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Hace unos días escribía un mensaje breve en la red social X, de esos estériles que no van a ninguna parte... pensamientos en voz alta que diría aquel... pero que uno trata de ordenar y expresar con palabras. El mensaje era el siguiente: Los diagnósticos enfermeros representan las necesidades prioritarias de cada persona en su contexto individual, familiar y social. Y el relato o percepción de esa persona, su impresión diagnóstica, tiene peso en las decisiones compartidas sobre el plan de cuidados. Cierto es que se trata de una sentencia un tanto abstracta, ambigua, no demasiado tangible para las realidades asistenciales que conocemos (de ello soy muy consciente) y sobre la que habría que profundizar o dar explicaciones, dando juego al análisis y la reflexión. Al menos eso es así desde mi punto de vista. Para otras personas, para otras enfermeras, una frase como esta puede no significar nada (cosa que entiendo perfectamente) o no tener relevancia alguna. Tampoco se pretende erigir las "chorradas" que uno escribe en estas redes como "verdades absolutas"... pues resulta que no somos nadie (importante). Justo por eso, porque las verdades no son absolutas ni universales, sino que existen tantas realidades como personas las vivan (cada uno la suya), no sé interpretar algunos comentarios. Claro, interpretar la intención de quien los emite simplemente a través de las palabras, es excesivamente osado. Y he aquí el problema: no estamos escuchando al otro, observando sus gestos, su tono, su volumen, su rostro... Por eso, cuando he leído un mensaje de respuesta a aquel que yo escribí que decía "Bájate a la realidad Ruymán"... ¿cómo debe interpretarse? ¿Debe interpretarse? ¿Es peyorativo, suena como tal? En verdad da igual, pero nos permite hoy escribir aquí sobre el tema...A mí me faltan datos, muchos, para juzgar o al menos intentar entenderlo. Más sabiendo que proviene de un colega a quien respeto y con quien he conversado en un par de ocasiones respecto a esta temática de los diagnósticos enfermeros en algún evento científico. Solo me interesa "descifrar el enigma" que presenta el significado de esas cuatro o cinco palabras. Paradójicamente, encontramos, aún en 2025, una situación polarizada entre enfermeras detractoras y enfermeras partidarias del diagnóstico enfermero (o lo amas o lo odias...). No me gusta nada el todo o nada pero... vivimos en un mundo muy polarizado, eso también parece cierto...Por un lado, bajarse a la realidad podría ser una recomendación para expresar lo que representan los diagnósticos enfermeros con ejemplos reales, cotidianos, de diario, en los lugares asistenciales. Y para hacer entender, con mayor claridad, eso de el relato que conforma la opinión diagnóstica, clave para planear los cuidados. Mi primera postura es adoptar esa recomendación de bajarse a la realidad entendiéndolo de este modo. Pero quizás me califico como ingenuo... no sé yo...Por otro lado, podría pensarse que alguien que recomienda a otro bajarse a la realidad, posiblemente lo esté tachando de teórico, poco práctico, iluso si quieren, o (inclusive) lejano al trabajo que hacen a diario las enfermeras. Adoptar esa comprensión de significado a la recomendación de mi colega me genera un poquito más de Disconfort que la opción anterior. Después de 26 años en la profesión y habiendo trabajado como asistencial, docente, investigador y gestor, creo que algún conocimiento mantengo de la labor que hacemos las enfermeras en distintos campos profesionales por los cuales he transitado y sigo conociendo... Creo que sería esa recomendación algo irreverente si me permiten la expresión.Por lo tanto, podemos escoger la opción explicativa a) o la opción explicativa b)... ambas hipotéticas porque, como decíamos antes, no estamos en la cabeza de quien escribe ni sabemos de la intención de sus palabras. A priori debemos pensar que va todo en sentido constructivo. Y así lo firmaría yo, si me lo preguntasen. O incluso podría haber una opción c) en la que el interlocutor nos pide mayor claridad en la exposición de ideas y, de paso, bajarnos un poquito -como cable a tierra- a las cuestiones más cotidianas que preocupan a las enfermeras, para no zafarnos de sus intereses. Por todo ello, digo que cada cual tiene sus realidades. Y que vivimos en ellas. Por esta parte del mundo, las enfermeras, cientos, presentan dudas constantes y debate sobre cómo aplicar los lenguajes estandarizados de cuidados. Les preocupa. Es más, hemos encontrado una manera lógica y coherente. Un lenguaje universal que, dicho sea de paso, no es un antojo de quien escribe aquí y ahora sino que está normalizado de forma global, presente hace más de medio siglo en nuestra disciplina y se mantiene constante en nuestros registros de salud (ahora electrónicos) al estar legislado como lenguaje profesional de las enfermeras. Cuando el problema no es el qué (lenguajes) sino el cómo (operatividad) realmente no tenemos problema, sino el deber de buscar la manera (el método). Y podría decir que a eso me he dedicado durante mucho tiempo (miles de horas de formación recibida e impartida, cientos de comunicaciones, artículos, etc). Me interesa llamar a las cosas por su nombre. O, mejor dicho, por el nombre que mejor representa a esas cosas. Y, probablemente, estaremos todos de acuerdo en decir que el cuidado enfermero debe nombrarse. Si no se "catalogan" las necesidades, se objetivan los resultados a alcanzar, ni se mide la eficacia de las intervenciones. ¿Cómo evaluar la aportación de las enfermeras a la salud de las personas? No poder ofrecer respuesta a esta pregunta sí que me preocupa, y más me ocupa. Nuestra vía para dar respuestas es el lenguaje, el del cuidado. No conozco otro. Esto no significa que no trabajemos con el lenguaje de enfermedad, o el de las técnicas y procedimientos (intervenciones), todos ellos se conjugan. Pero el lenguaje del cuidado debe existir. Para permitir visibilizar el trabajo de las enfermeras. No es utopía, es realidad. Un lenguaje que nunca antes ha estado tan desarrollado como ahora en 2025, cumplido el primer cuarto del siglo XXI. Y tenemos que seguir, buscando la manera más sencilla para poner a las enfermeras asistenciales el lenguaje más digerido posible para que ejerciten una óptima labor asistencial. Es solo una opinión, en este caso la mía. Una realidad más, no solo una. Gracias por tus palabras Javier, me han hecho pensar. Te debo una cerveza, si me acepta ud. la invitación :)
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