el de la flauta del pastor.” Caprichos Cuando el golpe del ejército, la Iglesia y la alta burguesía se tornó conflicto bélico, su punzón de grabado se vio atravesado por los “horrores de la guerra”, en un rescate a la distancia de la obra de Francisco de Goya a propósito de la lucha contra los invasores franceses desenvuelta en suelo ibérico a partir de 1808. La participación de las potencias nazifascistas en la contienda iniciada en 1936 era en cierta medida equiparable a la intromisión de los ejércitos napoleónicos en tierras españolas. Y el grabador adoptó con fuerza esa interpretación. El resultado concreto fue una colección de 30 aguafuertes que describen el sufrimiento desatado por la guerra. Hasta en el título de la serie se situaba en el linaje goyesco. Los llamó Caprichos, como nominó a las suyas su genial antecesor. Registró en las aguafuertes la lucha de los hombres y mujeres por su libertad, y los horrores de la guerra. La comparación entre los momentos históricos tenía sustento sólido. En suma era otro ciclo de combates del pueblo precariamente armado contra un ejército profesional, aguerrido y con más que adecuado armamento. Durante la guerra publica además una segunda edición de Diario de un pintor, dando continuidad a la que constituiría su principal obra escrita. Y realiza una muestra retrospectiva, en la Pinacoteca del Paseo de Gracia, Barcelona. En ella incluye parte de los grabados mencionados y a una serie de 12 xilografías tituladas Estampas populares. Escribe: «Mis caprichos, como los de Callot y Goya, son el reflejo de los horrores de la guerra, sus miserias y angustias, como así las esperanzas y heroísmos de un pueblo que se repite en la historia y se repetirá siempre, mientras domine la maldad en los hombres». Caprichos. Grabado inicial de la serie con texto del autor. Hacia el fin de la guerra y el regreso al país. Tras los primeros instantes de la lucha, el grabador se acostumbra al nuevo estado de cosas. Y así, confiesa que cuando cayó una bomba en su casa y la destruyó en parte, no sintió ya ningún sentimiento de angustia o temor. Retoma entonces los pinceles y hace algunas obras importantes, como la que representa a la columna Durruti yendo hacia el frente de Aragón y a la estación de Francia después de un bombardeo. También algunas alegorías relacionadas con la lucha y un cuadro representando un miliciano muerto en la trinchera, que tituló El miliciano desconocido. Ésta fue adquirida por el Ministerio de Cultura. Entre sus escritos se encontraban muchos artículos publicados en Tierra y Libertad, desde los cuales debate con las experiencias de las vanguardias artísticas en pleno auge. Cochet afirma que en su eterno deambular de búsquedas y transformaciones el artista busca imprimir a su obra un nuevo acento, de éste proceden las nuevas escuelas y los nuevos estilos, pero el espíritu elevado que mueve la mano del artista es siempre el mismo. Luego, instalado en un pueblo cercano a Barcelona, llamado Caldetas, junto al mar, vuelve a pintar paisajes, naturalezas muertas y figuras, mientras ve pasar a menudo los aviones de Adolph Hitler y Benito Mussolini que van a bombardear Barcelona En 1939, derrotados los ideales por los que lucharon, Gustavo, Francisca y su hijo Fernando se exiliaron en Collioure, un pequeño pueblo pesquero francés. Entre los refugiados estaba Antonio Machado, que falleció allí. Al poco tiempo la familia viajó rumbo a la Argentina. Al terminar la guerra se exilia en Francia y al tiempo regresa a la Argentina, donde entre 1941 y 1946 enseña artes plásticas en Santa Fe. Expone en 1943 en el Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez, y en 1947 publica su libro “El grabado, historia y técnica”. Fue primer premio adquisición del Salón de Santa Fe. Desde 1947 vive en Rosario, donde enseña ornato y figura en la Facultad de Arquitectura de esa universidad, y desde 1955 a 1963 en la Escuela de Bellas Artes de Pergamino, provincia de Buenos Aires. También publicó Entre el llano y la sierra, editada por Castellvi en Santa Fe e ilustrada por el autor con xilografías. Junto a los suyos se radicó para siempre en Funes, una villa de quintas ubicada a escasos kilómetros de Rosario, donde construyó su casa-taller. En 1968 es homenajeado por el Museo Municipal Juan B. Castagnino de Rosario. En Buenos Aires se realiza una retrospectiva de pintura y grabado en 1978. Fallece en 1979 en su casa de Funes. Donde hoy se ha instalado su museo. Se constituyó como una organización sin fines de lucro, autogestionado por una Comisión de Amigos que, desde los inicios, se comprometió en su realización y actual gestión Parte de su obra puede verse allí. También se encuentran trabajos suyos en el Museo Nacional de Bellas Artes. Un legado artístico y su interpretación de la guerra. La colección completa de Caprichos fue editada en forma de libro en nuestro país, en 2014, por el Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe con el título Caprichos: Estampas 1936-1938.  Hoy está en internet, en modalidad de acceso libre y gratuito. El link es https://www.industriascreativas.gob.ar/uploads/archivos/ediciones_catalogo/cochet-estampas.pdf En su casa de Funes se encontraron los esbozos de la obra inconclusa sobre la guerra de España, luego editados como ya escribimos. En el prólogo de ese libro sin terminar, el grabador y pintor volcó su interpretación de la lucha española. Valga la cita algo extensa: “Sus mejores escritores, pensadores y artistas (los de España), estuvieron siempre del lado de la República. Los que no han perecido en la horrible contienda y hayan podido escapar a la inicua y cruel venganza de aquellos que se levantaron bajo la enseña de Cristo Rey, o sea del dios de la bondad y del perdón, en la tristeza del destierro, evocaron la tragedia.” “Seguro estoy también la evocarán doloridos en lo más profundo del alma y vencidos, pero no desesperados, con la misma fe de siempre en los principios, en los cuales se han basado en sus afanes por llevar a la realidad sus eternas aspiraciones. “ “Estos hombres hasta ahora y desde su inicio, han ido dirigiendo e iluminando su espíritu, y henchido de bondad su corazón, en la esperanza de una suprema liberación y dignificación moral y material de la humanidad.” Y más adelante: “… ese pueblo ha luchado durante tres años en un esfuerzo titánico porque, seguro de que su causa era justa, tenía fe inquebrantable en su triunfo.” “Su derrota ha sido una de las más grandes injusticias, la que escribirá dos páginas en la historia: una que glorificará el heroísmo de un pueblo en una lucha tan desigual, la otra página será una eterna acusación de oprobio y venganza para quienes traicionaron causa tan noble”. ¡¡Arriba España¡¡ Amarga sátira, la divisa falangista y la imagen de una mujer ahorcada. Imagen principal: 19 de julio de 1936. Los grabados han sido tomados de la ediciòn de Caprichos de 2014, mencionada en la nota. Esta nota ha sido elaborada con motivo de la preparación del programa “Memoria en rojo, amarillo y morado” y con destino a una columna en el mismo. Fuente → tramas.ar La Voz de la República - Todas las Noticias RSS El Primer DNI Republicano

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